Del Frente de Todos al Frente de Ella – 16 de septiembre 2021

Fernanda Vallejos podrá pedir disculpas
una y mil veces. Pero lo que importa es que en el audio, está su verdadero pensamiento que es el pensamiento de Cristina. Esta es la verdad. Siempre Vallejos se ha comportado como vocera de lo que Cristina no puede decir del todo. Es más, hay versiones que circulan que dicen que ese audio lo filtró la misma diputada Vallejos. Lo que dijo es más grave y genera más daño que la foto del cumpleaños clandestino de Fabiola. Del Olivos-gate al Vallejos-gate. ¿Qué dijo? Anote, por favor y mil disculpas por las groserías pero quiero ser lo más textual posible. Escuche porque nadie se atrevió a tanto. Así como el crítico más feroz de Cristina fue Alberto, ahora Cristina se la devolvió por boca de Fernanda Vallejos. Vamos por partes:
A Alberto le dijo: okupa de la casa de gobierno que no tuvo ningún mérito, los votos son de Cristina, mequetrefe, enfermo, inútil, hipócrita, ciego y sordo.
La diputada cristinista lo acusó de ir a la marcha por el asesinato de Nisman y de calificar a Cristina en los canales de televisión opositores de chorra, ladrona, sicópata y asesina. Aquí está la venganza de Cristina. Esta es la revancha por todo lo que Alberto dijo de Cristina. Y es verdad que lo dijo cuando estaba en el llano.
Sigamos con las opiniones de Fernanda Vallejos.
A Santiago Cafiero le dijo Payaso.
A Martín Guzmán le dijo cagón neoliberal que hizo un ajuste y servidor del Fondo Monetario, formado en yankylandia.
A Vilma Ibarra y Martías Kulfas, les dijo pelotudos. Es el adjetivo más utilizado por Cristina contra Oscar Parrilli en su momento.
A Kristalina Georgieva, la titular del Fondo le dijo que acá no la votaba ni magoya.
Le confieso que creo que Fernanda Vallejos planteó varias cosas que son ciertas. Por eso sus palabras actuaron como dinamita de la coalición de gobierno. Explotó en mil pedazos y ahí anda Alberto con el pegamento en la mano tratando de reparar lo irreparable.
Alberto supo decir que no se iba a pelear más con Cristina y que ella y él eran lo mismo. Pero Vallejos hoy dijo “no podemos permitir que el pueblo crea que somos lo mismo que esas bazofias”.
El gobierno de los Fernández está en
medio de un terremoto institucional y pasa por su peor momento. El Frente de Todos, el domingo se convirtió en el Frente de Algunos y después de este intento de golpe palaciego de Cristina, se transformó en el Frente de Ella. Una vez más la jefa del jefe del estado demostró su gran capacidad de daño y su desprecio por las instituciones republicanas.
Alberto y Cristina hoy están en dos veredas distintas pero marchan por la misma avenida hacia el precipicio de su decadencia política. Juegan con fuego peligrosamente arriba de nuestras cabezas. Pocas veces en la historia se vió un nivel de irresponsabilidad y resentimiento tan grande como el que demostró Cristina al patear el tablero y poner en jaque a su propio gobierno. Cristina primero secuestró al peronismo y luego lo llevó a la debacle más grave de la historia. El justicialismo unido, desde su nacimiento, nunca había conseguido menos del 40% de los votos. Cristina lo hizo. Perforó ese piso.
Ella comandó el asalto al poder para convertir al presidente en rehén de su autoritarismo. Ya lo había transformado en un títere, lo había reducido a la servidumbre. Pero su última locura y desequilibrio intentó directamente tomarlo como prisionero.
La ira de Cristina necesitaba un chivo expiatorio o varios para sacarse la culpa de encima por haber sido la madre de la derrota en las urnas. Y eligió a varios ministros de Alberto. Quiere que ellos paguen con su destitución el daño que en realidad ella le hizo a su coalición. Es una manera de correr el eje de la discusión. Algo así como decir: “Yo no soy culpable. Los culpables son Cafiero, Kulfas y los demás inútiles que eligió Alberto”. Sintetizó en una movida destituyente y desestabilizadora todas sus frases: “Alberto poné orden y que los funcionarios que no funcionan se busquen otro laburo si no quieren ser tercos”.
Cristina extorsionó a Alberto. Le puso la cabeza en la guillotina y eso es golpista. El poder ejecutivo es unipersonal según la Constitución y la investidura le pertenece a Alberto.
Me pregunto una y otra vez sobre los límites de una mujer que no tiene límites para su bulimia por el poder, el dinero y la impunidad. ¿Hasta dónde es capaz de llegar? ¿Empujará a Alberto al precipicio? Lo obligará a renunciar como hizo con el gobernador Daniel Peralta en Santa Cruz? Producirá una acefalía para asumir ella su tercer presidencia? Solo que estemos analizando esta posibilidad ya es un chiquero institucional.
Ella y su irresponsabilidad nos pusieron a todos los argentinos en la peor crisis desde el 2001. Una brigada de ministros cristinistas se sublevaron ante el poder del Presidente. Ahora hay que cuidar la paz social y las instituciones.
Porque Cristina está fuera de sus cabales y con un fuerte desequilibrio emocional pero no come vidrio. Por eso les pidió a Carlos Zannini, Cristina Camaño y Juan Martín Mena que se atornillen a sus cargos y no renuncien. La justicia y los servicios de inteligencia los quiere seguir utilizando para sus necesidades personales.
Las dos máximas autoridades de la Argentina están jugando a la ruleta rusa delante de millones de ciudadanos asustados. El tambor del revolver tiene dos balas y es probable que por el camino de la intolerancia, ambos se suiciden políticamente.
Este fue un asalto al poder y al no poder. Porque el gobierno quedó con una debilidad inquietante y peligrosa.
Millones de ciudadanos con sus votos produjeron una implosión que, incluso puede ser el comienzo del final del cristinismo. No es seguro, pero es probable. La moneda está en el aire.
Y la Argentina, al borde del abismo.