Adrián Suar siempre dijo que ella podría haber sido una buena actriz. Todos hemos podido comprobar su capacidad para protagonizar una ficción donde ella finge ser la víctima de una persecución ideológica “a la que solo se atreven los gobiernos totalitarios”. Cristina, que encarna su propio relato mentiroso, fue la que hoy introdujo las metáforas de la pantalla grande y de la entrega de los Oscar. Dijo, por escrito, por supuesto, que las investigaciones judiciales, repletas de testimonios de más de 30 arrepentidos y pruebas documentales son “una función de cine continuado”. Pretendió ejercer la ironía o la chicana barata pero no dio una sola explicación coherente sobre la película de terror en la que ella es la estrella como jefa de una asociación ilícita destinada a cobrar coimas y a saquear al estado, según palabras escritas en los expedientes. Vamos a decirlo con todas las letras para que no queden dudas: Cristina Fernández de Kirchner está procesada con prisión preventiva y embargada por la friolera de 1.700 millones de pesos y esta decisión del juez Claudio Bonadio fue confirmada por la Cámara Federal Porteña. Pero eso no es todo. A partir del próximo 21 de mayo se sentará más en al banquillo de los acusados que en su banca de senadora por la minoría de Buenos Aires. Ese día comienza el primero de los cuatro juicios orales y públicos en los que deberá explicar lo inexplicable antes de las elecciones presidenciales.
A estas realidades contundentes ella las llama peyorativamente “causa de las fotocopias” y carga sus textos con generalidades y evade responder lo que se le pregunta. No responde porque no tiene respuestas. Dice que las causas están armadas y que los delitos son imaginarios. Es insólita e inédita la capacidad de engañarse a sí misma que tiene la ex presidenta. Las ocho declaraciones indagatorias de hoy fueron un record histórico en Tribunales y mucho más tratándose de alguien que junto a su esposo tuvieron casi la suma del poder público durante más de 12 años.
A esta altura la causa debería llamarse de “Los arrepentidos de la corrupción de los cuadernos de las coimas K”.
Las revelaciones de muchos funcionarios que estuvieron años al lado de Néstor y Cristina son demoledoras y ratifican absolutamente las denuncias que muchos valientes periodistas hicieron en su momento. Víctor Manzanares, nada menos que el contador de la familia Kirchner, el encargado de dibujar declaraciones patrimoniales y balances, aportó información muy valiosa. Habló de los escondites y de la forma de lavar toda la plata sucia, verdaderas fortunas colosales. El primer lugar a donde iban a parar los billetes físicos de las estafas era a la casa de María Ostoic, la madre de Néstor. Así como no tuvieron culpa en ensuciar a sus hijos, Máximo y Florencia, tampoco les tembló la mano para involucrar a su madre y a otros familiares como sus sobrinas y primos. Daniel Muñoz le habló de que había visto 5 mil millones de dólares ocupando una pileta de natación entera. Era cierto que la levantaban en pala y necesitaban valijas, retroexcavadoras y camionetas para transportar los billetes. Manzanares confirmó la denuncia de Carolina Pochetti: le dieron 8 millones de dólares al juez Luis Rodríguez para que no los metiera presos. Hubo dos millones que se quedaron en el camino. Todos mordían y se llevaban una parte. Aquí tiene que explicar el abogado Miguel Plo donde está el resto del dinero. Porque en su lecho de muerte, Muñoz confirmó que puso diez millones de dólares. Con este solo dato uno se puede imaginar la magnitud de lo robado al pueblo de la patria. Si la coima fue de diez millones de dólares, los negocios sucios superan toda imaginación. Manzanares dijo que Cristina no fue muy solidaria ni humana cuando se enteró del fallecimiento de Daniel Muñoz: “mejor que se murió. Uno menos”. Eso dijo.
Hay que seguir investigando el tema de los peritos.
La vice decana de los peritos, María del Carmen Penedo, también cayó en la volteada y fue mencionada como cómplice de maniobras delictivas. En lugar de aportar su técnica para hacer justicia, hacían trampa para ayudar a encubrir delitos y consagrar la impunidad y la injusticia.
Interpretando un libreto berreta la ex jefa del estado dijo que jamás había cobrado una coima. No se le cayó la cara de vergüenza porque hasta la vergüenza perdió. Es una familia que se hizo millonaria como casi todos sus funcionarios.
