Con el duelo nacional, no alcanza, señor Presidente. Con la bandera a media asta, no alcanza, señor Presidente. Con sus condolencias a la familia por las redes sociales, no alcanza, señor presidente. Hay que tomar las medidas necesarias para que esto, no ocurra nunca más.
Rodrigo Roza, un desquiciado, le clavó varias puñaladas al agente, Juan Pablo Roldán y una de ellas, fue directo al corazón. El valiente inspector de la policía montada de la federal, tenía 34 años y puso el cuerpo para proteger a muchas personas que estaban tomando café en la zona del Malba. Trató de calmarlo y avanzó. Y minutos después, se desangró y falleció en el sanatorio Mater Dei, que está a media cuadra.
El culpable de ese terrible crimen es Rodrigo Roza, está claro. Lo vimos en las cámaras de seguridad. Una persona que fue escolta de la bandera en el colegio San Miguel, muy tímido, que un día se volvió loco. Dicen sus amigos que dejó de tomar la medicación por tres días y los demonios se apoderaron de su mente. Y que la cuarentena lo tenía muy angustiado. No hay dudas, el culpable del homicidio es Rodrigo Roza. Pero los responsables son otros. El periodista Alvaro Vargas Llosa, el hijo de Mario, los identificó en su libro: “Manual del perfecto idiota Latinoamericano”. Es una radiografía del falso progresismo jurásico que sobreactúa su fobia a los uniformados en los que ve siempre a un dictador. Argentina está llena de este tipo de idiotas que se quedaron en los setenta y que son capaces de mirar al policía honesto que nos protege y ver a Jorge Rafael Videla. Todavía no entienden que los más pobres son los que más sufren la inseguridad y a delincuencia. En sus barrios humildes tienen que pagar peaje a los narcos y a los chorros para poder ir a la escuela o a trabajar. No tienen recursos para refugiarse ni en la seguridad privada de los vigiladores, ni tras las rejas o las cámaras. No tienen autos con vidrios polarizados. Las madres, todos los días sufren porque a sus hijos les roban la mochila, las zapatillas o los invitan a convertirse en soldaditos de la droga y ganar la plata fácil. Esos sí que están en contra de la meritocracia. Sin embargo en este cuarto gobierno kirchnerista está lleno de este tipo de imbéciles que creen que ser revolucionario es abrir las cárceles para soltar delincuentes peligrosos y no darles ni cinco de bola a los ciudadanos honrados que sufren los delitos. Siempre están del lado de los victimarios y nunca de lado de las víctimas. Entre los intelectuales, también está lleno de estos hijos putativos de Eugenio Zaffaroni. Compraron esa falsa postura garantista que defiende a los que violan la ley porque dicen que son productos de la injusticia del sistema capitalista y que no tienen la culpa de eso. Una burrada peligrosa que instaló en nuestro país el vale todo para los delincuentes y la sospecha permanente para los policías. Me gustaría que observaran que les hacen a los que roban, violan o matan en Cuba, Venezuela o en Rusia.
Por supuesto que yo no propongo ni la mano dura ni el gatillo fácil ni la pena de muerte. Soy una persona democrática y humanista que quiere seguridad para todos los habitantes del suelo patrio. Pero la verdad es que con ese veneno presuntamente progre, que inocularon en cierta pequeña burguesía, empoderaron al delincuente que tenga mano dura, gatillo fácil y que mate policías como ocurrió ayer. La pena de muerte ya existe en la Argentina de los Kirchner. Pero es contra los policías y la ejecutan los criminales.
Los concejales del kirchnerismo porteño y mucha militancia floja de papeles, logró que no se aprobara el uso de las pistolas Taser que son una gran solución. No quieren entender porque están ciegos por su inflamación ideológica. Es mucho mejor que un sacudón eléctrico saque de combate por un rato al delincuente, que el disparo de una pistola 9 milímetros. La Taser es a favor de todos. De los ciudadanos que van a tener más seguridad. De los policías que no tienen que matar a nadie y hasta de los delincuentes, que van a ser apresados y reducidos pero que no recibirán un tiro. ¿Es tan difícil de entender? Son tan fanáticos y talibanes que no registran que 300 policías del mundo la utilizan con éxito. Con una Taser hoy Juan Pablo Roldán, hoy estaría vivo. Y Rodrigo Roza en un sanatorio donde le suministrarían su medicación para estabilizarlo. Estos reaccionarios y retrógrados que se creen de izquierda, hablan de preservar la vida y hacen lo contrario. Con la Taser se hubieran cuidado las dos vidas. La de Roldán y la de Roza.
