El autor material del asesinato de María
Rosa Daglio es Miguel Ochoa. De esto
no hay dudas. Todos vimos como el
moto chorro la arrastró por el piso para
robarle la cartera. María Rosa, de 56
años, murió por los golpes recibidos. Era
psicóloga social, solidaria, llena de
proyectos de vida, madre de 4 hijos y
abuela de 2 nietos. Ahora está muerta.
Se te estrujaba el alma al ver a Pilar, su
hija, rogando que le dieran cadena
perpetua, condena que -seguramente-
no le darán. Hannah, otra de sus hijas dijo que el juez que la liberó “tiene las manos manchadas en sangre porque si no hubiera firmado eso, yo estaría con mi mamá”.
Esto solo ya es gravísimo.
Pero es mucho más grave todavía, si
sumamos a los autores intelectuales que
por acción u omisión fueron cómplices
del asesinato de María Rosa. Hablo de
los jueces Víctor Violini y Marcelo Riquert
y del ex miembro de la Corte Suprema,
Eugenio Raúl Zaffaroni. La pandemia de
inseguridad, el aumento de crímenes,
robos e impunidad, nos obliga a ir a
fondo.
Veamos la cadena de irresponsabilidades. Que los organismos
correspondientes decidan si estos
magistrados merecen un juicio político y
su posterior destitución.
Víctor Violini es responsable porque fue
el que dictó una resolución en la Cámara
de Casación Penal que fomentó la
liberación masiva de delincuentes de las
cárceles. Fue integrante del delirio del
cristinismo que siempre está a favor de
los violadores de la ley y generó el clima
y las normas necesarias para abrir las
puertas de las cárceles en forma frívola y
perversa. El actual vice ministro de
Justicia, el ex espía, Juan Martín Mena,
también hizo su aporte a esta salvajada
cuando resolvió propiciar de un plumazo
la liberación de 350 presos después del
motín de la cárcel de Devoto.
Esos días tenebrosos fueron una orgía
repugnante de suelta de asesinos,
ladrones y violadores que solamente se
frenó con la masiva protesta social de los
cacerolazos ciudadanos y la
presentación que hizo Usina de Justicia
en la Corte bonaerense.
Le aclaro que Violini sigue en su cargo,
pese al pedido de Juicio Político que
también le formuló Usina de Justicia.
Hace casi un año que el trámite duerme
el Sueño de los Justos en la Secretaría
de Enjuiciamiento (bueno, en este caso
sería el Sueño de los Injustos). Violini
está orgulloso de lo que hizo pese a que
ninguno de esos presos volvió a la
cárcel, a que muchos de ellos volvieron a
delinquir y que casi no hubo casos de
Covid en las cárceles. Porque esa era la
excusa. El virus podía contagiar a los
presos.
Marcelo Riquert es responsable. Porque
fue el que puso la firma para liberar al
asesino Miguel Ochoa y darle la prisión
domiciliaria pese a que su condena
establecía que debía estar en el penal de
Batán hasta el 16 de agosto de 2014.
¿Se entiende? Este forajido recién debía
salir en agosto de 2014. El juez Riquert
lo mandó a su casa pese a su larga
trayectoria en el hampa. Ochoa cometió una docena de delitos. El primero fue en
1990. ¿Se da cuenta? Hace 31 años que
Ochoa viene robando. Seguramente
fueron muchos más atracos, pero esos
son los que se le pudieron probar. Tiene
una causa por atentado a la autoridad y
fue condenado a 8 años y 4 meses de
prisión después de haber asaltado a
Giovana. El caso fue muy similar al de
María Rosa. Este energúmeno se
especializaba en atacar a mujeres solas.
Utilizó el mismo mecanismo. Y cuando
Giovana cayó, su brazo quedó metido
entre la cadena y el piñón de la moto.
Tuvo múltiples fracturas (como María
Rosa) pero logró salvar su vida. “Me
quiso asesinar”, declaró ayer Giovana. El
juez Marcelo Riquert es responsable
porque integra la Cámara de
Apelaciones y Garantías de Mar del
Plata junto al doctor Esteban Viñas y es
la preferida de todos los delincuentes
porque es vox pópuli su facilidad para
favorecerlos. Riquert le
dio el privilegio de la domiciliaria a Ochoa
porque (según dijo) tenía una
enfermedad pulmonar y una infección
urinaria. El Servicio Penitenciario había
desaconsejado su liberación. Pero a
Riquert le pareció que los cursos de yoga
y ajedrez que Ochoa hizo en la cárcel,
habilitaban que se fuera como pancho
por su casa. Lo que hicieron los jueces
Violini y Riquert es de una gravedad
institucional tremenda. Fomentan la
inseguridad. Defienden y buscan
beneficiar siempre a los victimarios. No
piensan en las víctimas. ¿Qué le van a
decir ahora a sus hijos? Que soltaron a
Ochoa, el asesino de María Rosa? ¿Su
conciencia les permitirá dormir
tranquilos? Ochoa ayer se negó a
declarar y lloraba frente al fiscal al que le
dijo “no quiero morir en la cárcel”. Pero
mató a María Rosa.
Y finalmente, Eugenio Zaffaroni es
responsable. No es el único, por
supuesto, pero es el líder espiritual de la
justicia cristinista y el fundador o mayor
difusor de una doctrina que siempre
castiga a las víctimas. Con una fiebre de
ideologismo, siempre ve potenciales
revolucionarios explotados por la
sociedad capitalista, en todos los
delincuentes. Se auto percibe progresista
por eso. Y es lo más reaccionario que se
pueda encontrar. La inmensa mayoría de
las víctimas es gente humilde,
trabajadora que no tienen las
herramientas para defenderse de los
malandras que les hacen la vida
imposible. Zaffaroni tiene un prestigio
académico que no merece. Hizo mucho
daño con sus teorías abolicionistas y
atravesó varias generaciones de
abogados que se formaron en esa
doctrina claramente injusta.
Violini y Riquert abrevan en esos
disvalores que instaló Zaffaroni. Diana
Cohen Agrest, dijo ayer que “es fácil ser generoso con la sangre
ajena”. Y que “muchos jueces matan con
la lapicera”. Diana es filósofa y tiene
autoridad intelectual para decirlo porque
es presidenta de Usina de Justicia. Y
tiene autoridad moral porque su hijo
Ezequiel, de 26 años y estudiante de
cine fue asesinado hace diez años en
una entradera en Caballito.
Zaffaroni diseminó por el país muchos
jueces, no todos por suerte, que están a
favor de la pena de muerte, pero de las
víctimas. Como María Rosa Daglio, que
es una víctima. Ochoa la asesinó pero
Zaffaroni, Violini y Riquert fueron
cómplices intelectuales. De una vez por
todas, hay que juzgar a los jueces que
matan por segunda vez a las víctimas y
que buscan siempre vericuetos legales
para premiar a ladrones, violadores y
asesinos.
Cohen Agrest nos dijo que la pandemia
de inseguridad es tan grande y crece tan
rápido, que somos un pueblo que se está
desangrando.
Los hijos y los nietos de María Rosa, lo
sufrieron en carne propia. Tienen un
agujero negro de luto en el corazón.
Reclaman juicio y castigo al culpable.
Juicio y castigo a Ochoa, el asesino que
debía estar preso tres años más y que el
falso garantismo liberó. ¿Es tan difícil
comprender esto? Que los delincuentes
deben ser castigados y cumplir sus
condenas. Argentina es uno de los pocos países del mundo en los que se apaña a los delincuentes. Zaffaroni lo
hizo.