Cristina acusó de golpista a la Corte – 4 de mayo 2021

¿No será too much, como dice ella
misma? Cristina acusó a la Corte Suprema de Justicia de ser golpista. ¿No será demasiado? ¿O es la confirmación de que está desesperada porque observa que siguen vivas casi todas las causas que tiene ante la justicia? Algunas avanzan más rápido en Tribunales y otras, más lento, pero todas las pruebas y testimonios que la condenan están absolutamente confirmados. El tiempo pasa y si las elecciones parlamentarias no favorecen a Cristina, las cosas se le van a complicar muchísimo. Eso Cristina lo sabe. Por eso fue tan fuerte contra la Corte Suprema. Textualmente, escribió en su tuit que “Sinceramente, está muy claro que los golpes contra las instituciones democráticas elegidas por el voto popular, ya no son como antaño”.
Hace mucho tiempo que ataca a la justicia todo el tiempo y le tira con lo que tiene a mano. Fue por la colonización absoluta cuando era presidenta y la Corte le puso un freno a aquel avance autoritario y chavista.
Apeló una y otra vez a mostrarse como perseguida política y víctima de una conspiración de jueces y periodistas y eso lo llamó “Lawfare”. Su vicepresidente, Amado Boudou, un delincuente de estado condenado en todas las instancias, y confirmado por la Corte, utilizó el mismo argumento que ella en la sanata de adoctrinamiento que hizo en la Universidad de Buenos Aires. Dijo que “si la vice presidenta es la principal perseguida, esta democracia es inviable”. Fue en el mismo rumbo que Cristina. Si ella que ganó las elecciones es investigada, eso no es democracia. Y la Corte es golpista. En lugar de confesar sus delitos, se coloca en víctima y pone en el lugar del victimario al máximo tribunal, la cabeza de uno de los tres poderes independientes que conforman la República. Cristina no fue una exitosa abogada, pero sabe el rol que la Corte juega en nuestro sistema institucional. No le conviene saberlo pero lo sabe. El que se lo recordó fue otro abogado, que ella puso en la presidencia: Alberto Fernández. En un histórico tuit que se viralizó esta tarde dijo: “Si CFK no entiende porque la Corte es un “contrapoder”, deberíamos averiguar quién la aprobó en Derecho Constitucional. ¡Basta de sofismas!.”
Fue el 11 de junio de 2013 y cada día tiene más vigencia. No sabemos quién aprobó a Cristina. Pero si sabemos que los sinónimos de sofisma son falacia, engaño y trampa, entre otros.
En su proclama tuitera, Cristina insistió con sus sofismas/ engaños/ trampas. Criticó el fallo de la Corte sobre la autonomía y la educación presencial que favoreció el reclamo de la Ciudad y dio vuelta el argumento con una media verdad que es una media mentira. Dijo que la decisión cortesana “es que el Poder Ejecutivo no tiene competencia para tomar medidas sanitarias” en plena pandemia con más de 65 mil muertos.
En realidad, la Corte confirmó que el gobierno nacional había “violado la autonomía de la Ciudad” en un intento de “suplantar a sus autoridades”. Es más, el voto del presidente del cuerpo, Carlos Rozenkrantz, reclamó nuevas medidas para combatir al virus. Con sentido común aseguran que ya se perdieron muchos días de clases y que “corresponde a la ciudad asegurar la educación de sus habitantes”.
Con pretensiones de ser irónica y coloquial, Cristina, se pregunta: “Para poder gobernar, ¿No será mejor presentarse a concurso por un cargo de juez al consejo de la Magistratura o que un presidente te proponga como ministro de la Corte?
La chicana es contra Mauricio Macri que a poco de asumir designó a Horacio Rosatti, ex ministro de Néstor Kirchner y a Carlos Rozenkrantz, ex colaborador de Raúl Alfonsín.
Cristina mira para otro lado y quiere cambiar la Constitución Nacional. Varias veces propuso que los jueces sean elegidos por el voto popular. Otra vez la pregunta: ¿Quién le habrá aprobado en Derecho Constitucional?
El primer comentario en Twitter fue un “Cristina, te amo”. Pero el segundo decía: “Cristina, pone orden, el tibio que pusiste como presidente, no sirve ni para pasear al perro”. Pobre Dylan. Aunque como dice Lanata, el perro de Cristina, Verbitsky es más grande que Dylan. Bromas aparte, lo cierto es que Cristina tiene una obsesión con la justicia. Los Kirchner nunca respetaron los fallos. Incluso la Corte Suprema, en su momento, le ordenó al en ese entonces gobernador Néstor Kirchner la reincorporación del fiscal Eduardo Sosa que había trabajado con honestidad e independencia. El ladri feudalismo K jamás acató los fallos.
Ahora, Cristina intenta por otros caminos. Voltear al fiscal Eduardo Casal, copar el Consejo de la Magistratura, algo que ya tiene casi resuelto y avanzar en la designación de jueces que tengan la camiseta partidaria y desplazar a los que solo buscan impartir justicia. Esa es la tarea del ministro Martín Soria que reemplazó a Marcela Losardo porque se negaba a cometer semejante atropello. Soria dijo que la decisión de la Corte fue “irresponsable” y que “Larreta la judicializó con intenciones electorales”. El estado mayor contra los magistrados, además de Soria, lo conforman Juan Martin Mena, Diego Molea, Rodolfo Tailhade con la jefatura espiritual de Zaffaroni.
La República Argentina debería encender sus luces de alarma ante el avasallamiento de la República Cristina. Es que el operativo más formidable de búsqueda de impunidad y venganza del que se tenga memoria en democracia, avanza contra viento y marea.
El presidente Fernández es un testaferro político de la vice, y hoy en Ezeiza, con voz de compungido, dijo: “Me apena ver la decrepitud del derecho convertido en sentencias. Dicten las sentencias que quieran, nosotros vamos a hacer lo que debemos”.
¿Estará amenazando con no acatar el fallo? Leopoldo Moreau, más cristinista que Cristina dijo que “la Corte vive en otro mundo” y que “el fallo es un apoyo a Larreta”.
Solo con el enriquecimiento monumental de los secretarios personales del matrimonio podemos tener una dimensión de lo que fue semejante latrocinio y cleptocracia. Si Cristina concreta sus planes, si la República Argentina se transforma en República Cristina será la ruta más veloz hacia el chavismo K o hacia el ladri feudalismo de Santa Cruz. Quien quiera oír que oiga.