No maten al mensajero – 15 de noviembre 2019

Esta columna está dedicada a dos periodistas extraordinarias. A Carolina Amoroso y a Lucía Salinas. Son jóvenes, rigurosas y valientes. Enorgullecen este oficio maravilloso tan lleno de chantas y delincuentes como todos los oficios.
Poner en un recuadro la actuación de Carolina y Lucía me ayuda a destacar el rol del periodismo independiente y las informaciones que ellas generaron y difundieron.
Carolina es Licenciada en Comunicación y Magister en Periodismo. Hizo en Bolivia una de las mejores coberturas que se recuerde. Hizo lo que todo buen cronista debe hacer. Mostrar todo lo que pueda, preguntarle a todo el mundo y tratar de entender y explicar lo que pasa en un país hermano que está al borde de la guerra civil. Carolina con su mochilita y su figura frágil, pero con su espíritu de acero tuvo que enfrentar a energúmenos y fanáticos de ambos bandos ideológicos. Los izquierdistas que apoyan a Evo la acusaban de mentir. Los derechistas que combaten a Evo, también. Todos le exigían que dijera la verdad, que no mintiera. En realidad, querían que Carolina dijera lo que ellos piensan y se pusiera la camiseta de su opción ideológica. Los más violentos le tiraron piedras, la insultaron, le decían que se fuera a su país. Le hacían fuck you frente a la cámara. Un verdadero hijo de puta y cobarde llamó a que la prendieran fuego. Ella se mantuvo entera frente a semejante provocación y lentamente, se fue retirando de la escena. Pero la siguieron hasta la puerta del hotel. Le hicieron la vida profesional imposible. El fanatismo que ambos bandos evidenciaron colocó a Carolina y a todos los periodistas argentinos en una situación tan peligrosa que nadie les podía garantizar su seguridad. El gobierno argentino y las autoridades de TN y canal 13 y el resto de los canales acordaron refugiarse en la embajada argentina y huir casi en forma clandestina para regresar a nuestro país. Producía profundo dolor ver a gente humilde encarnar esa grieta nefasta, ese abismo político que agitaron los líderes populistas y autoritarios contra la libertad de prensa y contra los cronistas que la ejercen. Como si esto fuera poco, una fascista que dice ser ministra de Comunicación de un gobierno que nadie eligió y que se llama Roxana Lizárraga amenazó con acusar a los periodistas de sediciosos y aplicarle todo el peso de la ley. Eso desató una verdadera cacería de periodistas. Un retroceso a la edad de piedra y una glorificación de los linchamientos. Un camarógrafo de América fue trompeado. Varios colegas escupidos y apedreados. Satanizaron tanto al periodismo que muchos ignorantes fundamentalistas compraron esa idea de que los periodistas son los culpables de todos los males. Y en esto no hay distinción ideológica. Son tan responsables de que esta falsedad se haya instalado en algunos ciudadanos, tanto Donald Trump, como Cristina Fernández. En este abanico de populistas no pueden faltar ni Maduro ni Bolsonaro. Hasta el Papa Francisco se convirtió en el principal vocero global de este delirio. Aunque no lo puedan creer, en pleno congreso de la Asociación Internacional de Derecho Penal, el Santo Padre dijo textualmente que “los abusos de prisión preventiva vulneran las presunción de inocencia de los dirigentes políticos”. El Sumo Pontífice argentino y peronista, recitó el padre nuestro de la Lawfare y denunció que “ las imputaciones falsas contra dirigentes políticos promovidas concertadamente por medios de comunicación, adversarios y órganos judiciales colonizados, (…) retacean los derechos sociales y promueven un sentimiento anti política del que solo se benefician quienes aspiran a ejercer liderazgos autoritarios”. ¿Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma de los ladrones de estado más grandes que tuvo esta tierra como fue la familia Kirchner o de la narco dictadura chavista de Nicolás Maduro? Lo pregunto porque estuvo presente en el seminario el doctor Roberto Carlés quien fue impulsado para integrar la Corte Suprema de Justicia por Cristina en el 2015. Y en el anterior encuentro, quien le entregó una carpeta con sus ideas fue Eugenio Zaffaroni, el ex miembro de la Corte y hoy principal asesor de Cristina.
