Ramona tiene 25 años y tres hijos. Nació en Paraguay pero ama la Argentina porque le permitió ganarse la vida con dignidad y que sus chicos estudien y puedan progresar. Ella tiene un sueño: que los gurises terminen la primaria y la secundaria. Se emociona cuando lo cuenta: “Usted sabe, don Alfredo. Yo apenas llegué a tercer grado. Apenas aprendí a escribir. Yo quiero lo mejor para ellos”.
Ramona tiene varios problemas. Su casita humilde está en una calle de tierra y no tiene cloacas. El colectivo pasa a 8 cuadras y tiene que tomar dos para llegar a la casa donde hace el trabajo doméstico. En varias esquinas hay chicos que tienen la cabeza quemada por el Paco y varios ladrones que roban para drogarse. Eso lo sufre muchísimo. Siempre está con miedo.
Juan Gabriel es albañil y es su esposo. O mejor dicho su concubino porque nunca se casaron. Pero se quieren y el la cuida. Jamás le levantó la mano. Ella dice que es el amor de su vida. Trabaja 10 horas por día o más en la construcción. Es media cuchara pero está progresando. No falta nunca para ganar más dinero y terminar una pieza en el fondo para la nena más grande que ya tiene 8 años.
El otro problema grave que tiene Ramona me lo contó hoy. ¿Qué le pasa Ramona que la veo triste y usted nunca está triste? “Es que hay paro de maestros. Otra vez, Ya no aguanto más”. Ella vive en el corazón más pobre de La Matanza. “Voy a pagar y a los chicos los voy a mandar a un colegio privado parroquial. Ellos siempre dan clase. Nunca falta un profesor ni hacen paro. En cambio ahora, en cada paro, tengo que llevar los chicos a la casa de mi comadre Zunilda que vive a una hora y media de mi casa. Me levanto a las 5 y llevo a los chicos para que se queden con alguien. Porque el Juan y yo no queremos faltar al trabajo y no tenemos con quien dejarlos cuando no van a la escuela. Y yo me doy cuenta que aprenden mucho menos. ¿Se da cuenta, don Alfredo?
Si Ramona, me doy cuenta. Claro que me doy cuenta. Me subleva que algunos dirigentes que viven eternamente atados a sus cargos sindicales no se den cuenta o no les importe esto que usted dice. Piensan en ellos y en su poder político. Por ejemplo Roberto Baradel, el de Suteba. Le interesa más apoyar a Cristina y a Sabbatella que educar a los pibes. No se pierde una manifestación en contra de Macri ni en contra de todo. Siempre está en primera fila. Tiene asistencia perfecta a todas las marchas. Ya es el sexto paro que hacen estos muchachos. Y esta mañana prometió que el conflicto va a crecer el año que viene. Claro, hay elecciones. Y votos no tienen. De hecho su líder, Sabbatella perdió hasta en su distrito histórico de Morón.
Todos queremos que los maestros ganen mucho más. Por supuesto. Pero hay un acuerdo paritario firmado y como dice la gobernadora Vidal, “la inflación todavía no superó ese número pactado”. Estoy seguro que no es posible mejorar la educación con docentes mal pagos. Pero tampoco se puede capacitar a nuestros chicos con paros a cada rato y por cualquier cosa. Un paro docente tiene que obligar a reflexionar mucho tiempo antes de ser decretado. Porque millones de alumnos en general y los más pobres en particular, son los más perjudicados. Como los tres hijos de Ramona y Juan Gabriel.
No se puede tomar a los chicos de rehenes. Se llenan la boca hablando del pueblo y la educación pública y resulta que cada vez hay más deserción y ausentismo y cada vez más familias se llevan a sus hijos a colegios privados. Tantos paros y tantos palos en la rueda agotan la paciencia de cualquier padre.
Baradel es un ejemplo pero son varios los sindicalistas que defienden más su posición de poder y su carguito sindical que la estrategia de crecimiento educativo para producir una sociedad más igualitaria, para construir ciudadanía y generar mayor inclusión social. Todas las Ramonas de la Argentina se lo merecen. Nada de lo que haga ningún sector debe complicarles más la vida. Todo lo contrario, cada decisión de los gremios o del gobierno, primero debe pensar en los que menos tienen y más necesitan de la presencia del estado.
Estamos tocando fondo educativamente. Es urgente que despeguemos de una vez. Le doy los datos más brutales y preocupantes:
Más del 50% de jóvenes que entran en secundario no lo logran terminar en tiempo y forma. Y de los que van a la universidad solo se reciben 20 de cada 100.
El 54% de jóvenes de 15 años no logra comprender un texto simple.
El 67% de jóvenes de 15 años no logra resolver un problema matemático simple.
Argentina mide el peor clima escolar de los 65 países del mundo evaluados por PISA en 2012: Clima escolar se refiere al nivel de conflictividad en las escuelas, respeto, escucha, tiempo para ordenarse y comenzar a trabajar, vínculos interpersonales, entornos propicios de aprendizaje…
Argentina es el país con mayor ausentismo de alumnos de los 65 países (correlación directa con el clima escolar).
Sólo el 1% de jóvenes del 5to quintil socio-económico logra graduarse con un título universitario.
¿Se da cuenta? Estamos consolidando un país cada vez más fracturado y desigual. Más pobreza, más exclusión social, más penetración de los narcos y menos futuro.
Está bien que los ciudadanos de este país estén preocupados por la inseguridad, la inflación, el desempleo, la corrupción y la salud. Pero está muy mal que no nos demos cuenta que la falta de educación es la madre de todos los problemas, pero que además, se puede convertir en la madre de todas las soluciones.
Albert Einstein dijo: “Si la educación les parece cara, prueben con la ignorancia”. Los datos del fracaso educativo de esta década aplazada dan vergüenza ajena y meten miedo sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo o en realidad sobre la forma en que estamos destruyendo a la sociedad que nos dejaron nuestros padres.
Hay que volver a poner de pie a los maestros para que se conviertan en pilares del país que viene. De un país donde un joven tenga más posibilidades de estar en clases o en el trabajo que robando o en la cárcel. Ya en su época, Sarmiento decía que si no se educa a la gente por una razón de estricta justicia, por lo menos, se la debería educar por miedo. Es casi un teorema: lo que se malgasta en educación se multiplica en inseguridad. Nuestro sueño colectivo debe ser el de iluminar tanta oscuridad. De convertirnos en predicadores de la civilización contra la barbarie. Se necesita una revolución educativa con los docentes como abanderados y los padres como escolta. Y el aporte de la sociedad civil. Un rediseño absoluto del sistema. Hay mucho por hacer. Construir el mismo amor por la libertad que por la ley. Apuntar a la deserción cero. Más todavía, a la ignorancia cero. Es por nuestros hijos que es una forma diferente de nombrar a la patria que viene. Ramona es paraguaya y sus tres hijos son argentinos. Ese color blanco que los chicos tienen en los guardapolvos es el color de la esperanza…