Cambiar el nombre del CCK – 3 de octubre 2018

Su nombre completo es Byron Vinicio Suquilanda Valdivieso. Es ingeniero y legislador en Ecuador con mandato hasta el 2021. Nació en Macará la provincia de Loja que limita con Perú. Creo que los argentinos le debemos decir gracias. Fue el que presentó el proyecto de ley para que sea removido el monumento a Néstor Kirchner que está en la puerta de la sede de la Unasur en Quito. Su moción fue aprobada por amplia mayoría, 72 votos a 30. Y su discurso nos debería dar vergüenza ajena porque entre sus argumentos dijo que la estatua del ex presidente argentino “era una apología de la corrupción rampante”. Pidió sacar esa imagen para preservar la dignidad del pueblo ecuatoriano y porque no era un buen mensaje para la educación de los chicos de ese país.
Es todo un símbolo que representa lo que está pasando con el derrumbe ético de Cristina y sus cómplices en los tribunales argentinos. Y aquella decisión de entronizar una imagen de Néstor por parte de Rafael Correa también fue un síntoma de época. Los funcionarios más chupamedias de Cristina cantaron en la ciudad del centro del planeta: “Somos la gloriosa juventud peronista”, y la presidenta los acompañó junto a Hebe de Bonafini, Sergio Urribarri, Carlos Zannini y Nicolás Maduro, entre otros. Cristina se detuvo en los dedos de bronce de Néstor, “más finitos y más largos” que los de ella. Hoy esa imagen es patética. Jurásica. Rinde el culto a la personalidad al jefe de la asociación ilícita más grande que se haya organizado en democracia para saquear al estado.
Esto generó que en varios rincones de nuestra patria, florecieran exigencias de ciudadanos comunes o de funcionarios para cambiar los nombres de calles, plazas y retirar otros monumentos de Néstor que se diseminaron como nunca antes con otro ex presidente. Hoy todo está más claro y es una ofensa a los argentinos decentes, a los ciudadanos honrados, designar cualquier lugar público con el nombre del más grande de los corruptos junto a Cristina.
Por lo pronto volvieron los reclamos de reemplazar el nombre del Centro Cultural Kirchner. La placa que se colocó en su inauguración está firmada por toda la banda estafadora liderada por Cristina, coordinada por Julio de Vido, bendecida por Teresa Parodi y ejecutada por José López. Opino que esa placa hay que dejarla como emblema de la caradurez y la impunidad. Hoy el debate y la polémica es que nombre más, abarcador, ecuménico y democrático se le puede poner y que nos represente a todos los argentinos. Algunos dicen María Elena Waslh, otros Centro Cultural del Bicentenario, otros hablan de la contracara de Néstor, alguien de una honradez a prueba de bala (menos la que lo suicidó) de René Favaloro. Es un debate no urgente pero es un debate que nos debemos dar. La historia y los iconos no son cuestiones menores. Son expresiones de los anhelos de la población y banderas de lucha por un país más igualitario, más honrado y menos autoritario.
Lo cierto es que todo esto va tomando forma legal. Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, llegó a un consenso con diputados y senadores para impulsar una ley que rebautice ese edificio maravilloso que supo albergar al viejo Correo Central.
Seguramente se va a impulsar después que se apruebe el delicado tema del presupuesto del 2019 y que finalicen las jornadas del G-20. Pero ya están claros los contenidos de esa futura ley. La medida más trascendente, de absoluta justicia y razonabilidad, es que los monumentos y edificios públicos nacionales deberán esperar 20 años después de la muerte de cualquier persona para designar o denominarlos con su nombre y apellido. Le recuerdo que Néstor murió el 27 de octubre de 2010 y por lo tanto faltan 12 años para que ese requisito se cumpla.
Otra cláusula del proyecto es que el nombre contribuya a la unidad nacional y no a la división de los argentinos y que sea controlado por una comisión parlamentaria y que sea 15 años retroactiva.
Fue tan grande la intención chupamedia que se identificaron más de 180 lugares que fueron bautizados con el nombre y apellido del ex presidente fallecido. El periodista Leonardo Míndez abrió un sitio llamado irónicamente “Ponele Néstor a todo” y fue recibiendo información y fotografías realmente insólitas. Aparecieron con ese nombre calles, plazas, escuelas, rotondas, centros culturales, esquinas, clubes, piletas cubiertas, paso bajo nivel, albergue estudiantil, una mesa de café, un centro genético, un aeropuerto y hasta la facultad de periodismo de La Plata.
Aparecieron memes en internet que proponían ponerle el rostro del ex jefe de estado a los billetes de 500 euros que el tanto popularizó o a un pabellón de la cárcel de Ezeiza donde están gran parte de sus socios, testaferros y funcionarios.
El proyecto de Lombardi prohíbe expresamente designar esos sitios con nombres de integrantes de gobiernos de facto o que hayan atentado contra la democracia o el orden constitucional: César Milani, abstenerse.
La reacción popular y su correlato en los consejos deliberantes, cambió el panorama producto de los 6 procesamientos, 4 elevaciones a juicio oral, dos pedidos de prisión preventiva y un desafuero de Cristina Fernández. Apareció entonces un bolso colgando de la estatua de Néstor en Rio Turbio. Se vandalizaron algunos monumentos con pintadas que hablaban de la corrupción y el latrocinio. Se presentó un proyecto para quitar de Las Cuatro Plazas en Rosario un busto de Néstor, en Morón se logró en la plaza San Martin, con mayoría del Consejo Deliberante. Las dos represas que se habían bautizado “Néstor Kirchner y Jorge Cepernci” fueron designadas “Complejo Hidroeléctrico La Barrancosa- Condor Cliff”.
Hace un par de meses, hubo una avanzada para colocar el nombre de Gustavo Cerati en lugar de “Centro Cultural Kirchner” que todos llaman “CeCeKá” y la senadora por la minoría de Unión Ciudadana, Cristina Fernández responsabilizó al presidente Mauricio Macri de esa movida y le preguntó: “¿Con que derecho y con qué cara?”, se atrevía a proponer eso. Aunque parezca mentira, la remodelación del CCK tuvo sobre precios. Otro símbolo. Todo un mensaje. Alguien debería abrir un sitio en internet que proponga: “Que nada se llame Néstor”. Dentro de 12 años hablamos. Pero por ahora, que nada se llame Néstor.