Sin justicia no hay República – 28 de febrero 2019

Dentro de una hora, miles de ciudadanos independientes se van manifestar para exigir una justicia transparente que nos permita construir una República.
Al 700 de la calle que, tal vez no casualmente se llama Libertad, frente al Consejo de la Magistratura, elevarán su voz argentinos que no pertenecen a ningún partido político pero que están comprometidos con el bien común y con una sociedad más igualitaria y honesta. Diana Cohen Agrest, Ricardo Moners Sans, Guillermo Lipera, Daniel Sabsay y Santiago Kovadloff serán los voceros de millones de compatriotas que ya están hartos de ver a los ladrones y estafadores caminar libremente por las calles. La convocatoria apeló a la genialidad de María Elena Walsh cuando escribió: “Señora de ojos vendados/ que estás en los tribunales/ Quítate la venda y mira/ cuanta mentira”.
Los últimos datos que hemos conocido son escandalosos. El juez Luis Rodríguez recibió una coima de 10 millones de dólares de parte de Daniel Muñoz para no meterlo preso, según confesó su viuda, hoy arrepentida, Carolina Pochetti. Ese testimonio luego fue confirmado por Víctor Manzanares, el contador de la familia Kirchner que además agregó que el abogado Miguel Plo que también está detenido, fue el encargado de llevar los billetes físicos y que se quedó con dos millones de dólares en el camino. Estamos hablando de inmorales y mafiosos que primero robaron fortunas colosales al pueblo de la patria y luego se robaban entre ellos. Como si esto fuera poco, Rodríguez, era un adorador de objetos nazis y en el concurso para ser juez copió el examen y ahora tiene un nivel de vida, viajes a lugares paradisíacos y autos de alta gama que no puede explicar. Ojalá el Consejo de la Magistratura lo enjuicie y lo destituya pronto porque al igual que Norberto Oyarbide, Eduardo Freiler, Jorge Ballestero y Eduardo Farah, entre otros manchan la palabra justicia y la vacían de contenido.
Oyarbide, según se supo ahora, le recomendó a Manzanares a la actual vice decana del cuerpo de peritos de la Corte Suprema, María del Carmen Penedo. Hoy, ella tiene un sumario abierto en el máximo tribunal para establecer si el informe patrimonial que ella confeccionó, ayudó a Oyarbide para dictar a la velocidad de la luz el sobreseimiento del matrimonio Kirchner, acusados de enriquecimiento ilícito. Esa operación repugnante fue armada por funcionarios judiciales y servicios de inteligencia que estaban a las órdenes de Néstor y Cristina. Todos haciendo trampa y poniendo sus conocimientos técnicos y sus cargos para dibujar pruebas y producir maniobras delictivas. Fueron cómplices de los delincuentes.
Es intolerable e indignante lo que viene pasando y no hay forma de construir el país que soñamos con semejante nivel de deshonestidad. Porque vamos a decirlo con todas las letras. Hay jueces y fiscales que son delincuentes y que están al servicio de los delincuentes de todos los tamaños. Desde rateros peligrosos como los motochorros hasta millonarios estafadores como Cristina, Lázaro y Cristóbal, entre otros. Su tarea principal es liberarlos lo antes posible. A contramano de toda lógica, siempre buscan el artilugio que les permita favorecer a los victimarios y humillar por segunda vez a las víctimas.
Algunos lo hacen a cambio de coimas y son unos ladrones peores que los ladrones que salpican con su mugre de corrupción a otros hombres de justicia que son honrados y de excelencia profesional.
Otros lo hacen por miedo y por pereza. Les da “fiaca” trabajar e investigar a fondo y/o sienten pánico ante la mínima posibilidad de que el delincuente en libertad, o alguno de sus familiares o cómplices se tome venganza.
Pero existen los fanáticos y militantes. Los que tienen como capanga a Cristina Fernández de Kirchher y como líder espiritual al ex integrante de la Corte, el doctor Eugenio Raúl Zaffaroni.
