Giorgi, nuestra joya – 20 de septiembre 2018

Hoy es el cumpleaños de la joya. Ella dijo que es la Mascherano de Leuco, pero yo creo que es nuestra nave insignia. Marcela Giorgi, como dice su cortina musical, te está esperando, nos va alcanzando la luz del día, que todo lo malo lo va borrando nuestra alegría.
Y esa es la verdad. Todo lo malo lo va borrando nuestra alegría que en esta radio y a esta hora se llama Marcela Giorgi.
Me gusta tirar paredes con ella. Siempre la devuelve redonda y al pié. Marcela es una profesional extraordinaria. Sabe todo lo que hay que saber de este maravilloso oficio de ponerle su voz al micrófono de la vida.
Yo le digo fíjese Marcela Giorgi la hora que se ha hecho y nosotros hablando tantas pavadas y ella anuncia la hora y las noticias. Es una pavada pero me divierte. Un guiño a los oyentes que en la calle me repiten el latiguillo.
Es un poco traidora porque hay dos pasiones que la pueden: el golf y la música. Cuando reemplaza a María Isabel Sánchez en el programa de Longobardi hablan de golf como habla de fútbol conmigo. Y no me extraña ni un poquito. Me da celos. Y en los desafíos musicales, la tana de Lanús, la mina de barrio, la rolinga de flequillo y zapatillas, suele votar los temas elitistas que elige Federico Andahasi, el que vive en la torre de marfil y solo consume caviar y Mozart.
Sigo con Carlos Rivera. Dejame que encienda/ una esperanza en tu sonrisa y en un abrazo encuentres libertad.
Sabes que allá afuera
el mundo corre tan de prisa,
la gente se ha olvidado de soñar.
Es que todo lo bueno llega para recordarnos que lo vivido valió la pena.
Y ese es el valor de celebrar el cumpleaños. Recordar que lo vivido valió la pena y que mañana es un día nuevo y que hay mucho por andar, diría Lerner. Las estadísticas demuestras que los que más cumpleaños festejan son los que más tiempo viven.
Marcela es una trabajadora incansable. Se pasa horas y horas frente al micrófono y su buena onda no decae. Retroceder nunca, rendirse jamás. Le sobran pilas.
En julio del 2015, hace más de tres años, yo le dije que el corazón de este programa y esta radio latía de alegría porque Marcela había ganado el Martin Fierro a la mejor locutora. Y fue muy merecido. Porque es claramente la mejor. La gran locutora nacional nos emocionó hasta las lágrimas.
Primero porque Marcela es el alma de la radio. Ama este trabajo, lo disfruta, lo saborea. Se enciende la luz roja y a ella se le encienden todas las luces.
Tiene un humor maravilloso y una sensibilidad especial para saber cuándo algo es noticia y merece un tono grave y cuando algo es entretenimiento y se corresponde con sus maravillosas imitaciones cargadas de ironía y talento. «Reflexionemos, no escuchen más a Lanata», dice imitando a la perfección a Diana Conti y todos nos morimos de risa para renacer en la tanda o el chivo en forma de PNT. Es capaz de decir «salareo o empresareo», como dice Cristina y cambiar el rumbo del programa. Mete un cambio de frente de 50 metros. Estalla su carisma. Le da ritmo con su garganta. Marcela Giorgi es un animal de radio. Una pantera. Siempre está al acecho. Y cuando la tiene frente al arco, no perdona. Ese Independiente, rey de copas, la motiva y por eso siempre canta victoria. No falla nunca. Es muy difícil que ella tire afuera algún pié o una oportunidad de generar un clima, un momento de radio. En general es gol. Y estalla la tribuna virtual de radio Mitre. Y se abrazan con ella los Bochini y los Bertoni y su amado Kum Agüero. A veces le gustaría que venga a abrazarla Ricky Martin y dar la batalla por convencerlo.
Aquel día del Martin Fierro su querido viejo estába mitad herido y mitad feliz. Con el corazón partido entre el desagarro de haber perdido a su compañera de toda la vida y la alegría por la consagración de su hija. Y Marcela estába igualmente quebrada. ¿Cuánto hubiera dado por entregarle esa estatuilla tan preciada a su vieja tan querida? ¿Cuánta picardía de ese Lanus que la contiene y la celebra le da identidad a Marcela Giorgi?. Tiene algo que muchos quieren pero pocos logran. Identidad. Personalidad. Estilo. Uno recorre las radio en el zapping del auto y si está Marcela al aire, sabe de inmediato que llegó a radio Mitre. Ella es la radio. Igual que sus locutoras amigas del alma, que esas diosas que dicen la temperatura y sostienen todas las batallas periodísticas. La Giorgi, la Negra, la Tana es la heredera de aquellas voces emblemáticas de la radio. De Rina Morán, por ejemplo. Es popular y graciosa. Es sensible y precisa. Nadie sabe más que el conductor de un programa lo que significa tener a Marcela Giorgi sentada al lado. Es un cimiento alrededor del que se puede edificar un espacio de radio. Ella es la estructura de granito. Sin locutora no hay radio. Sin Marcela Giorgi no hay «Le doy mi palabra». Se pueden intentar miles de audacias con ella. Se puede confiar en su sabiduría laboral.
Le han pasado cosas muy duras a lo largo de su vida. Pérdidas irreparables, amores frustrados, miedos y angustias como a todos. Pero cuando el programa empieza, ella sube al escenario o sale a la cancha convencida del triunfo. Tiene la radio en su garganta y en sus entrañas. Siempre va al frente y no arruga nunca. ¿Qué más puede pedir un periodista como yo que valora este equipo de los sueños, este verdadero dream team como le vengo diciendo desde el comienzo?
Marcela anda a los saltos con las sonrisas y con sus botas de kangoo jump y el cuidado de las curvas de su cuerpo. Patrulla las redes sociales buscando chismes y noticias. Me sostiene cuando tengo un tropezón para que no sea caída. Cuando cometo un furcio y nos reímos, o cuando no me acuerdo como sigue la película. Marcela siempre está. Le recuerda a los oyentes como pueden ayudarnos a construir el programa, para armar ese ida y vuelta tan mágico de la radio. Me reta porque digo Class o quiero un cafecito sin azúcar. Y hasta me recomienda el mejor colchón.
Será cursi para algunos o pareceremos medio antiguos, pero aquí en este programa, festejamos los cumpleaños. Humildemente hay torta con velitas y todo. Las velas según los historiadores son para espantar a los malos espíritus y para iluminar el camino que viene. Hacemos regalitos, brindamos por la felicidad de compartir el aniversario del nacimiento de Marcelita. Ella sopla las velas y pide los tres deseos que no se los tiene que decir a nadie. Y nosotros cantamos, cantamos y desentonamos el maravilloso deseo de que los cumplas feliz. Es el recuerdo de un año más de vida, de lo más sagrado que tenemos.
Todos la quieren porque nunca te deja en banda. Hoy cumple años la joya. Que los cumplas feliz, Marcela.