¿Cristina reconoce la derrota? – 13 de septiembre 2017

Parece la crónica de una derrota electoral anunciada. En un gesto de apuro y desesperación, Cristina, con una carta abierta a la oposición los convocó a frenar al gobierno de Macri votando a la lista que ella encabeza.
En un nuevo viraje en su campaña, la misma Cristina que no quiso darle la interna a Florencio Randazzo y que lo calificó de empleado y que incluso tiró al Partido Justicialista por la ventana, ahora, llama a todos los que no votaron por las listas de Cambiemos a que se unifiquen detrás de la boleta que comparte con Jorge Taiana.
Son manotazos de ahogado. Cristina está rascando al fondo de la olla. Intuye o sospecha que son ciertas las encuestas que dicen que hoy está perdiendo contra Esteban Bullrich. Y por eso, como dijo ayer Federico Andahazi anda mendigando votos. De hecho hubo casi un sincericidio de Luis D’Elía que en su programa de radio confesó que un consultor amigo de ellos le confirmó que Cristina está tres puntos abajo. Lo dice con bronca y para encender una luz roja de alerta: Estamos perdiendo con Macri.
Eso no es novedad porque es lo que dicen la mayoría de los consultores serios. De todos modos, siempre me gusta decir que a las urnas las carga el diablo y que nunca hay que dar por cerrado un resultado hasta que se cuente el último voto.
Pero lo más grave de D’Elía es la conclusión que saca. Los motivos por los que el pueblo les está dando la espalda en las urnas. Es lo que piensa la mayoría de los dirigentes que militan con Cristina. Solo que no se atreven a decirlo.
Es por culpa de los tilingos y los patas sucias, así lo llama él. Son los que se dejan engañar por el discurso de la derecha y los medios hegemónicos. Con una actitud paternalista, soberbia y francamente discriminatoria, habla de los tipos de clase media tilinga que quieren ser como los ricos, que quieren ser como Macri y que se identifican con el pensamiento de las clases altas. Lo mismo dice de los más humildes al que él llama “patas sucias”. Son oprimidos que asumen el discurso del opresor. Es un concepto que ya era jurásico en los 70. Básicamente desnuda un nivel de soberbia que los hace creer que son la vanguardia iluminada de un pueblo tonto que no entiende su mensaje. Quince mil votos sacó D’Elía. Y si es verdad que Cristina puede perder su invicto electoral como perdieron los Rodríguez Saa o Alicia Kirchnher en Santa Cruz, quiere decir que por lo menos hay un llamado de atención para que se miren a si mismos. Cuando uno fracasa en cualquier actividad lo primero que debe hacer es pensar en que se equivocó. Preguntarse qué hizo mal. Si no es muy fácil: yo soy el vivo, el piola, el inteligente que se las sabe a todas y el pueblo es ignorante que no sabe ni lo que le conviene y que vota a sus verdugos. Debe haber pocos pensamientos tan gorilas como ese.
El descontrolado mal actor Raúl Rizzo, también expresó con claridad esta altanería. Rizzo le dice al pueblo que no se suicide votando a Cambiemos.
El que es un sabio, un experto, sabe que si la mayoría vota a Cambiemos es porque son suicidas. Curiosa concepción democrática. Si votan a Cristina los argentinos son unos genios revolucionarios. Pero si votan a Macri son unos estúpidos suicidas.
El concepto de autocrítica no existe para los cristinistas. Ella y ellos son infalibles.
De todos modos, como Cristina no come vidrio, publicó esta carta abierta. Es patético el llamado que hace. La máxima expresión del sectarismo autoritario de la Argentina, ahora que se ve perdida, convoca a la unidad de los opositores. Dice que hay que frenar el ajustazo de Macri que se viene. Que después van a hacer acuerdos parlamentarios y arrancar con un nuevo ciclo político que contemple las distintas sensibilidades opositoras. Pero que por ahora, la voten a ella. Es para reír si no fuera para llorar. Porque esta mujer que va de un lado al otro sin que se le caiga la cara de vergüenza fue presidenta dos veces.
De todos modos a la exitosa abogada que nunca ganó un juicio, el tiro le salió por la culata. No consiguió despertar ni lástima en el resto de la oposición.
Las más dura fueron dos mujeres. La diputada Graciela Camaño, jefa de campaña de Sergio Massa y su compañera de boleta Margarita Stolbizer. Camaño dijo que “Cristina no tiene autoridad moral para convocar a nada y no tenemos ninguna intención de hacer nada con ella. Me indigna y no me convoca quien fue la persona más autoritaria en democracia. Ella fue la que dijo “Vamos por todo” y ahora viene a actuar de conciliadora”.
Margarita le contestó: «Usted fue quien degradó el Estado de Derecho, dividió a los argentinos y condenó 12 millones a la pobreza. Nunca será posible un acuerdo con quienes saquearon el país. Antes sométase a la Justicia y devuelva lo que se ha llevado. Basta de mentira. Mes antes o después, Cristina Kirchner estará sentada en el juicio oral por los delitos. Antes que buscar acuerdo, decline candidatura y prepare su defensa».
Ambas fueron demoledoras. Sintetizaron el pensamiento de muchos. Sergio Massa fue por el mismo camino: “No es posible el diálogo con quienes nos dividieron y tienen que rendir cuentas en la justicia”.
Otro ex jefe de gabinete de Cristina, el senador Juan Manuel Abal Medina, abandonó su tono moderado y también fustigó desde el randazzismo a su ex líder: “nos decían que tenían un piso del 50% y que nosotros no llegaríamos al 1%”.
El sindicalista y diputado nacional justicialista Oscar Romero, dijo: “Cristina se acordó tarde: parece que no le alcanza con D’Elía y Sabbatella. Nunca convocó a nadie y ahora convoca a todos para que la voten”.
Ni siquiera la izquierda de Néstor Pitrola mordió el anzuelo: “Ella gobernó con la burocracia sindical que entrega convenios y gobernadores que ajustan como Alicia Kirchner”.
Florencio Randazzo ni le contestó pero fue contundente su tuit respondiendo a Luis D’Elía que había expresado más o menos lo mismo: “Dejáte de joder y anda a laburar”.
Es probable que el gobierno de Cambiemos consolide el 22 de octubre el triunfo electoral que obtuvo en las elecciones primarias. Pero sería un grave error del oficialismo creer que ya está todo dicho. Sería un pecado de soberbia. Primero porque todavía falta mucho y hay distintas variables que están en movimiento y segundo porque nunca hay que subestimar a Cristina a la que se la dio por muerta política tantas veces como resucitó.
Hay novedades que conviene analizar. La primera es la desaparición de Santiago Maldonado. Hasta ahora no parece que este dramático tema modifique las preferencias electorales de nadie. Pero todo parece indicar que lo que el caso Maldonado hizo es profundizar la grieta, aumentar la polarización y eso puede perjudicar a los partidos más chicos.
Veremos cómo evoluciona la economía,
pero la foto de hoy dice que Cristina recibió un fuerte rechazo a su propuesta oportunista que intenta salvarse sola.
Un portal tituló con ironía pero con certeza: “Cristina logró unir a la oposición: todos le dijeron que no”. Hoy Cristina está mucho peor que ayer. Le salió el tiro por la culata.