Tres años de Macri – 13 de diciembre 2018

Una luz amarilla está encendida sobre el tablero del gobierno de Mauricio Macri. No es el color del optimismo ni de los globos del Pro. Es el anuncio de peligro, de cuidado que se viene la luz roja de la emergencia. El oficialismo de Cambiemos está pasando por su peor momento por donde se lo mire y utilizando cualquier indicador. El terremoto cambiario y la feroz devaluación son la expresión económica de una profunda crisis política de credibilidad y de liderazgo.
Es cierto que lograron domesticar el dólar y mostrar una inflación que baja todas las semanas. Pero el riesgo país está altísimo y la inflación cae demasiado lentamente y desde muy arriba. La mala noticia es que este 2018 va a terminar con una inflación cercana a los 46 puntos y la buena es que para 2019 será del 30 %. Todavía es muy alta pero la tendencia es a bajar.
Macri es un presidente al que no le gusta cambiar sus funcionarios. Sin embargo en tres años no pudo contener a más de 30 colaboradores de primer nivel y de distintos matices ideológicos. Se fueron expertos en varias disciplinas como Alfonso Prat Gay, Carlos Melconian, Alberto Abad, Juan José Aranguren, Mario Quintana, Susana Malcorra, Federico Sturzeneger, Isela Constantini, Jorge Triaca, Francisco Cabrera, Luis Caputo, Alberto Manguel, y siguen las firmas. O No fue el mejor equipo de los últimos 50 años o no supo conducirlos. Una de dos.
Muchos de ellos chocaron con Marcos Peña. Algunos no quisieron volver por él.
Llevan 1.100 días en el gobierno y todavía tienen 300 días por delante hasta las elecciones presidenciales. No hay lluvia de inversiones y la caída del producto en tres años fue del 18% y los aumentos demoledores. El dólar 280%, la inflación 158% y los tarifazos, el 283% en promedio.
Hay buenos resultados en las reservas del Banco Central que aumentaron más del 100%. Hoy hay más de 51 mil millones de dólares y eso es una espalda muy ancha contra cualquier corrida. El acuerdo con el Fondo frenó la locura pero multiplicó la deuda en forma geométrica: 262 mil millones de dólares, casi el 60% del Producto Bruto.
Macri perdió de todo en su caída de imagen. Pero lo más grave es que perdió la iniciativa política y la autoridad o la capacidad de conducción para establecer un rumbo que no estaba muy claro y ahora está muy oscuro.
En las elecciones de medio tiempo consiguió un triunfo extraordinario. Derrotó a Cristina en Buenos Aires y sumó más gobernadores e intendentes. Fue en ese momento de gloria donde dijo que “Lo peor ya pasó” pero lo peor estaba por venir. El terremoto financiero y la devaluación brutal le hicieron confesar en setiembre de este año que había pasado “los peores 5 meses de su vida” después del secuestro. Recién pudo respirar y llorar de alegría en el teatro Colón cuando coronó una excelente actuación de su gobierno en el G-20 en todos los planos. Era la culminación del regreso de Argentina al mundo y ese es otro de sus méritos. Dejamos a los países más desprestigiados del mundo como Venezuela, Cuba o Irán y restablecimos relaciones con las naciones más desarrolladas del planeta.
Durante las vacas gordas no aumentó la base de sustentación de su gobierno con la incorporación de dirigentes independientes o de otros partidos y ahora está en una situación de debilidad a punto de perder a Emilio Monzó un gran presidente de la Cámara de Diputados y en pleno conflicto de final imprevisible con Elisa Carrió.
No hizo política ni la hará porque no cree en ella. Comunicó de la peor manera sus logros que fueron muchos como la normalización del INDEC o la salida del cepo que dejó Cristina y los temas negativos se le instalaron por mucho tiempo sin que hubiera gladiadores mediáticos que dieran una batalla dialéctica en la opinión pública. Ejemplo: se instaló que este en un gobierno de ricos para los ricos y nunca hubo tanta inversión social en la historia.
