El cristinismo siempre odió al periodismo – 23 de septiembre 2021

El cristinismo siempre odió al periodismo.
Esta vez, el vocero, fue el intendente Mario Ishii, pero reflejó el pensamiento profundo del chavismo K que aplaudió con entusiasmo por intermedio de Alberto, Axel y Máximo. Fue un hecho grave por donde se lo mire. La amenaza, la incitación a la violencia, fue delante de una multitud que puede interpretar eso del “levantamiento” como un aval para atacar a cualquier periodista o medio de comunicación.
En un solo párrafo, el intendente de José C. Paz planteó varios mamarrachos autoritarios. Desde el escenario, Ishii dijo que “el pueblo un día se va a levantar contra los medios, estoy seguro. Dejen gobernar y de tirar pálidas y veneno y de pegarle al presidente”.
Amenazar con un levantamiento, además de una apología de la agresión, en estos momentos es doblemente peligroso. Es como tiran nafta al fuego del enojo y la bronca de los sectores populares. “Levantamiento” según el diccionario tiene como sinónimos a “sedición, alboroto, alzamiento, sublevación”. ¿Eso es lo que propone el cristinismo por boca de Ishii?
Además, Ishii debería saber que quien más le pega y le tira pálidas al presidente Fernández es Cristina con sus órdenes y gritos y Fernanda Vallejos con sus adjetivos descalificativos. Ningún opositor se atrevió a llamar a Alberto “bazofia, mequetrefe, enfermo, inútil, hipócrita, ciego y sordo”. ¿Algún día el pueblo se levantará contra la diputada Vallejos que en su bloque se convirtió en poco menos que una heroína por ensuciar de esa manera la investidura presidencial?
Señor Ishii, si no le gusta lo que informa y opina el periodismo independiente, tiene una solución a mano. Se llama control remoto. Cambie de canal, Mario Ishii, mueva el dial de la radio o no compre el diario que le molesta. Está lleno de medios chupamedias que son pauta traficantes al servicio de Cristina.
Los que deben tener piedad con el pueblo son los mafiosos como usted que es capaz de decir que tuvo que encubrir a los choferes de ambulancias que repartían falopa en su distrito. ¿Hay algo más grave que eso?
Es su movimiento político el que tiene que tener piedad con el pueblo al que hace años condenan al clientelismo más humillante y a no tener agua potable, cloacas ni una vida dignificada por el trabajo y la educación.
La Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina (ADEPA) respondió que “la triste frase, desconoce el rol crítico del periodismo en la democracia e ignora el valor de la libertad de expresión”.
Con libertad se puede hacer un periodismo bueno, malo o regular. Eso lo juzgará la gente. Pero sin libertad, lo único que se puede hacer es propaganda. Muchos creen que el principal insumo del periodismo son las noticias. Y no es cierto. Nuestro principal insumo es la libertad.
Lo primero que hacen las dictaduras como Venezuela y Cuba es amordazar, censurar y perseguir al periodismo. Lo primero que hacen las autocracias feudales como Santa Cruz y Formosa es intentar domesticar y hacer arrodillar a los periodistas independientes que no se alquilan ni se venden. Desde el regreso de la democracia en 1983 nadie agredió tanto a los medios de comunicación y a sus trabajadores como el cristinismo. Odian profundamente a la prensa porque quieren controlarlo todo y que nadie los controle a ellos.
Utilizaron todos los mecanismos conocidos de hostigamiento a la prensa libre e inventaron algunos porque son muy creativos para el mal. Hasta la llegada de Néstor y Cristina nadie había extorsionado a los anunciantes privados. Los obligaron a retirar publicidad en los grandes medios para que apoyaran a los que tenían puesta la camiseta de Cristina. Pasó mucho esto. El caso más recordado fue el de los supermercados y sus grandes ofertas de fin de semana.
Utilizaron la pauta publicitaria con una ferocidad nunca vista. Castigaron con el látigo a los que no se disciplinaron y premiaron con su generosa billetera a los alcahuetes del poder. Les dieron fortunas en pauta y miraron para otro lado ante las evasiones y elusiones impositivas para que sus cómplices compraran medios y los pusieran al servicio de Cristina eterna. Expulsaron de los medios del estado todo vestigio de pluralismo y los convirtieron en unidades básicas que adoctrinan todo el tiempo. Ejemplos sobran en los cuatro gobiernos kirchneristas.
Juzgaron en una plaza pública al estilo mussoliniano a distintos periodistas, colgaron afiches con sus caras e incitaron a los chicos a que los escupieran, dispararon misiles de mentiras todos los días, contra cronistas que se negaron a sumarse a la comparsa K.
Recurrieron a la acción directa y a los escraches de patotas que fueron a la puerta de los canales y las radios a intimidar periodistas. A muchos les pegaron palizas inolvidables y fabricaron tanto odio como nunca antes desde 1983. Delirantes e ineficientes como Axel Kicillof han llegado a decir que los periodistas somos hinchas del Covid y queremos que la gente se muera. ¿Se puede apelar a semejante bajeza?
El líder judicial de este proyecto autoritario, Eugenio Zaffaroni, funcionario de dos dictaduras y dueño de departamentos donde se ejercía la prostitución, llegó al extremo de calificar a los periodistas que no eran de su gusto como “terrorismo mediático”. Otro sujeto de ese palo, llegó a proponer un tribunal para juzgar a los periodistas como si fuéramos genocidas: “La Conadep del periodismo”, vomitó para bautizar su idea. También utilizaron la AFIP y los espías estatales para amenazar y tirar carpetazos contra los que no se subordinaron.
Por eso es tan importante defender la libertad de prensa. No es un privilegio ni un derecho de los periodistas. Es un derecho de los ciudadanos a ser informados con el máximo de verdad posible y con el mayor arco iris de matices ideológicos.
Los periodistas que amamos y tratamos de honrar este oficio, no defendemos camisetas partidarias ni dirigentes. No somos ni debemos ser el soporte de ningún político. Ni de Cristina ni de Macri ni de nadie. El motor que nos mueve es la búsqueda de la verdad. Nosotros defendemos valores: la democracia, la paz social, los derechos humanos, la independencia de los poderes, la honestidad, el mérito, la igualdad de oportunidades, la seguridad para trabajar y vivir con tranquilidad. Ishii, Cristina y Alberto deberían saberlo.