El Cartel de Zaffaroni, Verbitsky y demás, estigmatizó tanto a la policía que ahora, no actúan. Te lo dicen todos. Bajan los brazos porque si hacen algo los castigan. Miran para otro lado y dejan que el delito siga su curso. Para disparar su arma lo piensan 100 veces porque van directo al sumario, a la exoneración y tal vez a la cárcel. Para estos defensores de los derechos humanos solo de los victimarios, la policía siempre dispara por la espalda o le planta droga a los narcos. Siempre salvan a los malandras y pistoleros y sospechan de los policías. En ningún lugar del mundo, todavía nadie inventó nada para darle paz y tranquilidad a las familias, que no sean las fuerzas de seguridad.
Roldán expuso su vida por temor a ser castigado por el poder político. Tardo en sacar su arma por temor a la sanción. Sus compañeros policías hicieron lo mismo. Vieron a Roza con un cuchillo y no atinaron a dispararle al agresor enloquecido. Roldán tiró dos veces al aire para disuadirlo y tampoco resultó.
Eso han logrado estos imbéciles que defienden a los criminales hasta que les pasa algo a ellos.
Yo condenaría a Zaffaroni, a Alberto Fernández, a Verbitsky a que pasen todo el día con Elba y Carolina y escuchen sus desgarros y sus llantos. Tienen un agujero negro en el alma y los ojos secos de tanto llorar lágrimas de luto. Elba es la madre de Juan Roldán. Dice que a los presos les dan planes y todo tipo de beneficio y que a los policías no le dan ni derechos y que ganan un sueldo miserable. Lo sabe por experiencia porque su esposo, el padre de Juan también fue policía. Viven en una casa sencilla en Saavedra.
Carolina es la esposa de Juan y la madre de su hijito de 4 años. Es colombiana y amaba a su esposo. Dice que Juan Pablo, era honesto, buen compañero y valiente. Hacía adicionales todo el tiempo para que no les faltara nada a ella y a su hijito del alma. Casi no dormía para cumplir con sus guardias y trabajos. Solo quería que su hijo fuera feliz. Lo amaba con locura. “Cuando le quise decir la verdad al nene, pobrecito, el nene, se tapaba los oídos con las manos y me decía llorando: “Ya se mami, a Papa lo mataron. Lo vi en la tele. Ya se mami. A Papa lo mataron”. Ese fue el testimonio terrible de Carolina.
Los camaradas de Roldán, dicen que si hubieran disparado, ellos estarían presos. La ley castiga rápido y muy duro a los policías que nos protegen y libera urgente a los delincuentes que nos atacan. Se lo debemos a “todos los Zaffaronis” que se sienten superiores morales a nosotros. Argentina va a contramano del mundo y del sentido común.
Alejandro Fargosi dijo que a Roldán lo mataron los delincuentes que se niegan a entregar pistolas Taser a la policía. Hebe de Bonafini llegó a decir que era como darle picanas.
Juan Roldán entregó su vida como un acto de servicio hacia los demás. Estaba en la garita de la Policía montada a media cuadra del lugar y siguió a Roza para cuidar a los transeúntes o a los que estaban sentados en la vereda. No era su obligación, pero Juan se sentía un policía a toda hora. Incluso cuando estaba de franco.
En mayo del 2019, el ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, autorizó el uso de armas electrónicas no letales para las fuerzas federales. En diciembre de 2019, la ministra Sabina Fréderic, casi lo primero que hizo fue derogar ese permiso tan necesario. Son armas que no matan. Que no generan lesiones. No dispara balas. Inmovilizan al atacante. Pero no entienden o no quieren entender. Estos negacionistas dicen que son instrumentos de tortura. Los expertos del mundo han demostrado que a menos de 7 metros de distancia un cuchillo o una navaja, es más letal que un arma de fuego. Y eso lo que pasó.
Viven en una nube de falsedades y se creen vanguardia de la revolución. La ministra y el Presidente deberían ir junto a Zaffaroni y Verbitsky a contener y a escuchar a Elba y Carolina, la madre y la esposa de Juan Pablo Roldan. Ellas le van a decir todo lo que tienen que hacer para que esto no se repita. Sobre todo para eliminar la pena de muerte que ya existe en la Argentina. Es la que ejecutan los delincuentes.
Quien quiera oír que oiga. Con el duelo nacional, no alcanza, señor presidente.