Elisa Carrió le arruinó la fiesta del post G-20 y Patricia Bullrich debió esperar una semana para tirar sobre el escenario un tema tan polémico. Ojo que hablo del sentido de oportunidad y no del contenido. Creo que darle a la policía más autoridad y menos arbitrariedad es algo muy positivo y valorado por el 60% de la sociedad que está harta de jueces zafaronianos a los que solo les preocupan los derechos humanos de los ladrones y criminales.
El presidente Macri debería revisar algunas cosas fundamentales de su liderazgo. ¿Hay alguien que piensa tres jugadas hacia adelante y lo bueno y lo malo de cada determinación? ¿El sacrificio solo lo tienen que hacer los sectores medios que votaron a Macri y hoy están desilusionados?
No quiero ser injusto y en este balance de sumas y saldos no puedo olvidar que hay una justicia tapizada de kirchneristas pero que no sufre presiones ni injerencias de ningún tipo. Hay más de 60 presos por graves casos de corrupción y están procesados varios de los principales operadores de Cristina y de los empresarios más poderosos de la Argentina.
También debo decir que hay libertad de expresión absoluta y que desde el poder no se presiona ni se persigue a nadie.
Está claro que no podemos gastar más de lo que entra. Pero no hay una hoja de ruta clara. No hay certezas y seguridades de lo que va a venir.
Ahora más que nunca el presidente Macri debe abrir su cabeza y las puertas y ventanas de la Casa Rosada y Olivos. Escuchar y luego planificar cada una de las medidas que va a tomar en los meses que le queda. Dar seguridad a todos para recuperar credibilidad. Y cumplir a rajatabla con todo lo que anuncie a partir de ahora. Decir claramente que empieza una nueva etapa de su gobierno. Basta de vender optimismo de humo. Basta de alimentar a gobernadores de dinero para que después no se comprometan en nada. Basta de entregarle alegremente el dinero de las obras sociales que ni Cristina le dio a la CGT a cambio de nada. O mejor dicho a cambio de paros y movilizaciones. Basta de subsidiar el trabajo de los piqueteros papales que cortan todos los días el metro bus y lanzan llamas contra el gobierno oligarca y derechista de Macri. La asistencia a los argentinos más humildes y marginados debe mantenerse y aumentarse si es posible. Pero no es Juan Grabois el que la tiene que distribuir. ¿Quién lo votó? ¿El Papa? ¿Qué representatividad tiene? La ayuda social la deben entregar los intendentes que son los que eligió el pueblo para que los gobierne. Ellos si fueron votados. Esa democracia de proximidad en el Conurbano podría servir para que el dinero llegue en forma directa y transparente a los beneficiarios y a los que más necesitan. Y los intendentes, de todas las camisetas partidarias, se podrían encargar de que los beneficiarios hagan contraprestaciones en plazas, calles, escuelas, se capaciten y recuperen la dignidad y dejen de ser clientes de lo que los quieren mantener pobres y sojuzgados para llevarlos todos los días al centro de la Capital a cortar calles y a generar caos.
Ha sido demasiado ingenuo el presidente Macri hasta ahora. Confió demasiado en muchos de sus amigos que tienen títulos en Harvard o antecedentes gerenciales en empresas pero que carecen de picardía y cintura política.
La frase se dijo muchas veces pero es muy ilustrativa: al peronismo se le cobra al contado y se le paga en cuotas.
No hay recuperación posible con tasas estratosféricas. Solo timba y especulación. Es urgente un programa de desarrollo con crecimiento y estímulo al consumo, la inversión y una verdadera epopeya exportadora con burocracia cero para que miles de Pymes se pongan con todo a vender al exterior y traer los dólares que no tenemos. Pasaron tres años. Falta uno.
Hay que jugar fuerte. Recuperar la iniciativa. Apagar esa maldita luz amarilla que trae malas noticias. Y encender la luz verde de la esperanza. Ojalá podamos.
Es por el bien de la Argentina y todos los argentinos. Si vuelve Cristina, vuelve la cleptocracia autoritaria y el chavismo feudal.