A Macri le hicieron la cruz – 17 de septiembre 2019

Yo digo que la iglesia le hizo la cruz a Macri. Pero de entrada aclaro que cuando hablo de “la iglesia” es para simplificar periodísticamente el concepto. No hablo de los millones de fieles honestos ni de los obispos y sacerdotes que se pasan la vida predicando el camino de la honradez y del combate contra la pobreza. Frente a ellos me saco el sombrero. La patria está llena de sacerdotes y laicos que como buenos cristianos orientan sus rezos y también sus acciones concretas para ayudar a resolver los más graves problemas nacionales como son la indigencia y el hambre que fueron multiplicados por la corrupción de estado.
Pero hay una cantidad importante de miembros de las jerarquías eclesiásticas que se han opuesto con más o menos fuerza y rabia a cada una de las cosas que hizo el presidente Mauricio Macri y que han bendecido o enviado rosarios a personajes nefastos, ladrones y patoteros. Desde el Papa Francisco para abajo son muchísimos los que han crucificado a Macri con su indiferencia o directamente con su crítica feroz. Muchos llaman al Papa Francisco, el papa Peronista. Es por su formación en la agrupación derechosa, setentista y peronista de Guardia de Hierro. Ahí conoció a Roberto “Pajarito” Grabois, el padre de Juan, el chavista provocador.
Hay una foto que se transformó en una postal cuando el santo Padre recibió sin ganas, sin sonrisas y con cara de pocos amigos al presidente elegido democráticamente por 13 millones de argentinos.
Todo lo contrario de la calidez y afecto con que escribe a Hebe de Bonafini o trata a Milagro Sala y en su momento al Caballo Suárez un pistolero ladrón que por suerte, por ahora, está preso. El Caballo tenía su oficina tapizada de fotos, bendiciones y rosarios del Padre Jorge y hasta su radio se llamaba de esa manera.
Ni hablar del histórico encuentro de los muchos que tuvo con Cristina y el Cuervo Andrés Larroque que lo hizo aparecer con una camiseta de La Cámpora.
En dos palabras: nunca la iglesia argentina, o su conducción, tuvo mejor relación con el peronismo. Y nunca tuvo tan mala onda con la coalición no peronista que encabeza Macri. Esto es así en todos los niveles. Los curas villeros están repletos de militantes peronistas a imagen y semejanza del padre Carlos Mugica. Otros, más a la izquierda todavía, no tuvieron vergüenza en repudiar la presencia de la vice presidenta de la Nación, Gabriela Michetti en la ceremonia de beatificación de monseñor Enrique Angelelli. Le recuerdo que el obispo fue asesinado en La Rioja, donde actuó el general de Cristina, César Milani, durante el terrorismo de estado. Y que Michetti era una niña que además siempre militó en agrupaciones católicas y tuvo gran relación pastoral y de afecto tanto con Jorge Bergoglio como con el padre Rafael Braun. Sin embargo, un grupo del Movimiento de Curas en Opción por los Pobres levantó una bandera que decía: “ Michetti: el gobierno nacional insulta la memoria de nuestros mártires” y el cura ultra K, Francisco “Paco” Oliveira se acercó a Michetti y la invitó a que se retirara del lugar porque dijo que Angelelli “había sido asesinado por oponerse a políticas similares a las de su gobierno. Usted no debería estar acá” . Insólito gesto cargado de odio e ignorancia. Igualar al criminal de lesa humanidad Jorge Videla con un presidente democrático que nunca mató una mosca es un despropósito típico de un fanático. Fue tan irracional todo que el obispo de Avellaneda – Lanus, Rubén Frassia, lo sancionó y luego denunció que Oliveira lo combatía desde tribunas como las de Madres de Plaza de Mayo o el Instituto Patria.
El Papa Francisco fue moviendo sus piezas del ajedrez y armó un directorio de la iglesia argentina a su imagen y semejanza. Designó a muchos de sus compañeros de ideas justicialistas como monseñor Oscar Ojea, por ejemplo. Ya contamos que Francisco tiene como mano derecha en todo el sentido de la palabra derecha, a Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo que organizó un congreso sobre las mafias con Hugo y Pablo Moyano. Aclaro que según el cartel del encuentro era en contra las mafias. Fue en un local de camioneros. Más o menos como hablar de la virginidad en un prostíbulo.
