El castigo de las inundaciones – 15 de septiembre 2017

La destrucción y la desolación, te estremece. El alma se estruja porque la catástrofe es brutal. Los números son increíbles. Diez millones de hectáreas están afectadas por las malditas inundaciones. ¿Escuchó bien? Diez millones de hectáreas del área productiva de la Argentina están padeciendo el agua que cayó en cataratas. Es un drama que parece que no termina nunca, sobre todo en la provincia de Buenos Aires y La Pampa, pero también en Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y varias localidades de Corrientes o Misiones.
Estamos hablando de una pérdida de más de 1.100 millones de dólares. ¿Escuchó bien? Una pérdida de más de 1.100 millones de dólares.
Parece un castigo bíblico. Los que vivimos en la Capital nos quejamos de la lluvia pero hay una especie de diluvio universal que está castigando ferozmente a pueblitos maravillosos de la Argentina. Los que más están padeciendo viven en Bolívar, Daireaux, Carlos Casares, General Villegas.
Miles de compatriotas del interior profundo están sufriendo esta calamidad.
En el norte de La Pampa, en Arata o Embajador Martini. Hace poco fuimos con Diego a Arias en Córdoba. Parece una isla. Está absolutamente rodeada de agua y hay una ruta angosta que te lleva al casco urbano como si estuvieras cruzando por un puente. Encima colapsó el muro de contención y hay casas que tienen el agua a 20 metros.
En Henderson el paisaje es macabro. El agua tiene olas como si fuera el mar, hay peces y patos y al medio, estoica una tranquera de lo que alguna vez fue la entrada a un campo. Al costado, tres vacas, están muertas, con el vientre hinchado y las patas hacia el cielo. Son cadáveres de una Argentina rural que trabaja con esfuerzo y sacrificio de sol a sol pero que todo el tiempo tiene que estar en el combate. Alguna vez fue contra autoridades kirchneristas que los despreciaban y los condenaban al olvido y ahora contra la naturaleza que no tiene obras de infraestructura para ponerle límites porque en muchos casos se robaron la plata para esas obras de infraestructura.
Los chacareros putean pero siguen firme en el surco. Es una catástrofe productiva, medioambiental y social, por supuesto. Miles y miles de personas viven de la soja, el trigo, el maíz, el girasol o la hacienda. La Pampa húmeda se desbordó de humedad. Las tierras colapsaron y se empacharon de agua.
En la ruta 74, entre General Madariaga y Las Armas, hay vacas con el agua hasta el cuello. Y no saben nadar. Con esa mirada tan mansa de los vacunos se resignan a morir al lado de los terneritos que te parten el alma.
Las imágenes satelitales muestran que este desastre arranca desde la desembocadura del río Salado en la Bahía de Samborombón y llega hasta La Pampa y Córdoba. Es un océano criminal que apuñala la tierra mansa por la espalda. Los tractores se hunden en los malos caminos que ahora parecen pantanos. La maquinaria agrícola de última generación y con alta tecnología parecen platos voladores en medio de la parálisis que les produce el agua.
No hay rutas, no hay caminos, no hay puentes, no hay obras para mitigar las inundaciones. Otra herencia maldita de la década robada. Ahora dicen el Plan Maestro del Río Salado va a llevar cuatro años de construcción.
Los canales, los ríos, las lagunas no aguantan. La potencia demoledora del agua cuando sube trae desocupación, miseria y desesperación.
El único sol que calienta por dentro y por fuera es la solidaridad de la gente con la gente. Todos convertidos en uno para salvar a sus pueblos. Con el agua hasta las rodillas, pala en mano, llenando bolsas de arena, conteniendo las lágrimas, protegiendo a los chicos y a los viejos. Todos se convierten en héroes mientras esperan la ayuda del estado que tarda porque no da abasto.
Las manos callosas de Rodrigo demuestran que es un hombre que trabajó toda su vida. Es mozo de un bar pero también hace changas como pintor de obra para llevar un pesito más a esa casa que ahora está bajo el agua. Es una postal horrorosa que se repite en demasiados lugares. El hombre está rodeado de fotos familiares que flotan antes de ahogarse para siempre. Una heladera inútil que naufraga, una chancleta y un canasto que se desliza en el agua sucia y maldita. Por lo que antes eran calles y ahora son ríos inmundos, transitan canoas y gomones. Rodrigo está desolado en medio de la desolación. Es una pesadilla que se extiende en diez millones de hectáreas. Todos aúllan de dolor cuando se ve morir a los terneritos recién nacidos, ahogados en 80 centímetros de agua que hay en algunos campos. Ni que hablar de las vacas que se hinchan casi hasta reventar. O el horror de los ranchitos que están en las riberas donde los que no tienen nada, pierden hasta la esperanza.
El agua sube sin preguntar/ si soy el Pedro, si soy el Juan/ Y todos dicen que hay que cuidar/ al inundado que se inundó/ pero se acuerdan que los parió/ cuando el agua ya los tapó. La sabiduría que canta Piero lo dice todo. El agua iguala para abajo en la desgracia. No pregunta condición social ni ideología Pero está claro que el hilo se corta por lo más delgado y que los mas pobres sufren mas porque tienen muchos menos recursos para defenderse. Muchas veces el agua no tapa, destapa las miserias, las carencias y la injusticia. Es que nada es igual. La inundación hace colapsar el sentido común. Todo se da vuelta. Es incomprensible el bombardeo de la naturaleza. Ataca a traición y produce crímenes que desgarran el corazón. ¿Se dio cuenta que todo desaparece de la faz de la tierra? ¿Qué todo se hace agua? Que las esperanzas y los sueños se ahogan. Que con putear no alcanza. Que la inundación tapa todo y se lleva todo el esfuerzo de años. La pérdida más grande es la desilusión. El volver a empezar. Carajear la mala suerte, y después de bajar los brazos, levantarse para pelear de nuevo. Nadie puede creer la cantidad de lluvia que cayó. Y la velocidad con que suben las napas en algunos lugares.Tenía dimensiones bíblicas. Faltaba el Arca de Noé. Muchos compatriotas perdieron el esfuerzo de toda su vida.
Ese líquido que liquida se mete por todos lados y destruye lo que encuentra a su paso. Sobre todo la
alegría del progreso. La esperanza del futuro. Hace estragos en los caminos. Los alimentos y los medicamentos muchas veces no llegan. Obliga a suspender las clases en las escuelas. Dinamita la producción. Es un golpe bajo a los mas pobres de los pobres. Es una obra maestra del terror. Es agua, pero parece una maldición.En todos lados necesitan obras de infraestructura hídrica. Son años de atraso y de robar o malgastar la plata. Para eso, entre otras cosas, los inundados de hoy pagan los impuestos con tanto esfuerzo. Piden contención, auxilio, eficiencia y presencia del estado ante semejante tsunami. Que nuestros representantes nos representen. Para que cada uno ponga su granito de arena y podamos construir un futuro distinto para nuestros hijos. Para que la democracia que es nuestra casa
común, no se inunde más con incapaces, hipócritas o corruptos. En síntesis, para que las aguas no bajen turbias. Y gobierne la transparencia. Para que no se acuerden /que los parió/ cuando el agua ya los tapó.