El más odiado por Cristina – 4 de febrero 2020

Hoy murió Claudio Bonadio, el juez más odiado por Cristina. No hay antecedentes de tantas operaciones y agravios contra un magistrado federal, que hayan sido ordenados y ejecutados por Cristina durante y después de su presidencia. En una de sus insoportables cadenas nacionales, la ex jefa del estado aseguró que no se iba a dejar presionar por el juez al que definió como “pistolero, mafioso y extorsionador”.
Cuando Cristina logró desplazarlo de la causa Hotesur, prácticamente la totalidad del estado mayor cristinista salió a darle como en bolsa. Y todos con el mismo discurso. En su libro, “Sinceramente”, Cristina lo llama “Sicario”.
Hoy mismo, con el cadáver todavía tibio, uno de sus abogados, Gregorio Dalbón, dijo que a Bonadio lo había matado el odio, que en la embajada de los Estados Unidos estaban de luto y que la muerte “Le sienta bien”, entre otras agresiones repugnantes y cobardes contra alguien que no puede defenderse.
Un abogado de prestigio y coraje como Pablo Lanusse le salió al cruce con un tuit: “Toda enfermedad y la muerte misma nos interpelan. Y como actuamos frente a ellas, nos describe. A nadie le sienta bien la muerte. Solo la perversidad, el odio, el resentimiento y el desprecio a la dignidad humana pueden explicar que alguien burle la muerte de otro. ¡Cuánta miseria¡”
Pero tratándose de Dalbón, nadie puede sorprenderse de su bobalicona irracionalidad. A fin de año ya había publicado un video donde champagne en mano y a las carcajadas le decía a Bonadio “La tenes adentro”.
Le recuerdo que en la conversión de Dalbón al kirchnerismo, también hay millones de razones. En el siniestro de estación Once, este señor, representaba a algunos de los familiares. Fue el único que no querelló contra Julio de Vido. ¿Usted me entiende, no? A pesar de semejante agachada, De Vido fue preso, gracias al trabajo que hizo Bonadio.
Es tan grave su degradación personal de Dalbón que hasta Horacio Verbitsky siempre dijo que era un error que Cristina contratara a semejante personaje, con tan poco conocimiento del derecho y con total ausencia del sentido común.
Tal vez Dalbón dijo lo que Cristina piensa y no puede decir, como suele ocurrir con Hebe de Bonafini. Pero en público, de cara a la sociedad, solo los cristinistas más fanáticos celebran la muerte y los dichos de Dalbón. Verbistky lo desprecia. Y eso que el definía a Bonadio como “El doctor Glock”. Otro que se tomó revancha fue el ultra millonario kirchnerista Gerardo Ferreyra que en un tuit escribió: “Conmigo no pudo”.
Yo diría que el partido todavía no terminó. Y que si se consagra la impunidad en este país, será cierto que Ferrerya se saldrá con la suya. Pero tal vez, haya otros jueces con coraje republicano para seguir adelante con todos los juicios, sobre todo, con los de la causa de los Cuadernos que ya fue elevada a juicio oral. Vale la pena recordar que la causa de los Cuadernos es la más grave de toda la historia de la corrupción argentina y la que más pruebas y testimonios tiene.
Hasta el mismísimo Guillermo Moreno, hoy marginado del cristinismo por el rechazo que produce su figura piantavotos, en su momento desafió a pelear “cuando quieras, donde quieras y como quieras” a Bonadio.
Se supone que el “como quieras”, incluía también un duelo a los tiros. Bonadio le había dicho a Jorge Lanata por radio que no se metieran con sus hijos y que si querían pelear con él, estaba disponibles. Pero que no se las agarraran con su familia.
A Bonadio, le pintaron la casa y el estudio de grabación del hijo con amenazas. Le tiraron un paquete con artefactos explosivos al jardín de su casa y la policía tuvo que efectuar dos “detonaciones controladas” y hasta lo amenazaron de muerte con un papel que arrojaron por debajo de la puerta de su despacho privado en los Tribunales de Comodoro Py.
