Cristina odia la verdad y al periodismo – 16 de agosto 2022

Roberto Navarro es el empresario de medios que más rápido se hizo millonario. Recibió montañas de pauta publicitaria por parte del kirchnerismo. A cambio, se transformó en una suerte de vocero informal de Cristina. En su rol de para periodista de estado, fue el autor material de la tristemente célebre operación para ensuciar a Enrique Olivera horas antes de las elecciones. Difundió una información falsa con real malicia, a pedido de Alberto Fernández que en esa época era jefe de gabinete de Néstor. Elisa Carrió no lo olvidará jamás.
Pero Navarro se hizo famoso por haber
perpetrado la fake news más increíble, en vivo y en directo. Fue cuando anunció en el C5N (Cristina 5 Néstor) que Daniel Scioli y Aníbal Fernández habían ganado las elecciones.
Esta mentira monumental se
estudia en las escuelas de periodismo como lo que jamás se debe hacer. La ansiedad y las expresiones de deseo no son fuentes confiables.
Navarro, no tuvo vergüenza ni pudor a la
hora de apretar al actual gobierno porque al principio, no le daba las colosales sumas de dinero que el reclamaba para apoyarlo. Fue a cielo abierto y sin eufemismos. Sólo le faltó agregar: “Quiero la mía”.
Pero en estas últimas horas, pasó todos los límites incitando a la violencia contra varios periodistas con los que me solidarizo. Amenazó ferozmente a Joni Viale, a Eduardo Feinmann, Luis Majul, Jorge Lanata y a quién les habla. Hasta ahora nadie se había atrevido a tanto durante este cuarto gobierno kirchnerista. Cristina calla y otorga.
Navarro mintió descaradamente al decir que nuestras opiniones generan odio y violencia y “que algo hay que hacer para frenarlos. Mañana un loco puede matar a alguien. Hay que intentar detenerlos”.
Intimidaciones mafiosas dignas del hampa. Pero siguió: “Deberían tener miedo ellos, Viale debería tener miedo de que algo lo frenara, de que pueda tener un castigo, o, ¿no van a pagar ningún precio por esto?”.
Con Joni se ensañó de la peor manera: “Viale es un loco que le echa la culpa al gobierno de la muerte de su padre. Son mercenarios que cobran millones y millones. Van a terminar mal, a los tiros. Esa violencia puede ir contra ellos.”.
Y el final fue tragicómico en su furcio. Dijo quer Shakira le dio la entrevista como arrepentida a Lanata porque antes había “sido torturada en la cárcel de Víctor Hugo Morales”. Su partenaire, alcanzó a decir “Gerardo”, pero él siguió adelante como si fuera un barrilete cósmico.
Anoche Joni dijo que jamás le podrán meter miedo y que si le pasaba algo a él o a alguien de su familia responsabilizaba por eso a Navarro y a su jefa, Cristina. Firmo al pié. Joni dijo lo correcto.
Porque Cristina, siempre odió al periodismo y a la verdad. Sobre todo cuando esas verdades informativas desnudan con pruebas la jefatura que ejerció de la asociación ilícita que se dedicó a saquear al estado.
Hay cientos de ejemplos de ese combate que los K libraron y siguen librando contra la libertad de prensa. ¿Se acuerda de aquella apretada pública de Mario Ishii? La amenaza, la incitación a la violencia, fue delante de una multitud que puede interpretar eso del “levantamiento” como un aval para atacar a cualquier periodista o medio de comunicación. Desde el escenario, Ishii dijo que “el pueblo un día se va a levantar contra los medios, estoy seguro. Dejen gobernar y de tirar pálidas y veneno y de pegarle al presidente”.
“Levantamiento” según el diccionario tiene como sinónimos a “sedición, alboroto, alzamiento, sublevación”. ¿Eso es lo que propone el cristinismo por boca de Ishii? ¿Eso propone Navarro?
Con libertad se puede hacer un periodismo bueno, malo o regular. Eso lo juzgará la gente. Pero sin libertad, lo único que se puede hacer es propaganda. Muchos creen que el principal insumo del periodismo son las noticias. Y no es cierto. Nuestro principal insumo es la libertad.
Lo primero que hacen las dictaduras como Venezuela y Cuba es amordazar, censurar y perseguir al periodismo. Lo primero que hacen las autocracias feudales como Santa Cruz y Formosa es intentar domesticar y hacer arrodillar a los periodistas independientes que no se alquilan ni se venden. Desde el regreso de la democracia en 1983 nadie agredió tanto a los medios de comunicación y a sus trabajadores como el cristinismo. Utilizaron todos los mecanismos conocidos de hostigamiento a la prensa libre e inventaron algunos porque son muy creativos para el mal. Hasta la llegada de Néstor y Cristina nadie había extorsionado a los anunciantes privados. Los obligaron a retirar publicidad en los grandes medios para que apoyaran a los que tenían puesta la camiseta de Cristina. Pasó mucho esto. El caso más recordado fue el de los supermercados y sus grandes ofertas de fin de semana.
Utilizaron la pauta publicitaria con una ferocidad nunca vista. Castigaron con el látigo a los que no se disciplinaron y premiaron con su generosa billetera a los alcahuetes del poder. Expulsaron de los medios del estado todo vestigio de pluralismo y los convirtieron en unidades básicas que adoctrinan todo el tiempo. Ejemplos sobran en los cuatro gobiernos kirchneristas.
Juzgaron en una plaza pública al estilo mussoliniano a distintos periodistas, colgaron afiches con sus caras e incitaron a los chicos a que los escupieran, dispararon misiles de mentiras todos los días, contra cronistas que se negaron a sumarse a la comparsa K.
Recurrieron a la acción directa y a los escraches de patotas que fueron a la puerta de los canales y las radios a intimidar periodistas. A muchos les pegaron palizas inolvidables y fabricaron tanto odio como nunca antes desde 1983. Delirantes ineficientes como Axel Kicillof han llegado a decir que los periodistas somos hinchas del Covid y queremos que la gente se muera. ¿Se puede apelar a semejante bajeza?
El líder judicial de este proyecto autoritario, Eugenio Zaffaroni, funcionario de dos dictaduras y dueño de departamentos donde se ejercía la prostitución, llegó al extremo de calificar a los periodistas que no eran de su gusto como “terrorismo mediático”. Otro sujeto de ese palo, llegó a proponer un tribunal para juzgar a los periodistas como si fuéramos genocidas: “La Conadep del periodismo”, vomitó para bautizar su idea. También utilizaron la AFIP y los espías estatales para amenazar y tirar carpetazos contra los que no se subordinaron.
Los periodistas que amamos y tratamos de honrar este oficio, no defendemos camisetas partidarias ni dirigentes. No somos ni debemos ser el soporte de ningún político. Ni de Cristina ni de Macri ni de nadie. El motor que nos mueve es la búsqueda de la verdad. Nosotros defendemos valores: la democracia, la paz social, los derechos humanos, la independencia de los poderes, la honestidad, el mérito, la igualdad de oportunidades, la seguridad para trabajar y vivir con tranquilidad. Eso defendemos. Aunque Cristina y sus esbirros vengan degollando.