Tal vez Cristina siente su conciencia tranquila y su alma limpia de pecados porque cada vez que va a tribunales tiene el acompañamiento de dos guardaespaldas de la fe: Eduardo Valdés y Juan Grabois. Uno fue embajador en el Vaticano por pedido de Francisco y estuvo al lado de Cristina en Comodoro Py y el otro está en el Vaticano, es el mejor amigo de Jorge Bergoglio y supo ser consultor del Consejo Pontificio de Justicia y Paz de la Santa Sede. Grabois, no pudo estar de cuerpo presente y envió su plegaria a través de las redes sociales: “otra vez Cristina enfrenta a una jauría de hienas judiciales en sus madrigueras. Desde donde estoy (el Vaticano, agrego yo) mi apoyo para una gran mujer y mi repudio a los doctorcitos de la ley”.
Todos son abogados, Valdes, Grabois y Cristina y todos apoyan a Maduro y al Papa Francisco.
En este punto, la realidad se parece a un operativo de pinzas que tiene a Cristina atrapada sin salida. Uno de los brazos que la aprisiona es la posibilidad muy concreta de ir presa junto a los actuales detenidos en Ezeiza y Marcos Paz, siempre y cuando ella no gane las elecciones del octubre. Porque si Cristina vuelve al poder lo hará en forma vengativa y recargada para concretar su objetivo de ir por todo.
El otro brazo de la pinza que la tiene arrinconada es la confirmación para toda la sociedad que Cristina es Maduro. Que Cristina es a la Argentina lo que Maduro es a Venezuela. Ella no dijo una palabra por hipocresía y prudencia. Sabe que la inmensa mayoría del pueblo argentino no quiere saber nada con la narco dictadura de Maduro. Es una tierra arrasada por las botas y los fusiles que tiene sojuzgado y privado de su libertad a un pueblo que no tiene medicinas.
Como si esto fuera poco, según, el ex jefe de estado español Felipe González la hambruna y la crisis humanitaria provocó que los venezolanos hayan bajado 11 kilos de peso de promedio cada uno. Si a esto le sumamos la violación a los derechos humanos, la tortura, la cárcel y los asesinatos de opositores aparece un infierno fachista de izquierda solamente respaldado por los regímenes más jurásicos y autoritarios como Cuba, Rusia, China e Irán.
Pese a esa realidad tan evidente, tanto Carta Abierta como el bloque de diputados K que conduce Agustín Rossi, como La Cámpora o Luis D’Elía salieron a poner la cara por este usurpador del poder que solo se mantiene con las bayonetas, los cañones y los servicios de inteligencia cubanos.
Sus Fuerzas Armadas y sus grupos paramilitares encapuchados se han cansado de asesinar gente y este fin de semana llegaron al colmo de la locura: incendiaron dos camiones repletos de comida y remedios que tanto necesita el pueblo venezolano. Hay que tener mucho odio y cero de racionalidad para asesinar y para prender fuego a elementos tan necesarios.
Esa grieta feroz que instalaron los Kirchner desde el poder ahora se potencia y multiplica con el caso Venezuela. Los recitales que hubo en la frontera mostraron las dos caras de los que luchan por la libertad por un lado y los que apoyan la dictadura, por el otro.
Más de 250 mil personas exigieron democracia acompañados por el Puma Rodríguez y varios de los artistas populares más convocantes de América Latina. La valentía de nuestro compatriota Diego Torres. Puso el pecho pese a que muchos que se dicen defensores de la libertad y los derechos humanos en la Argentina hacen un silencio cómplice, miran para otro lado o directamente apoyan a una dictadura porque creen que es de izquierda sin comprender que las dictaduras son dictaduras y atentan contra la vida democrática y no importa la camiseta ideológica que se pongan.
Muchos artistas que adoran a Cristina, al igual que Maradona, son fanáticos de Maduro y Chávez y tienen estómago para tragarse semejante sapos.
Diego Torres cantó “Color Esperanza” y la transformó en un himno maravilloso pero al que escribió la letra, Coti Sorokin salió por las redes a manifestar su enojo porque usaron su canción.
Del otro lado de la frontera, del puente y de la grietas ante 2,500 personas aparecieron sobre el escenario artistas poco conocidos y, lamentablemente, los argentinos de la Bersuit que dejaron en claro en qué país quieren vivir y cuáles son sus valores. Dani Suárez su primer vocalista gritó “Trump tomátelas” y volvió a tomar el micrófono para decir “Fuera Macri de mi país”.
Diego Torres por un lado y todas las naciones y ciudadanos republicanos y democráticos del mundo y la Bersuit del otro, con lo más autoritario y represor del planeta. Cada uno elige la película que quiere ver. Tanto en Venezuela como en Argentina. En mi caso no tengo dudas: Siempre voy a estar lejos de Maduro y Cristina. Amo la libertad y la justicia y aborrezco las películas de terror.