Moreau, un patotero contra la justicia – 23 de diciembre 2021

Leopoldo Raúl Guido Moreau, más conocido como “El Marciano”, tiene 75 y sigue siendo un provocador serial. Es el provocador preferido de Cristina. Su genuflexión lo convierte en un operador apto para todo servicio. Es un generador de escándalos y desde que dejó el periodismo, no se le conoce otro trabajo que el de ser un político profesional que vive de los sueldos del estado que le paga el pueblo argentino. Hace 38 años que es diputado nacional y provincial o senador. En lugar de servir a la gente a través de la política, se sirve de la política para subsistir.
Su último atropello antidemocrático fue patético. Por orden de su patrona, embistió contra todos los integrantes de la Corte Suprema de Justicia. Actuó como patotero y exigió la renuncia de los integrantes de la Corte. Moreau fue un estudiante crónico de derecho, pero aseguró que la Corte es “mediocre desde lo jurídico” y que “está desprestigiada”
Para no ir presa, Cristina, necesita que la Corte mire para otro lado o se convierta en cómplice de sus delitos. Por eso quiere voltear a la Corte. Se sabe que, históricamente, Cristina destruye todo lo que no puede controlar.
Esto lo dijo en estos últimos días, pero hace un año Moreau había disparado munición gruesa contra el Máximo tribunal. Sin que se le cayera la cara de vergüenza dijo que “La Corte está agotada, institucionalmente muy degradada” y que malgastan su tiempo “jugando al truco”.
El talibán Moreau no se privó de nada a la hora de humillar al máximo tribunal y fustigo uno por uno a todos sus integrantes. De Rosenkrantz y Rossatti dijo que “aceptaron ingresar por decreto, una cosa insólita”. Rosenkrantz, con postgrado en Yale, y recibido con honores, fue el discípulo preferido de Carlos Nino, un símbolo de la excelencia jurídica y fue colaborador de Raúl Alfonsín. Horacio Rosatti fue ministro de Néstor Kirchner, pero renunció y huyó despavorido, cuando advirtió que lo querían hacer firmar la construcción de cárceles con sobreprecios que luego se convertían en coimas.
A Elena Highton, que todavía integraba la Corte, le pasó la factura de su edad. Dijo que debería estar jubilada porque tiene vencido su mandato. Una falta de respeto absoluta por quien siente que la ex ministra Marcela Losardo fue su discípula.
Como si esto fuera poco, hace unas horas, Moreau, comparó al gobierno de Macri con la dictadura. Por Twitter escribió que “los militares dictaron la ley de auto amnistía, para zafar de sus delitos y ahora el mecanismo de impunidad del macrismo lo obtienen con resoluciones de camaristas federales y de Casación de Cómodoro Py”. Para ser más directo, utilizó otro tuit: “Llorens y Bertuzzi, son parte de la mafia del macrismo”.
Se podría chicanear a Moreau diciendo que la ley de autoamnistía de la dictadura fue apoyada por Italo Luder el candidato presidente que votaron los Kirchner en particular y del peronismo en general. Moreau también castigó a Ricardo Lorenzetti “por tener actitudes disruptivas y sacarse fotos con Sergio Moro”, en referencia al juez que investigó la corrupción y puso preso a Lula en Brasil.
El palazo a Juan Carlos Maqueda, peronista desde la cuna, fue antológico. Moreau dijo que tiene un gran afecto personal con él pero que “está en una zona de confort”. Parece que hay un nuevo delito en el Código Penal, “estar en la zona de confort”. En realidad le está reclamando que salga a diferenciarse del resto de sus compañeros y banque a la compañera Cristina.
Para el final, Moreau, sintetizó sus cuestionamientos porque “esta Corte no tiene jerarquía”. El catador de jerarquía, no pudo recibirse de abogado, apenas cuenta con el secundario cumplido y como le dije, hace 38 años que no trabaja en algo que no sea vivir del estado.
Moreau fue expulsado del radicalismo, luego de su actitud de tránsfuga. El tribunal de Etica, le sacó tarjeta roja por “adherir a un espacio político populista, autoritario, oportunista, corrupto, impostor e ineficiente”. Eso decía la resolución que le aplicó la máxima pena prevista por la Carta Orgánica del partido de Yrigoyen y Alem por su “manifiesta inconducta ética y moral”.
Pero en su biografía se pueden encontrar un rosario de despropósitos. Fue el mariscal de la derrota más grave de la historia del radicalismo. En el 2003 fue candidato a presidente y obtuvo el 2,34 % de los votos. Un papelón gigante. Se rompió y se dobló.
Pero eso no es todo. Moreau, el diputado ultra cristinista, escribió que “Nisman se suicidó y el Mossad y los Fondos Buitres inventaron su asesinato”. Luego amplió su salvajada y dijo que “fue la operación de marketing a nivel global mejor concebida” promovida por “el estado de Israel, la derecha norteamericana, los fondos buitres y sus socios locales”.
La inmensa mayoría de los ciudadanos democráticos argentinos se indignó ante la provocación antisemita de Moreau. Ni Luis D‘Elía, el vocero de Irán en Argentina, se había atrevido a tanto. El diputado de Cambiemos, Waldo Wolff denunció ante la justicia a “El Marciano”, nunca tan bien puesto el apodo, por incitación a la discriminación por anteriores declaraciones de similar discriminación. Le dijo que “era agente del Mossad”. Insiste con su odio discriminatorio porque “extranjeriza al judío” como ocurrió durante el nazismo. Hoy esa actitud está considerada un delito y un acto de antisemitismo.
En realidad, Moreau se atropella con otros alcahuetes por ver quien le chupa primero las medias a Cristina.
Sus bloopers dan vergüenza ajena. Siendo el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa justificó una brutal agresión que sufrió Julio Bazán, nuestro compañero de TN, que estaba cubriendo las protestas contra la reforma previsional. Lo agarraron a trompadas y a patadas y le arrojaron piedras y cenizas en los ojos. ¿Qué dijo Moreau? Que Bazán “es víctima del grupo en el que trabaja”. ¿Y no se acuerdan cuando fue a patotear a Emilio Monzó a la presidencia de la Cámara de Diputados y le tiró el micrófono al presidente del cuerpo? ¿Y cuándo le gritó al diputado Nicolás Massot que le gustaba la represión, “igual que tu familia”. No llegaron a las piñas porque algunos legisladores los separaron.
Cuando se borocoteó al cristinismo, presentó su Movimiento en un acto en Tres de Febrero, auspiciado por el intendente Hugo Curto, un barón autoritario del conurbano, metalúrgico, heredero de Lorenzo Miguel.
Está muy claro: Moreau integra el grupo de tareas sucias contra la justicia que conduce Cristina. Un patotero con inmunidad e impunidad que hace 38 años pagamos todos nosotros. Parece Marciano pero vive en esta tierra.