Crónicas de guerra. Ser periodista hoy – 26 de marzo 2020

Parte diario: 502 contagiados y 8 muertos.
Un día como hoy, Pepe Eliaschev publicó una de las primicias más extraordinarias desde el regreso de la democracia. En la tapa del diario “Perfil” denunció el tenebroso pacto secreto que Cristina estaba firmando con Irán para encubrir a los responsables del atentado a la AMIA y la embajada de Israel. Fue una noticia de alto impacto y seguramente, marcó a fuego la carrera de quien considero, fue el mejor periodista político radial. Pepe sufrió exilios, persecuciones, escribió libros, publicó en diarios y revistas y siempre tuvo coraje en televisión y radio para llamar a las cosas por su nombre. Y también fue censurado y despedido por el gobierno de Néstor Kirchner que lo condenó a trabajar en radios humildes o cables de poca masividad.
Un día como hoy, pero de hace 9 años, Pepe reveló con exactitud el mecanismo de la búsqueda de impunidad que el ex canciller Héctor Timerman firmó en la ciudad siria de Alepo. Exhibir esa verdad y sostenerla en el tiempo le costó el ataque permanente del cristinismo que primero negó y luego tuvo que reconocer esa traición realizada a espaldas de los argentinos y de los familiares de los muertos. Pepe soportó estoicamente todo, incluso el maltrato de ciertos miembros de las entidades de la colectividad judía que tenían intereses ideológicos y económicos con el gobierno K.
Al tiempo, todo lo que Pepe había publicado, se confirmó con lujo de detalles. La verdad, el coraje y el profesionalismo habían triunfado sobre la mentira, la cobardía y el autoritarismo.
Fue un periodista de raza que ejerció con hidalguía frente a estos micrófonos hasta que el cáncer de páncreas, lo liquidó. Este recuerdo de un día como hoy me llevó a reflexionar sobre el rol del periodismo en general y, en particular, en estos momentos de la maldita pandemia que con 20 mil muertos ya se convirtió en la más letal del siglo. Es que este virus criminal viaja en nuestros cuerpos. Es increíble que cada ciudadano sea, al mismo tiempo, el veneno que contagia con la saliva y el antídoto que cura con la cuarentena. Todavía hay muchos idiotas que no entienden esto y con su irresponsabilidad sabotean la salud pública y el bienestar general. Todavía hay muchos idiotas antisociales que no se dan cuenta que son los más pobres de los pobres los que van a pagar las consecuencias más terribles. Porque para quedarse en casa, hay que tener una casa. Y demasiados compatriotas viven hacinados en una casilla precaria. Para lavarse las manos hay que tener agua. Y dos millones de argentinos no tienen acceso a una red de agua potable. El virus mata pero también desnuda pornográficamente a los gobiernos que no supieron, no quisieron o no pudieron ofrecer las necesidades básicas a sus gobernados.
Pensé en Pepe y en el periodismo de hoy. Hay de todo como en botica, por supuesto. Hay ignorantes salvajes y sensacionalistas, por supuesto. Todas las actividades tienen su cuota de delincuentes y corruptos, y la nuestra, no tiene porque, ser la excepción. Pero quiero ser lo más riguroso y equilibrado posible. En general, la mayoría del periodismo se está comportando correctamente. Algunos comunicadores son más eficaces y otros menos, algunos tienen más carisma para transmitir y otros menos, pero en promedio son absoluta mayoría los que llevan adelante su tarea buscando el equilibrio entre informar sin ocultar datos pero, sin caer en el alarmismo que asusta a la gente y potencia el virus del pánico. Estoy seguro que Pepe Eliaschev hubiera transitado por este camino. El de apuntar a los autoritarios que siempre potencian las peores enfermedades. Lo está denunciando la organización “Reporteros sin Fronteras”. Un informe de esta organización dice que los medios de comunicación chinos podrían haber informado mucho antes sobre la gravedad de la epidemia si Pekin hubiera garantizado la libertad de prensa. Hicieron todo lo contrario. Castigaron al médico que descubrió el virus. Y obligaron al periodismo a ocultar el origen y el desarrollo de semejante drama. Se podrían haber salvado miles de vidas. Reporteros ubica a China en el puesto número 177 sobre 180 en el ranking de la libertad de prensa. Esa actitud tiránica es más grave que todos los virus juntos. Porque el principal insumo de los periodistas no es la noticia. Es la libertad. Con libertad podemos practicar un periodismo bueno, malo o regular. Pero sin libertad solo es posible la propaganda de los esbirros del poder.