Sánchez Sorondo también es un protector de Juan Grabois al que la ministra Carolina Stanley le dá 100 mil planes sociales por mes más otros 80 mil para sus aliados de la Corriente Clasista y Combativa y Barrios de Pie, conocidos obviamente como “Los Cayetanos”. Suelen decir que su único jefe vive en el Vaticano. Ese dinero sirvió de ayuda para algunos comedores y cooperativas pero básicamente permitió fortalecer el aparato movilizador que corta calles y rutas y tiene como principal enemigo a Mauricio Macri. No hay muchos antecedentes de gobiernos que hayan alimentado con fortunas a sus opositores más cerriles. Es que hay integrantes de Cambiemos como Stanley, Esteban Bullrich o la propia María Eugenia Vidal que son católicos activos de toda la vida y que aman al Papa Francisco y muchas veces esa fe comprensible, los lleva a disimular o minimizar los encontronazos que el Sumo Pontífice tuvo y tiene con el macrismo. De hecho la mismísima María Eugenia Vidal tuvo que soportar que en su propia cara, el obispo Jorge Lugones le diera un sermón y un reto por la falta de sensibilidad social. Dijo que veía que construían cárceles y no hospitales. A su lado estaba monseñor Oscar Ojea y Carolina Stanley. Lugones, también de familia peronista, tío de Mariano Bruera el hermano del ex intendente platense que está preso por corrupción, había apoyado el paro de la CGT.
Hay infinidad de situaciones de este tipo a lo largo de estos años. Pero en Salta este fin de semana ocurrió una de las más polémicas. El arzobispo Mario Cargnello, en plena misa por la Fiesta del Milagro que congregó a una multitud impresionante sacudió al presidente Macri con un reproche sobre la pobreza. Casi como si estuviera en campaña electoral, la máxima autoridad del clero provincial, lo desafió y le dijo: “Mauricio, llévate el rostro de los pobres”, mientras levantaba la voz como en un acto proselitista. Otro sacerdote, días antes, había reclamado que se declarara persona no grata al jefe del estado.
Insisto en que me parece que la preocupación por los pobres es siempre bienvenida. Pero la forma en que el obispo le hizo una zancadilla al presidente fue muy chocante. Macri se quedó callado, sorprendido y apichonado.
Fue una actitud entre demagógica y oportunista. No era el lugar ni la oportunidad ni el tono. Sobre todo porque monseñor Cargnello no está en condiciones de tirar la primera piedra por varios motivos. Primero porque hace varias décadas que las provincias más pobres están gobernadas por verdaderas dinastías del peronismo y que muchas de ellas tienen un funcionamiento típico de los señores feudales. No se recuerda que monseñor le haya dicho algo sobre la pobreza estructural ni el rostro de los pobres a los gobernadores justicialistas varias veces reelectos en muchos casos. Salvo que el obispo de Salta crea que la única responsabilidad por el drama de la pobreza en la Argentina se del presidente Macri que todavía no gobernó ni cuatro años frente a un peronismo que gobernó el 50 % del tiempo en los últimos 65 años. ¿Cristina no tuvo nada que ver? ¿Menem no tuvo nada que ver?
¿Dijo algo cuando Cristina dijo que había un 5% de pobres?¿ O cuando Aníbal desbarrancó al plantear que en Alemania había más pobres? ¿O cuando Axel dejó de medir la pobreza para no estigmatizarlos? Si Macri se tiene que llevar los rostros de la pobreza por orden no muy divina del obipo, hay otros que también deben recibir su cuota parte de responsabilidad.
También hay que tener un lugar moral para apelar a semejante cobardía discursiva. Monseñor Cargnello tiene muchas explicaciones que dar ante la justicia (en un rato Federico Andahasi nos va a contar una historia terrible de curas violadores y narcos) y los antecedentes de su actuación durante el caso del asesinato de María Soledad Morales en Catamarca que no han sido de los mejores. Todos recuerdan el coraje de la hermana Martha Pelloni para denunciar el crimen de los hijos del poder y de la complicidad de la dinastía de los Saadi. Fue una tarea titánica acompañada por una multitud en silencio y rechazo del horror de estado. Mario Antonio Cargnello entonces dirigía el diario de la curia en Catamarca y puso su línea editorial al servicio de los victimarios y del poder económico y político de Catamarca.
En aquella época Cargnello no parecía estar del lado de los pobres como la familia de Ada Morales. Tampoco a la hora de encubrir curas pedófilos como Rubén Agustín Rosa Torino que abusaban de gente humilde, con tanta pobreza como fe en Dios.
Haciendo un ejercicio de especulación y fantasía, cuando ví a Macri sin respuesta, pensé que reacción hubiera tenido un presidente como Raúl Alfonsín, un gallego calentón, con huevos y con formación política que en su momento ocupó el mismo púlpito de monseñor Medina para contestarle una agresión de su homilía. Medina fue un confesor de los dictadores y Alfonsín un abogado de los familiares de los presos y de las víctimas de las desapariciones.
En este caso, el presidente Macri puso la otra mejilla, pero su compañero de fórmula, Miguel Angel Pichetto puso las cosas en su lugar. Dijo que ese obispo descortés, había dicho una tontería y una exageración. Y antes había criticado a la iglesia por no salir a repudiar la toma de los shoppings o el bloqueo a los countries. Aseguró que se trata de una sobreactuación para quedar bien con el Papa Francisco.
Nadie fue tan irrespetuoso para decirle a monseñor Cargnello: “Mario, llévate el rostro de la pedofilia o de la corrupción o de la protección a los Saadi”.
Nadie fue tan irrespetuoso para contestar con otra falta de respeto.
Hubiera sido como poner el grito en el cielo.