Los Moyano tienen abogado: Alberto – 22 de diciembre 2020

“Alberto es el abogado de los Moyano”. Con esa capacidad de síntesis brutal, un altísimo dirigente de la CGT me resumió el motivo por el que Pablo Moyano fue absuelto en un fallo escandaloso.
“Alberto es el abogado de los Moyano”, es una conclusión política porque, formalmente, el que cumple esa tarea, es el doctor Daniel Llermanos, esposo de Rosario Lufrano designada por Alberto Fernández como Presidenta de Radio y Televisión Argentina.
“Alberto es el abogado de los Moyano”, es la explicación que encontraron en la CGT para dos situaciones absolutamente inexplicables: que la jueza haya sobreseído a Pablo Moyano como jefe de una asociación ilícita para defraudar al club Independiente y que el presidente de la Nación se haya reunido tantas veces con el clan Moyano y los haya tapado de elogios que nadie se atreve a pronunciar ante el apellido más desprestigiado del sindicalismo argentino.
La información indica que la jueza Brenda Leticia Madrid, en un texto de 16 páginas aseguró que “existe una organización criminal, pero no se encuentra acreditado que Pablo Moyano, haya tenido algún nivel de participación”. El fiscal Sebastián Scalera que apelará esa decisión, por el contrario, asegura “que hay pruebas suficientes”.
La magistrada Madrid nunca ocultó sus simpatías kirchneristas. Llegó al cargo producto de su vínculo político con Luis Genoud, histórico justicialista que hoy integra la Suprema Corte provincial y con Julián Alvarez, militante de La Cámpora y ex secretario de Justicia del gobierno de Cristina.
Florencia Arietto, una de las dirigentes que más conoce los delitos en Independiente y la trama mafiosa del sindicato de camioneros, definió esta situación lisa y llanamente como “impunidad”. Es que los testimonios de dos de los capos de la barra brava de los diablos de Avellaneda, apuntaron con datos concretos contra Pablo Moyano como jefe de esa organización criminal. Tanto Pablo “Bebote” Alvarez como Roberto “El Polaco” Petrov, como arrepentidos colaboradores dieron detalles de la defraudación y las estafas. Entradas truchas y abonos falsificados y revendidos, amenazas extorsivas y violentas contra el anterior presidente del club, viajes pagos de los patoteros a los mundiales de Sudáfrica y Brasil, son solo algunos de los delitos cometidos por esa banda.
Bebote y el Polaco dieron direcciones, aportaron listas y hasta audios de conversaciones. El Polaco además fue guardaespaldas de la familia Moyano. Ambos estuvieron presos en la cárcel y ahora están en detenidos en su domicilio y con tobillera electrónica. Los otros dos integrantes también estuvieron detenidos. Son nada menos que Noray Nakis, quien fuera vicepresidente de Hugo Moyano y Héctor “Yoyo” Maldonado, secretario del club y mano derecha del líder camionero.
Es muy extraño que haya una asociación ilícita sin jefe. Y que todos vayan a juicio oral, menos Pablo, la cabeza del grupo, al que llamaban “El Salvaje” y que quedó totalmente al margen, como si fuera inocente de toda inocencia. Impunidad, es la mejor palabra. Y complicidad política, agregaría. Pablo Moyano en todo momento se sintió respaldado por el gobierno. Cinco veces rehuyó la declaración indagatoria con excusas pueriles. Mansita, la jueza, aceptó todo. Y cuando finalmente tuvo que exponer, lo hizo en forma virtual por su condición de hipertenso. Otro de los privilegios que hoy se tienen por pertenecer. Si hasta Amado Boudou no vuelve al penal de Ezeiza para cuidar que sus hijos no padezcan esa situación. Nos estamos acostumbrando demasiado rápido a que los amigos del poder hagan lo que quieran. Pronto algún ladrón de bancos o un asesino van a decir que quieren ir a su casa con una tobillera porque la cárcel afecta a sus hijos o que son hipertensos o que la “cárcel no sirve para la reeducación”, como dijo la ministra de inseguridad, Sabrina Fréderic sin que se le cayera la cara de vergüenza.
Pero lo del clan Moyano está muy claro y fue realizado a la luz del día. La primera escena de relaciones carnales fue en la inauguración del Sanatorio Antártida de los camioneros. El Presidente presentó a Hugo Moyano como si fuera una mezcla de Nelson Mandela y Favaloro. Les dijo a sus hijos que Hugo era un dirigente “ejemplar”.