Nuestro rol como siempre es la búsqueda de la verdad para convertirnos en fiscales del poder y en abogados del hombre común. Esa es nuestra ética profesional. No mentir, chequear la información que difundimos, no pagar ni cobrar por lo que decimos y hacemos y ponernos siempre del lado de las víctimas.
Y tratar de compensar las malas noticias inevitables con buenos ejemplos que muestren la salida y que no todo está perdido. En este terremoto sanitario y económico que estamos viviendo, por suerte hay muchas situaciones para destacar y alegrarnos.
Es algo asi como nuestra sección de “Todos los días hay una buena noticia”.
Ayer algo le comenté. Más de 20 mil porteños se anotaron para ser voluntarios para ayudar y contender a los adultos mayores que son claramente los integrantes principales de los grupos de riesgo. Todo empezó con cartelitos en los ascensores o en los pasillos. Soy fulano de tal del cuarto B y me ofrezco para hacerle las compras en la farmacia o en el supermercado a quien lo necesite. Este es mi teléfono. Esa solidaridad espontánea y emocionante, ahora está sistematizado por el gobierno de la Ciudad. Se puede ayudar en forma presencial pero también por teléfono para charlar y acompañar a nuestros viejitos y que no se sientan solos ni entren en miedos, angustias o ansiedades.
El otro mensaje esperanzador fue generado en Villa Lugano, en la Escuela Media Técnica de la Universidad de Buenos Aires. Allí cinco alumnos muy jóvenes y dos profesores se metieron en un concurso nacional de física. Los ganadores tenían como premio viajar al campeonato mundial en Israel, organizado por el prestigioso Instituto Weizmann. Los chicos de Lugano, ganaron. ¿Se imaginan la alegría y los abrazos? Y prepararon una caja que debía ser difícil de vulnerar. Ese era el desafío. Tratar de vulnerar y abrir las cajas de los demás alumnos de varios países del mundo y evitar que ellos vulneraran la que se construyó acá con los principios de la física. Se juntaron y trabajaron día y noche. Le sacaron horas al descanso, a la posibilidad de estar con sus familias e incluso al esparcimiento. Muchos de sus amigos iban a bailar o a jugar al fútbol y ellos seguían quemándose las pestañas con ese proyecto tan hermoso. Lamentablemente por la pandemia, el torneo en forma presencial en Tel Aviv se suspendió. Los chicos se pusieron tristes. Nunca habían viajado en avión. Pertenecen a familias y barrios humildes. Pero siguieron batallando cuando les confirmaron que se podía hacer en forma remota, por Skype y a través de las redes. Estudiaron inglés, estudiaron teatro para poder exponer con mayor fluidez y finalmente, a la distancia, ganaron el premio del público. Unos genios. Lamentablemente, no pudieron festejar ni abrazarse porque cada uno estaba cumpliendo con la cuarentena en sus casas. Tuvieron que engancharse a la red en forma separada. Pero ganaron. De Lugano a Tel Aviv. De la Escuela Media Técnica al Instituto Weizmann de fama mundial. Estos chicos nunca bajaron los brazos. Dieron muchos ejemplos. Perseverancia, sacrificio, amor al estudio, al progreso y a la ciencia. Y trabajaron en equipo guiados por maestros contenidos por un colegio que apuesta a la excelencia y a la solidaridad.
Esa selección nacional que ganó el mundial de física la integran Luciano Cejas, Brian Terceros, Jazmín Carbarián, Sofía D’Eclessis y Rut Mamani. Los directores técnicos, por llamarle así a sus docentes fueron Paula Leales y Claudio Bilardo que si tiene apellido de técnico campeón del mundo.
Rut Mamani fue la encargada de exponer y explicar el funcionamiento y la construcción de su caja difícil de vulnerar. En realidad fueron ellos, estos 7 argentinos los que no se dejaron vulnerar ni vencer por todas las dificultades que tuvieron que enfrentar.
Por eso no me canso de enviar este mensaje a toda la gente de buena voluntad que quiera habitar el suelo patrio: Hay que quedarse en la casa para resistir. Así soportaremos los golpes y jamás nos rendiremos. Erguidos frente a todo. Resistiremos al virus, para seguir viviendo.