La lengua de Vargas Llosa – 27 de marzo 2019

A Jorge Mario Pedro Vargas Llosa que cumplirá mañana, en Córdoba sus 83 años de vida, ya le hicieron el mejor de los regalos: el próximo Congreso Internacional de la Lengua Española será en la ciudad peruana donde nació, Arequipa. Lo anunció el mismo en la apertura de las sesiones de Córdoba, responsabilidad que compartió con otro alquimista de las palabras, nuestro querido Santiago Kovadloff. Son dos orgullos para un idioma que después del inglés es el que más se habla en el mundo. Hay 570 millones de hispano parlantes en el planeta.
Indomable como buen intelectual, Vargas Llosa aprovechó para criticar al presidente de México Andrés Manuel López Obrador que había pedido que España se disculpara formalmente por los abusos de la conquista. Vargas Llosa le devolvió la pelota: que AMLO explique porque en su país marginan a millones de indios hace décadas.
Es que Mario, desde 1993, también tiene la nacionalidad española y hace 8 años, el rey Juan Carlos le otorgó el título de Marqués. Dice que lo más importante que le ocurrió en la vida fue aprender a leer a los 5 años, en la clase del hermano Justiniano en el colegio Lasalle de Cochabamba, Bolivia. Su madre, Dora Llosa Ureta que lloraba con los poemas de Amado Nervo y Pablo Neruda, le contó que sus primeros escritos eran una continuación de los libros de aventuras que había leído. Ya sea para prolongarlos en el tiempo o para cambiarle los finales a Los Tres Mosqueteros o al viaje del capitán Nemo, por ejemplo.
Vargas Llosa no se privó de nada. Respaldó la lucha del presidente Mauricio Macri y dijo que “los remedios contra el populismo siempre son de mucho sacrificio”.
Pero si tuviéramos que asociar a Vargas Llosa con una sola palabra, esa palabra sería libertad. Es que su lucha política siempre ha sido contra todo tipo de dictaduras y autoritarismo. Eso solo, más el genio literario que lo llevó a ser Premio Nobel, lo coloca en un altar de admiración. Pero lo que más me impacta de Vargas Llosa es su insobornable y feroz pelea por su propia libertad individual. No hablo solamente de condenar asesinos jurásicos como Hugo Chávez o Jorge Rafael Videla. Hablo de sus libertades personales. De permitirse a los 83 años ponerse de novio con una estrella del glamour como es la bellísima Isabel Preysler (la ex mujer de Julio Iglesias) y que le importe un comino lo que la gente comente. Dijo que su fórmula para disfrutar es tratar de que la muerte lo encuentre vivo. Que lo sorprenda lleno de proyectos, de ilusiones, de batallas, de amores y esperanzas. Jamás hay que entregarse mansamente a la muerte ni esperar sentado que la parca llegue. Eso habla de su amor a la vida y a la libertad. Pero como es un francotirador que no tiene patrones ni dogmas no tuvo problemas en tener varias definiciones políticamente incorrectas. Planteó que el Papa Francisco hasta ahora había sido pura retórica, con un discurso que busca simpatías pero que, de verdad, no había cambiado nada de la estructura de la iglesia y el Vaticano. Se puede estar de acuerdo o no con su pensamiento. Pero hay que tener coraje para meter los dedos en todas las llagas. Ni siquiera tuvo problemas en decir que mientras vivió en Londres descubrió que los ingleses son muy sensibles con los animales pero no tanto con los seres humanos. O de utilizar calientes escenas de sexo explícito para describir el clima de época del final de Fujimori y en muchos de sus grandes libros.
Esa libertad y ese combate contra todos los prejuicios, fanatismos y las pacaterías de catedrales contrasta con muchos de sus enemigos que no le llegan ni al tobillo.
Recuerdo que en 2011, ocurrió algo que me dio una profunda vergüenza ajena.
Le cuento primero los hechos puros y duros porque… no se pueden creer. Escuche, por favor: una cronista de televisión, le hizo una entrevista a la diputada kirchnerista Diana Conti.
– ¿Leyó algo de Mario Vargas Llosa?, fue una de las preguntas.
– Las venas abiertas de América Latina, contestó la dama, metiendo la pata hasta el caracú. Pero no conforme con semejante papelón avanzó rauda hacia el ridículo: “Y después, como me pareció un traidor, dejé de leerlo”, sentenció con tono revolucionario. Al final, con cierto pudor, Diana Conti, salió rápidamente de la escena, y dijo una primera verdad: “Entonces no leí nada”. Ni a Eduardo Galeano el verdadero autor de “Las venas abiertas…” y un ícono de la cultura de izquierda.