Vergüenza ajena es lo que produjo, pero nadie se escandalizó lo suficiente. Después el matrimonio Moyano con su hijo menor, fue a almorzar a Olivos con el matrimonio Fernández. La foto la tuiteó Pablo. No hubo distancia social ni escrúpulos.
Los camioneros devolvieron los favores con aprietes a distintos empresarios, Mercado Libre, por ejemplo y con marchas en apoyo al gobierno. Pablo fue recibido por Wado de Pedro en la Casa Rosada.
Y en el día de los camioneros, Alberto apareció otra vez en el escenario y dijo que “gracias a Dios, pudimos contar con los Moyano”.
Por la tarde, otra vez Pablo fue a la Casa Rosada pero al despacho del presidente. Y exactamente, siete días después, la jueza Madrid bendijo a Pablo Moyano y lo dejó libre de culpa y cargo.
Lo de gracias a Dios que dijo Alberto, muchos lo interpretaron por la extraordinaria relación del Vaticano con la familia camionera. Ya contamos que el Papa Francisco tiene como mano derecha en todo el sentido de la palabra derecha, a Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo que organizó un congreso sobre las mafias con Hugo y Pablo Moyano. Aclaro que según el cartel del encuentro era en contra las mafias. Fue en un local de camioneros. Más o menos como hablar de la virginidad en un prostíbulo.
La oligarquía gremial, propietaria del sindicato de camioneros, siempre utiliza el mecanismo ilegal de la patota, el bloqueo y la extorsión. El último atropello brutal tuvo como objetivo fue intimidar con su violencia a la empresa más grande e innovadora de la Argentina: Mercado Libre. Con Hugo, en cuarentena en su mansión de Parque Leloir, la operación quedó a cargo su hijo Pablo.
Le aclaro que el bloque como instrumento de protesta no está contemplado en ninguna legislación laboral. Es un delito que los Moyano repiten una y otra vez y por el cual nunca han sido sancionados. Repito: jamás han sido sancionados. Son impunes. La justicia en general y la laboral en particular les tienen pánico a estos muchachos peligrosos. En aquel momento, cantaron que son camioneros, pero esa melodía tiene una letra que los define: “Ohh soy camionero/ Estamos todos de la cabeza/ Pero eso a Moyano no le interesa/ tomamos vino en damajuana/ y nos fumamos toda la marihuana/ Ohh soy camionero”.
Esos son sus valores. Se manifiestan orgullosos de los puñetazos y las patadas, del vino y la marihuana.
Recuerdo que el presidente Alberto Fernández, miró para otro lado y ante la pregunta de un periodista dijo que no estaba al tanto del motivo del conflicto. Pero la historia reciente lo condena. Alberto asegura que quiere defender a los pobres. Pero puso como ejemplares a estos burócratas sindicales que viven como millonarios y encima, les dice a sus hijos que sigan su ejemplo. Alberto le dio aquel día un cheque en blanco a los Moyano, los empoderó más todavía. Llegó a decir que los empresarios no lo quieren porque Moyano cuida a los trabajadores.
Si Moyano, como dice Alberto, es el dirigente sindical ejemplar en el que se tienen que mirar todos sus pares, este país no tiene salida.
Hugo se formó en el peronismo derechoso y violento que, en los 70, hacía caza de brujas contra la Juventud Peronista que Cristina pretende representar. Con Moyano fue sepultada la alternancia. Es un gremio monárquico que heredan sus hijos. Son ejemplo de personajes antidemocráticos y nada transparentes. Mucha gente lo quiere ver presos. O por lo menos que Dios y la patria se los demanden.
Tiene fobia por los periodistas y eso lo une a Cristina. En su momento, con lenguaje de matón dijo que “los periodistas la van a pagar. Que han hecho mucho daño y que la tienen que pagar. No puede ser gratis lo que dijeron o lo que le mandaron a decir.” En aquel momento me hicieron una denuncia ridícula. Me acusaban a mí y a otros periodistas, de ser parte de una asociación ilícita para desprestigiar a los Moyano. Una falsedad grande como un camión con acoplado. “Con la verdad no ofendo ni temo”, pensé yo. Pero hace unos días volvieron a la carga con la misma denuncia mentirosa. Sigo pensando igual: “Con la verdad, no ofendo ni temo”. Solo que ahora me quedó repiqueteando en la cabeza la frase que me dijo ese capo de la CGT: “Alberto es el abogado de los Moyano”.