El periodismo tiene la obligación de incomodar, de ser la piedra en el zapato, de tener una mirada crítica para no convertirse en chupamedia y publicista. El periodismo es el que garantiza el derecho de los ciudadanos a tener la mejor información, una aproximación a la verdad que en pluralismo le asegura sacar su propia conclusión y su idea personal de la verdad. Una sociedad sin periodismo es una sociedad ciega, cómplice de los corruptos y los mafiosos.
Lucía Salinas trabaja en Clarín y en TN con mi hijo Diego. Nació en Río Gallegos, pero estudió en La Plata. Es una experta en desentrañar los expedientes y en investigar los negociados de los 12 años kirchneristas, los más corruptos de la historia democrática argentina. Escribió el libro “¿Quién es Lázaro Báez?
Hoy publicó e interpretó una información estremecedora donde plantea que es muy probable que todos los ladrones de estado salgan próximamente en libertad. La indignación corrió como reguero de pólvora. Le resumo la data dura para comprenderlo mejor: Una comisión bicameral formada a tal efecto, ordenó que entren en vigencia una serie de artículos del nuevo Código Procesal Penal que limitan las prisiones preventivas. Los jueces, a partir de ahora, tienen que cumplir con nueve pasos previos antes de poder aplicarlas. Esto les abre las puertas de la cárcel a varios próceres solidarios. Hablo de malandras de la catadura de Amado Boudou (condenado a 5 años de prisión por robarse Ciccone, la fábrica de billetes) del gerente de coimas y lavado, Julio de Vido, del empresario más exitoso de la historia, Lázaro Báez y del funcionario que nos salió más caro a los argentinos a pesar de llamarse Roberto Baratta, el coordinador de las coimas de obra pública registrada en los cuadernos. Hasta Ricardo Jaime que es un corrupto confeso que reconoció los delitos que cometió, pronto podrá estar en las calles y regresar al country en el que vive en Córdoba, donde tiene varias casas que seguramente las hizo con el sudor de su frente.
Esto confirma, según mi análisis político, que el operativo “Impunidad para todos y todas y libertad a todos los políticos y empresarios presos” sigue su marcha a paso redoblado y a tambor batiente. Creo que la ingenuidad de los legisladores de Cambiemos hizo que el despacho saliera por unanimidad de la comisión que preside el senador Rodolfo Urtubey. Este nuevo Código, seguramente, desde el punto de vista técnico achica la discrecionalidad de los jueces. Y eso está bien. Pero sin dudas, que agranda la brecha de credibilidad que hay entre los ciudadanos de a pié y un sector de la justicia. Y eso, está muy mal. Las frases populares de “Acá nadie va preso” o “Los políticos se protegen entre sí” vuelven a tener potencia en el habla cotidiana. Muchos funcionarios ladrones y empresarios cómplices van a dejar la cárcel para transitar por las calles con millones de argentinos decentes que se rompen la espalda todos los días trabajando honestamente.
Para la República y la ética son dos malas noticias. Que agredan a los periodistas y censuren su libertad para trabajar y que los legisladores hayan habilitado la posibilidad de que los corruptos abandonen la cárcel, demuestra todo lo que hemos retrocedido y todo lo que podemos seguir retrocediendo.
En “Las vidas paralelas”, Plutarco escribió lo siguiente: “El primer mensajero que dio la noticia sobre la llegada de Lúculo, estuvo tan lejos de complacer a Tigranes que éste le cortó la cabeza por sus sufrimientos” y se dispuso a escuchar solo a los que lo halagaban. Enojado con el mensaje, Tigranes, le cortó la cabeza al mensajero. Ojalá en Argentina, no maten a los mensajeros.