Alberto mete adentro las pelotas que van afuera – 28 de julio 2021

El año pasado le dije que Alberto era un
arquero que no atajaba una. Hoy redoblo la apuesta y le digo algo peor. El presidente mete adentro las pelotas que van afuera. Desde chico y ahora en los picados de la quinta de Olivos, Alberto Fernández juega de arquero. Se sabe que es un puesto muy ingrato. Es el único jugador que por cada error que comete, el rival mete un gol. El legendario Hugo Gatti supo decir que “en el puesto de los bobos, yo soy el más vivo”. Alberto es el arquero del gobierno y tiene la valla más batida. No ataja una.
Todos los días comete errores no forzados. Le hacen goles entre las piernas. Y muchas que se van afuera, Alberto Fernández las mete adentro. ¿Qué le pasa? ¿Esta fuera de estado? Encima muchos de sus jugadores le patean en contra?
Más allá de la ideología, el presidente ha demostrado que sus capacidades de conductor y administrador, dejan mucho que desear. Su mala praxis, la improvisación y las torpezas se están convirtiendo en una política de estado. Encima sus defensores del gabinete, también son bastantes burros y no lo cuidan. Cada vez que llueve un centro sobre el área, Alberto sale a destiempo y queda pagando. O se queda clavado bajo los tres palos y la tiene que ir a buscar adentro. No toma buenas decisiones y en muchos casos amaga a salir y se queda. Duda. No transmite confianza. Pone nervioso y desconcierta a todo el equipo que mira siempre al banco para pedirle instrucciones a Cristina que es la directora técnica del equipo. Y la presidenta vitalicia del club.
El ejemplo más trágico es el manejo de la pandemia y las vacunas. Casi 105 mil muertos, es el dato del horror y del luto colectivo. Su ex ministro Ginés y el mismo se cansaron de decir mentiras y de cometer errores. Todo el mundo lo recuerda. Es imposible olvidar. Y mucho menos perdonar. Pero recién ahora, en las puertas del abismo sanitario, reconocen lo que el sentido común les gritaba. Que Pfizer era la vacuna que deberíamos haber tenido desde el principio y que no nos iban a pedir el Glaciar Perito Moreno, como dijo Jorge Rachid, un impresentable que es asesor de Axel Kicillof.
Hasta Ignacio Copani, un obsecuente con guitarra, escribió una canción ofensiva porque según él “los gorilas” querían la Pfizer. Capricho ideológico.
Orden de Cristina. Sumisión a los rusos y a Putin. Tuvieron que meter marcha atrás a 200 kilómetros por hora y anunciar un acuerdo con Pfizer después de que acusaron a la oposición sensata y a los periodistas independientes, de ser visitadores médicos de un laboratorio del imperialismo. Ridículos, es poco. Miles de muertes de compatriotas se hubieran evitado con un poco de sentido común y con menos fanatismo.
El peor tiro en los pies que se pegó el gobierno fue cuando Alberto dijo que “prefería tener 10% más de pobreza y no 100 mil muertos”. Gol en contra. Iba afuera ese tiro envenenado y Alberto la metió adentro del arco.
Porque si hablamos de pobreza y economía, han logrado una tormenta perfecta. Una hecatombe social y económica. Le doy apenas algunos datos duros.
3.200.000 nuevos pobres.
1.200.000 nuevos indigentes
700.000 nuevos desocupados
20.000 pequeñas empresas se fundieron
1.500.000 chicos abandonaron la escuela.
25 multinacionales huyeron.
50% de inflación.
Y a todas estas cifras que son la radiografía del peor gobierno de la historia democrática, no reflejan situaciones desesperantes que no se pueden explicar en números. Son implosiones silenciosas que suelen ocurrir en el ámbito privado.
Hablo de la ola de jóvenes que planifican irse a vivir a otro país, de los chicos angustiados porque tienen enfermedades de riesgo y no fueron vacunados, de la tristeza social que es la más profunda de la historia según el especialista Guillermo Oliveto, y de la inseguridad descontrolada con un gobierno y una justicia oficialista que privilegia a los delincuentes de adentro y a los dictadores de afuera y condena a las víctimas.
El debate sobre las pistolas Taser fue el ejemplo más claro de cómo la estupidez y la ideologitis pueden matar gente. Solo los presuntos progres del atraso discuten lo que en el mundo no se discute más. Siempre es mejor para todos que se pueda neutralizar a una persona con sacudón eléctrico que pegarle un balazo criminal. ¿Hay que seguir explicando estas cuestiones tan básicas?
Y no me quiero meter en la intimidad de nadie, pero el escándalo de la presencia inexplicable de señoritas en la quinta de Olivos está creciendo y la propia Cristina es la primera en despreciar lo que todos imaginan.
Y el otro disvalor cultural que estos muchachos han instalado es la impunidad para todos y todas. Para los barras bravas violentos del fútbol y para los ladrones de estado como Amado Boudou. Todos fingen ser inocentes y perseguidos porque tienen la camiseta de Cristina puesta. Ella es la que apuesta principalmente a lograr la impunidad y la venganza tan buscada. Y lo está logrando con jueces y fiscales adictos o cobardes. Boudou ya busca la nulidad de su causa, el diploma de ciudadano ilustre y volver a ser ministro de Economía. Solo necesita tiempo. Cristina ya hirió de muerte la causa por el pacto tenebroso firmado con los terroristas iraníes que volaron la AMIA. Pero hay mucho más. ¿Sabe que la causa Hotesur y Los Sauces hace dos años y medio que fue elevada a juicio oral y no pasa nada? Y la llamada “cuadernos de las coimas de Cristina” hace dos años que fue elevada a juicio oral y duerme en un cajón, casi un féretro de la justicia.
Alberto no es una víctima de Cristina. Es un cómplice que no sabe hacer bien ni el mal. Hasta en la burda opereta para vincular a Macri con el golpe en Bolivia, le salió el tiro por la culata. Cayó en su propia trampa.
Todavía falta lo peor. Ni siquiera terminó el primer tiempo y Alberto es un arquero que no ataja una. Solo le pedimos que no meta adentro las que van afuera. Porque de lo contrario, Argentina se va a poner de pie recién el día del arquero.