Fue una exhibición de poder tan grande que a Bonadio, solamente le quedó el arma de la ironía para decir: “Si aparezco suicidado, busquen al asesino”.
El asesino fue un maldito tumor cancerígeno en el cerebro. En julio de 2015, Cristina le había puesto precio a su cabeza. Lo dije en una editorial y lo ratificó el doctor Bonadio en una entrevista que le hicimos en Los Leuco en TN.
Bonadío siempre fue para los K una astilla del mismo palo. Su militancia peronista lo llevó a ser funcionario de Antonio Cafiero, de Carlos Menem y Carlos Corach y cuadro del peronismo derechoso de Guardia de Hierro, donde conoció a Guillermo Moreno, Roberto, el padre de Juan Grabois y hasta a Jorge Bergoglio. Sin embargo, los peronistas de todos los matices cerraron filas para ser cómplices de la corrupción de Cristina y se lo quisieron llevar puesto.
El momento en el que Bonadio estuvo más cerca de la muerte, con excepción de mayo pasado, cuando fue intervenido quirúrgicamente en su cabeza, fue en el 2001. Bajaba de su Audio negro en la esquina de San Martin y Matienzo en Villa Martelli con un amigo. Eran las 20.30 hs. Dos muchachos se acercaron y les dispararon con un arma. Un balazo impactó en hígado de su amigo, Miguel Angel Patrani. En ese momento Bonadio reaccionó velozmente, desenfundó su pistola Glock y mató a ambos delincuentes. A uno le pegó 6 balazos. Se sospechó que el ataque fue ordenado por una banda de secuestradores que el juez estaba investigando.
El momento en el que Bonadio se sintió más agredido, tal como conté, fue en el 2017, cuando, desesperados por el avance de las causas contra la mega corrupción de Cristina se metieron con su hijo Mariano. En una amenaza le dijeron que le iban a armar una causa por drogas, Marcelo Fuentes, el senador de Cristina, hizo una denuncia sobre los fondos que utilizó el joven Bonadio para armar un estudio de grabación para su grupo musical pese a ser monotributista.
Obviamente que le armaron todo tipo de denuncias y la inmensa mayoría fueron desestimadas tanto en el Consejo de la Magistratura como en la propia justicia. Estaban en su mayoría generadas por revanchismo y bronca, con una notoria ausencia de papeles y de pruebas. Llegaron a decir que tenía una oficina que le prestaba la embajada norteamericana y que trabajaba para Clarin. Relato K en estado puro. La única defensa frente a tantos datos y testimonios era un ataque feroz. Y fue lo que hicieron.
Es que Bonadio, fue el que arrinconó contra las cuerdas de los tribunales al kirchnerismo en general y a Cristina y su familia y su cártel de los pingüinos en particular. Fue el primero que se atrevió a llamar a Cristina a declaración indagatoria, el que más veces la procesó y el que pidió su desafuero y su prisión. Jorge Capitanich dijo que Bonadio ejercía «el golpismo activo». Máximo Kirchner, también procesado por Bonadio, no se quedó atrás: “Es una cuestión salvaje de un juez que pasó de estar en la servilleta de Corach al Iphone 7 de Macri. Es una operación clara del gobierno”. Es asombroso que lo acusen de estar en la servilleta de Corach, en el gobierno de Carlos Menem que Néstor apoyó con tanto énfasis en sus discursos y en las elecciones donde compartieron boleta en 7 oportunidades.
Bonadio, tenía un temperamento fuerte, o unos huevos así de grandes para ser más preciso. Su pelo y su barba se fueron poniendo blancos y hace tres días pasó el peor de los cumpleaños, el número 64, porque la muerte ya golpeaba a su puerta. Había pedido prolongar su licencia hasta marzo. Jamás lo ví en su despacho ni tomé un café con él. Vino a TN en alguna ocasión y fue muy respetuoso. Enfrentó un aparato gigantesco estatal y para estatal que lo quiso estigmatizar y sacarlo de la cancha. No pudieron porque la democracia y el estado de derecho todavía tienen sus reflejos. Solo la muerte pudo con Bonadio. Pese al odio de Cristina.