Moyano x 75 – 9 de enero 2019

Uno de los hombres más poderosos y con mayor capacidad de daño hoy cumple 75 años. Hablo de Hugo Antonio Moyano, el líder de los camioneros. Su mejor regalo fue en octubre del año pasado cuando la iglesia bendijo a su familia y a su comportamiento.
La que mejor definió la situación en aquel momento fue la diputada Paula Oliveto. Ella milita con una católica consecuente como Elisa Carrió y dijo: “Que tristeza, convertir a la iglesia, a mi iglesia en una Unidad Básica”. Un abogado prestigioso formado en las parroquias y en las misas, sintió vergüenza ajena, pidió reserva sobre su identidad y me dijo: “Lo único que falta es que decreten que el nuevo santo patrono del trabajo sea San Moyano y no San Cayetano”. A esta altura poco importa quien dijo la verdad entre Pablo Moyano y el obispo Agustín Radrizzani dos feroces críticos del gobierno de Mauricio Macri. El vice de Independiente y de los Camioneros apodado “El Salvaje” aseguró que “esta misa no se podría haber realizado sin la venia del Papa”. Y el religioso que en su momento agradeció a Cristina por los 120 millones de pesos que le dio para poner en valor la hermosa Basílica de Lujan y que además, apoyó la ley de medios K mediante un comunicado, negó cualquier tipo de injerencia del Papa Francisco.
Un obispo que aprecio mucho, por lo bajo me preguntó cómo era posible que “el vicario de Cristo en la tierra” tuviera como vocero a un muchacho descontrolado y patotero acusado de lavado de dinero y asociación ilícita”.
A esta altura no hace falta explicar si el Papa estaba enterado o no de la misa. Está claro que el Papa, fiel a su militancia peronista en Guardia de Hierro durante su juventud, resolvió hace tiempo empujar a la Iglesia argentina hacia esa camiseta partidaria.
Algo similar está pasando hoy con el Papa y las violaciones a los derechos humanos en Venezuela y Nicaragua. Mira para otro lado. No sabe, no contesta. Llama a la concordia entre dictadores asesinos y víctimas ciudadanas. Aquel día histórico en la basílica de Lujan estaban los mejores amigos del Papa en el peronismo, los más irracionales integrantes del club del helicóptero y el discurso de Radrizzani fue la culminación de un rosario de hechos en el mismo y la confirmación de que estaba más cerca de las 20 verdades peronistas que de los 10 mandamientos. De hecho lo más inquietante fue que entre sus críticas, el obispo a cargo de la diócesis de Mercedes Luján, no tuvo una sola palabra de condena hacia la corrupción más grande de la historia democrática. Fue como si se hubiera olvidado del séptimo mandamiento de “no robarás”.
Radrizzani se encargó de criticar al FMI y el plan económico del oficialismo pero lo verdaderamente imperdonable es que se puso como protector de los delincuentes cuando dijo textualmente:” Sufrimos un poder judicial que cree que hacer justicia es desechar la presunción de inocencia”.
Envalentonados, los Moyano, se pintaron la cara. Desafiaron a un poder constitucional como la justicia. Descalifican a un fiscal, le dijeron “payaso” al servicio de Clarín y recibieron a Pablo en Ezeiza como si fuera una caricatura de Perón. Un día antes, monseñor Jorge Lugones había recibido a Hugo como una forma de respaldar esos gestos antidemocráticos. Lugones es otro militante del peronismo que le viene de familia.
Graciela Ocaña fue la persona que más cantidad de votos recibió en las últimas elecciones. Es conocida por su honradez y su lucha incansable contra todo tipo de corrupción. Es una de las dirigentes que más denunció y con mayor cantidad de datos al clan Moyano. Eso le trajo varios problemas graves. Amenazas mafiosas y hasta el insulto público de “cucaracha”. Por supuesto que el colectivo “Ni Una Menos”, copado por el cristinismo, no dijo una palabra en solidaridad con la diputada agredida.
