Se terminó el misterio y la especulación. Con las cartas de los candidatos sobre la mesa ya podemos hacer un análisis provisorio de las elecciones que se vienen. El duelo decisivo, la pelea de fondo es en la provincia de Buenos Aires entre el presidente Macri y la ex presidenta Cristina. Ellos se juegan casi, casi, la vida y la muerte política. Sergio Massa, el tercero en cuestión, con un resultado digno que le permita seguir flotando, logrará su objetivo de llegar al 2019 con sus pretensiones presidenciales intactas. Pero ni a Macri ni a Cristina les alcanza con una buena actuación. Necesitan ganar. Llegar primeros. Es a suerte y verdad.
Eso será muy fácil de medir. La lista que saque la mayor cantidad de votos en los comicios parlamentarios de octubre llevará su nombre a la victoria. Pero vamos por partes. Veamos cuales son los objetivos y los nombres que apuesta cada uno.
El presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal van a poner el cuerpo en la campaña y la cara en todos los afiches. Son los dos líderes de mejor imagen que van a intentar trasladar su popularidad a los candidatos que tienen alto prestigio pero bajo conocimiento. ¿Eso es posible? A veces, sí, y a veces, no. Instalar dirigentes no es una tarea fácil a pesar de la potencia de los medios y las redes sociales. Pero la idea de Cambiemos es comunicar que están luchando contra las mafias de la provincia y por una mejor calidad de vida. María Eugenia comanda una batalla sin cuartel contra la policía corrupta para tener más seguridad y menos droga; contra la corrupción y el estado cómplice, como en La Salada y contra las corporaciones burocráticas de los sindicatos docentes. María Eugenia y el presidente van a decir algo así como: “Necesitamos que nos ayuden porque solos no podemos contra tantas mafias tan poderosas y con tantos problemas por resolver”. Este es el equipo que va a colaborar con nosotros. Así, casi de la mano, Mauricio y María Eugenia van a llevar a Esteban Bullrich como emblema de una educación de calidad que ayude a salir de la pobreza a los argentinos que más sufren. Gladys González, su compañera en la boleta para el senado va a ser presentada como la segunda María Eugenia. La ven como un clon, con su imagen frágil y femenina pero con un coraje y una fortaleza muy particular. Van a recordar que Gladys González pudo quebrar al sindicalista más mafioso y violento que hoy está preso y que fue el preferido de Cristina y Guillermo Moreno: Omar “El Caballo Suárez”. Graciela Ocaña a la cabeza de la lista de diputados nacionales es un emblema del combate contra la corrupción y por la transparencia. Dedicó su vida a eso. Héctor “El Toty” Flores, el preferido de Elisa Carrió, representa a los sectores más humildes de La Matanza que no quisieron esclavizarse con un plan social y que pudieron organizar en cooperativas de trabajo para progresar. Y Guillermo Montenegro, ex ministro de Seguridad de la Ciudad, creador de la Policía Metropolitana y actual embajador en Uruguay se encargará de las propuestas para enfrentar a los delincuentes y criminales que tienen a la provincia en estado de pánico.
Una victoria en Buenos Aires sería la ratificación de la confianza a Cambiemos para que profundice sus estrategias. A Macri y María Eugenia les daría una fortaleza política que le permitiría al presidente romper con una vergüenza institucional de 80 años: terminar su mandato en tiempo y forma pese a no pertenecer al peronismo. Porque desde Marcelo T de Alvear a la fecha ningún presidente no peronista pudo culminar su gobierno como corresponde, sin turbulencias y con paz social. Si lo logran, los argentinos, todos incluso los peronistas, habremos pegado un salto de maduración republicana. No hay democracia completa sin alternancia. El partido único es una enfermedad letal de democracia. Un camino de ida a la autocracia.
Por eso Macri se juega la vida y la muerte política. Porque si es derrotado por las listas de Cristina, el operativo “helicóptero” aumentará de velocidad. Cristina y sus seguidores más fanáticos piensan que la única forma de que la ex presidenta no vaya presa es que vuelva a ser presidenta en el 2019 o antes, si es posible, producto de un intento de destitución con palos en la rueda, piquetes, escraches violentos paros y todo tipo de respuesta irracional. Por eso ella quiere presidir el bloque de senadores y si puede, la Cámara de Senadores para ubicarse en la línea sucesoria presidencial. Todo un desafío antidemocrático, audaz y peligroso. Si Cristina gana, saldrán rápidamente de abajo de sus polleras aquellos agresivos e impresentables ladrones que ahora fueron corridos por un rato del escenario porque son piantavotos: hablo de Boudou, Esteche, D’Elía, De Vido, Hebe, Kunkel, Diana Conti, Aníbal Fernández y siguen las firmas.
Una columna aparte merece la panquequeada de Jorge Taiana que se dio vuelta en el aire y abandonó al Movimiento Evita y a Florencio Randazzo para secundar a Cristina quien, en su momento, lo maltrató como pocas veces en su vida.
Cristina quería llenar de mujeres las listas. Y eso es bueno. Pero como no pudieron encontrar muchas con buenos niveles de representación colocaron esposas de intendentes como Ferraresi o de ex intendentes como Martín Sabbatella. Y eso es malo: portación de apellido y anillo matrimonial no es una reivindicación de género, es casi reforzar la teoría de los bienes gananciales.
Solo se puede agregar que a Fernando Espinosa y Daniel Scioli, les tiraron un hueso por su lealtad y que serán diputados que, si Cristina pierde, volverán devaluados rápidamente al peronismo ortodoxo de donde vienen.
El diputado Sergio Massa es el que menos arriesga. Con empatar le alcanza. Si logra el segundo puesto y desplaza hacia el abismo a Cristina habrá cumplido su promesa de campaña. Saca pecho porque en su momento logró frenar la reelección de Cristina y asegura que ahora, va abortar su vuelta a las ligas mayores. Veremos. Tiene que luchar contra la polarización que impulsan Macri y Cristina. Tiene a su favor la compañía de Margarita Stolbizer, otro emblema anticorrupción y una lista de diputados de gente tienen más curricullum que prontuario. Para mantener la ancha avenida del medio y no caerse en la grieta de la polarización, Massa tiene una posibilidad que hay que ver como evoluciona. Es la economía, estúpido. Hay un par de millones de personas que en el balotaje votaron a Macri para vencer a Cristina, Scioli y Aníbal que hoy están en dificultades con sus sueldos e ingresos. Sufren una situación económica peor que antes de Macri. Cuentapropistas, plomeros, pintores, carpinteros, profesionales jóvenes o pequeños comerciantes a los que los tarifazos y la caída del consumo los castigó duramente. Esa gente votó a Macri en contra de Cristina y por lo tanto es difícil que la voten en octubre. Pero si quieren darle al gobierno un voto castigo racional o un tirón de orejas, la opción puede ser Sergio Massa. Estas son las primeras y provisorias conclusiones de estas elecciones decisivas que se vienen. Hay mucha tela para cortar todavía. Esto recién empieza.