La ex diputada que encima se ha manifestado orgullosa de ser estalinista o de soñar con una Cristina eterna, junto a otros fascistas de izquierda, en aquellos tiempos cólera, quiso evitar que Mario Vargas Llosa, inaugurara la Feria del Libro con su discurso. El que primero levantó la bandera de la censura fue Horacio González que es sociólogo, docente, integrante de Carta Abierta y en ese momento era director de la Biblioteca Nacional. González les envió un mail a los organizadores donde acusaba Vargas Llosa de ser “un mesiánico autoritario que expresa a la derecha más agresiva y un militante que no deja de atacar a los gobiernos populares” de la región.
Fue otro momento de intensa vergüenza ajena. Era la primera vez que un premio Nobel y encima latinoamericano, iba a abrir nuestra querida Feria del Libro.
El talentoso peruano recordó amargamente aquel trago amargo. “En algún momento soñé con vivir un tiempo en Buenos Aires. Pero tengo un triste recuerdo de las últimas veces que fui. Un grupo de escritores encabezados por el director de la Biblioteca Nacional me quiso prohibir que hablara por mis ideas políticas. ¡Escritores! ¡El director de la biblioteca en donde estuvo Borges!”, dijo con asombro, Vargas Llosa. Parecen salidos de la Inquisición. Insisto con el concepto: fachos de izquierda.
No quiero ni acordarme de su paso por Rosario, cuando un grupo de vándalos auto titulados militantes K atacaron a pedradas la camioneta en la que se desplazaba Vargas Llosa. Daban ganas de escuchar a Jesús diciendo: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen». Seguramente, leyeron tantos libros como Diana Conti.
Vargas Llosa utiliza una figura genial para definir los últimos 12 años de autoritarismo de estado: “Con los Kirchner el país estaba embotellado. Pero el populismo está en retirada en América Latina y tengo motivos para ser optimista. La Argentina me inspira mucha ilusión. La democracia está empezando a funcionar otra vez”.
Mario Vargas Llosa es un combatiente a favor de todas las libertades en su máxima expresión y está en contra de todas las censuras y dictaduras. Desde las de la izquierda stalinista como la de la dinastía Castro en Cuba hasta las de la derecha fascista como las de Pinochet en Chile.
No me gustan las posturas sectarias, militantistas, enfermas de ideologitis que son capaces de apoyar gobiernos corruptos y patoteros como vimos de sobra durante el kirchnerato. Es verdad que Vargas Llosa fue un duro crítico del matrimonio Kirchner. Eso lo hace más interesante todavía. Si el intelectual no tiene una cuota de provocación a contra corriente suele convertirse en un funcionario del montón que apela a la obsecuencia para mantener sus privilegios. El gran escritor peruano dijo que Trump es “populista, demagogo e inculto”.
Los que desprecian desde el kirchnerismo a Vargas Llosa por ser un neoliberal no deberían olvidar que Carlos Menem que fue el ícono más grande que tuvo este pensamiento en la Argentina a la que gobernó durante una década, fue compañero de boleta electoral del matrimonio Kirchner en siete ocasiones. ¿Escuchó? No en una ocasión… en siete. Néstor lo elogió como el mejor presidente de la historia. ¿Se acuerda?
Para aportar otra mirada vale la pena escuchar lo que dijo Joaquín Sabina sobre Vargas Llosa: “Me alegré mucho con su Nobel; es un magnifico escritor. Soy amigo de él, no soy sectario y no les pido carnet a mis amigos. Mis amigos son de izquierda, pero no tienen la obligación de serlo. Me enfado con mis amigos cuando son sectarios y dicen que él es de derechas. Pero los progres deberían leer sus libros”. Alguno, aunque sea uno de sus 59 libros.
Esto es lo que dijo Joaquín Sabina sobre Vargas Llosa. Y solo un fanático podría acusarlo de derechista.
Vargas Llosa desprecia por igual a los carniceros que industrializaron la muerte tanto en nombre de Hitler como de Stalin. Para que no queden dudas hay que decir que la dictadura de Videla lo censuró y por decreto de un general genocida ignorante llamado Albano Harguindeguy prohibió la circulación de su emblemático libro “La tía Julia y el escribidor”. Vargas Llosa contó que guarda aquel texto oscurantista y medieval y todavía no entiende lo que quiere decir.
Además, Vargas Llosa en el plano de los derechos individuales y la cultura dinamita todos los dogmas. Abre todas las cabezas. Francotira ideas para provocar e incomodar a los pensadores perezosos. Está a favor del matrimonio igualitario, del aborto, defiende a rajatabla los derechos humanos. Mario Vargas Llosa es un hombre libre en el más amplio sentido de la palabra. Está entre nosotros. Brindo por eso. Y por sus lúcidos 83 años.