Los carapintadas del moyanismo comparten la matriz ideológica de la ultraderecha peronista de los 70, donde Hugo se forjó denunciando zurdos y montoneros y sobre todo, esta actitud de ponerse de prepo, por encima de la ley. Y si hablamos de armas, no son elementos extraños entre estos muchachos pesados que se atrincheran y extorsionan a la justicia para evitar ir a la cárcel. El chofer de Pablo, él tristemente célebre Madonna Quiroz fue el que disparó su pistola cuando se trasladaron los restos de Perón. Son homéricas las guerras a balazos limpios con sus históricos rivales del gremio de los albañiles. Y en el accionar de las barras bravas de Independiente, aparecen en varias escuchas, menciones a la utilización de armas de fuego para apretar gente. Por lo tanto, no son los fusiles de los carapintadas pero son muchachos de armas llevar. Culatas, guardaespaldas y una organización de vigiladores privados cuyos propietarios pertenecen a la familia Moyano.
El poderoso clan Moyano apuesta a un quiebre institucional. Tienen una gran capacidad de daño con movilizaciones y paros que pueden paralizar al país.
Tiene razón Jorge Fernández Díaz cuando dice que la actual contradicción fundamental es entre democracia o mafia.
Por eso extraña que casi la totalidad de los dirigentes sindicales y de la oposición a Cambiemos hayan apoyado las amenazas de rebelión de Moyano o no hayan dicho una sola palabra de repudio.
Hugo y su banda tienen un nivel de imagen negativa y desprestigio social que es un salvavidas de plomo para cualquier espacio que lo quiera sumar a sus filas. Por ahora el concubinato político es con Cristina. No los une el amor sino es espanto a ir presos. Ambos tienen que explicar ante la justicia los delitos que cometieron y sin embargo denuncian que son “perseguidos políticos”. Intentan salvarse de la cárcel. Los Moyano tienen 8 causas judiciales graves en marcha y Cristina seis procesamientos, dos con prisión preventiva, un pedido de desafuero y el año que viene pasará más tiempo en el banquillo de los acusados en los juicios orales que en su banca de senadora por la minoría.
Por eso no extraña que los Hugo Yasky o Pablo Micheli con bajo nivel de representatividad y alto nivel de respaldo a Cristina, hayan estado en la primera línea de defensa de Pablo que está acusado de asociación ilícita y lavado de dinero en sociedad con Pablo Bebote Alvarez, el jefe de la barra brava de Independiente.
Tanto el padre como el hijo están involucrados. Tienen que explicar ante la justicia porque contratan a empresas de su propiedad para ser proveedores del gremio que conducen. Ni una licitación, ni una compulsa de precios. Nada. Legalidad cero.
Moyano dijo que él sabe que contratar a su esposa Liliana Zulet es más barato y mejor para los trabajadores. Y cualquiera sabe que así no se manejan los dineros públicos. Es una absoluta falta de transparencia que abre las puertas de las coimas, sobre precios, corrupción y lavado de dinero. Todo eso está investigando la justicia.
El kirchnerismo y muchos, no todos, pero muchos dirigentes sindicales, hablan en nombre de los pobres, de los descamisados, de los grasitas, del pueblo trabajador y acusan al resto de la humanidad de ser insensibles explotadores de derecha que solo quieren hacerse más ricos.
Y yo creo que hay una oligarquía sindical en la Argentina que no tiene autoridad moral para hablar en defensa de los pobres ni de los trabajadores. Porque muchas veces perjudican a los afiliados al gremio para beneficiarse ellos y porque hay muchos, insisto, no todos, que son magnates que no pueden explicar como hicieron su fortuna.
Hugo Moyano es un afortunado. Tiene una fortuna. El y sus hijos y su esposa y los hijos de ella tienen una fortuna difícil de explicar. Es el mejor regalo de cumpleaños de Hugo Moyano que hoy cumple 75 años. Millones que le cayeron del cielo como la bendición de la iglesia. Para ellos un regalo extraordinario. Pero para los argentinos, es un presente griego. ¿No le parece?