Precisamente ayer, en el Senado, Cristina se sacó la careta y quedó claro que fue la jefa de la operación sucia contra el fiscal Carlos Stornelli que no casualmente hoy fue llamado a declaración indagatoria por el juez de La Cámpora, Alejo Ramos Padilla. Es imposible probar la inocencia de Cristina ante semejante montaña de pruebas y testimonios de mas de 30 arrepentidos, muchos de confianza de años de los K. Por eso el objetivo es claro: sacar a Stornelli de las causas que involucran a Cristina en la mega corrupción de estado y de esa manera poder zafar de la cárcel. La autora intelectual de esta maniobra es Cristina y el autor material fue, como casi siempre, Horacio Verbitsky.
Ayer, Cristina reveló una cantidad de datos y precisiones que solamente le puede haber entregado el juez Ramos Padilla. Habló de una carpeta escrita en inglés sobre Etchebes, el ex funcionario kirchnerista presuntamente extorsionado. Además, la exitosa abogada dio por cierto un testimonio suelto que asegura que un delincuente y mercenario como Marcelo D’Alessio viajó en el auto con personas de la “Embajada norteamericana”. Con esos papeles flojos, Cristina quiso probar que hay una persecución contra los dirigentes populares armada por los Estados Unidos, Macri, la justicia y el periodismo. Teoría conspirativa absolutamente delirante que ya había expuesto Luis D’Elía, antes de ir nuevamente a la cárcel.
Cristina también profanó un tema sagrado y se comparó con las víctimas de la dictadura a los que además de “encerrarlos, -dijo- les robaban los muebles y otras cosas”.
La mayoría de los jueces y fiscales militantes integra la mal llamada Justicia Legítima. Es la agrupación kirchnerista liderada en su momento por la doctora María Laura Garrigós de Rébori o por Alejandra Gils Carbó. Ellos creen igual que Cristina y Diana Conti que la justicia debe ser elegida por el voto popular y es una de las propuestas que tienen para reformar la Constitución si llegan a ganar las elecciones en octubre. Ellos están convencidos además que Cristina, casi todos sus familiares, casi todos sus ministros y casi todos sus secretarios se hicieron mega millonarios porque son unos genios de las finanzas y que la justicia los persigue por su ideología. Hablan de los pobres y se hicieron magnates. Se llenan la boca con la redistribución de la riqueza y la redistribuyeron entre ellos.
Justicia Legítima que debería llamarse “Injusticia ilegítima”. Tienen la cara de piedra. Son rápidos para los mandados que les piden los amigos. A los enemigos ni justicia. Pero a los amigos, todo.
Esto deberían analizarlo los votantes. Además de la economía también están los que combaten de verdad al delito y lo que miran para otro lado incluso en situaciones gravísimas como estafas, crímenes, narcotraficantes, enriquecimientos colosales, asociaciones ilícitas para saquear al estado como la que lideró Cristina o simplemente en hechos menores como los motochorros que, por lo general, roban a chicos y a mujeres indefensas.
Hay muchos jueces y fiscales ejemplares, valientes, honrados y de gran capacidad intelectual pero estos otros dinamitaron la credibilidad de la justicia que ya venía muy deteriorada.
No tienen derecho. No hay derecho. No se ajustan a derecho. Es una burla a todos los ciudadanos de a pie, de carne y hueso, que hacen esfuerzos descomunales todos los días para trabajar honradamente, para educar a sus hijos y para pagar los impuestos feroces que, entre otras cosas, mantienen al Poder Judicial.
El jurista brasilero Ruy Barbosa de Oliveira, dolorosamente, dice que de tanto ver el triunfo de los corruptos, “el hombre llega a desanimarse de la virtud, a reírse de la honra y a tener vergüenza de ser honesto».
Es una vergüenza del tamaño del estado. Los ciudadanos honestos están hartos de que la impunidad les escupa en la cara. Son delitos de lesa indignidad. Injusticia ilegítima y está todo dicho.
Que todos paguen por lo que hicieron. Si todos quedan en libertad no tendremos futuro. Porque si no se condena a los corruptos se castiga a los honestos. La señal hacia la sociedad es terrible: sigan robando muchachos que no pasa nada.
La impunidad es un veneno mortal para las democracias. Es una invitación a cometer delitos. La República no existe sin justicia. Por eso hay que poner el grito en el cielo. Y como María Elena, pedirle a la señora de los ojos vendados que está en los tribunales que se quite la venda y mire cuanta mentira.