La mafia sindical – 5 de enero 2018

Primero una chicana o una ironía: a partir de ayer, hay otro preso político kirchnerista.
Ahora la verdad que es la única realidad: Marcelo Balcedo es un sindicalista mafioso, extorsionador y vinculado a los narcos que vivía como un magnate excéntrico. Hoy está preso en la Cárcel Central de Montevideo esperando ser extraditado a la Argentina donde se va a encontrar con viejos amigos del kirchnerismo en un calabozo de Ezeiza o Marcos Paz.
Balcedo utilizó su gremio de trabajadores de maestranza de salud y educación como pantalla para desplegar todos sus delitos. La justicia lo hizo detener por Interpol acusado de extorsión, lavado de dinero, evasión fiscal y vaciamiento de su sindicato.
Hizo algo parecido desde el diario Hoy de La Plata y otros medios de comunicación que puso al servicio de su enriquecimiento ilícito. Su mano derecha se llama Mauricio Yebra y aparece como dueño de más de una docena de vehículos pertenecientes a la familia Canteros, el apellido del cartel de los narcotraficantes rosarinos conocidos como “Los Monos”.
Las imágenes mostraron a un Balcedo más parecido a un señor feudal, o a un excéntrico magnate berlusconiano que a un defensor de los derechos de los trabajadores. Fue detenido en su chacra de 90 hectáreas, llamada “El gran chaparral” y que tiene 4 kilómetros de largo. Está ubicada como una fortaleza, rodeada de cámaras y alambrados en la cumbre de una loma, a 40 kilómetros de Punta del Este. Le encontraron a Balcedo y su esposa Paola Fiege, 500 mil dólares, un arsenal que incluye dos pistolas Glock 9 mm y un par de armas largas y sofisticadas. También estaba rodeado de 14 vehículos de alta gama, como si fuera a preparar un festival fastuoso. Ferrari, Mercedez Benz, Chevrolet Corvette entre otras marcas lujosas y un Porsche que era el único auto que estaba con los papeles en regla. Todos los demás no estaban ni declarados. Salcedo que aportó dinero y un candidato en las listas de Cristina Fernández de Kirchner, aparece en varias fotos con Roberto Baradel y Daniel Scioli y se movía en un avión Gulfstream por el que pagaba 80 mil dólares mensuales de alquiler como parte de la compra de la nave.
Su esposa, que también está detenida, tiene un diamante incrustado en su dentadura. Como puede apreciarse, todo muy nacional y popular, todo muy progresista. Tal vez por eso, este inmoral estuvo tan vinculado a Florencia Saintout, la revolucionaria chavista decana de periodismo en La Plata.
Este personaje nefasto participaba de las negociaciones paritarias por el salario docente. Su gremio y otros, discutían con los funcionarios de María Eugenia Vidal. Muchos dirigentes del peronismo bonaerense fueron cómplices de este delincuente o por lo menos miraron para otro lado y lo dejaron desarrollar su actividad mafiosa. Es un patotero y jerarca sindical enriquecido de la calaña del Pata Medina en la UOCRA y del Caballo Suárez en el SOMU. Hoy, por suerte, todos están presos y se empieza a quebrar esa organización criminal al servicio de la ilegalidad y la financiación de cristinismo. Todos estos pistoleros estuvieron vinculados a algún sector del anterior gobierno de Cristina y el Caballo Suárez que miente hasta en su estado de salud, fue uno de los dirigentes sindicales preferidos y elogiado por la exitosa abogada que nunca ganó un juicio. Sus medios de comunicación, igual que los de Szpolski, Electro ingeniería, Cristóbal López y Diego Gvirtz, entre otros, recibieron montañas de dólares disfrazados de pauta publicitaria por Cristina.
De todos modos hay algo curioso. El juez que ordenó su detención es Ernesto Kreplak, doblemente K, integrante de Justicia Legítima que, según dicen no soportó que Balcedo extorsionara a su propio hermano, relacionado al Plan Quintas de Aníbal Fernández y su ballet.
El diario de Balcedo acusaba al magistrado de vinculaciones no santas con dos presos: el general César Milani y Julio de Vido.
La codicia, la anorexia y la bulimia de poder y de dinero los pierde. Tienen una vida con un lujo pornográfico que ofende a los 11 millones de pobres que dejaron después de 12 años de gobierno. Pero viven en otro mundo. Sospechan que tienen impunidad para siempre. Que nadie los va a tocar. Pero algo cambió.
Parece que la impunidad se va terminando.
Ahora la mira está puesta en Carlos Quintana, de UPCN, muy compinche de Balcedo y no hay que dejar de observar lo que está pasando en el sindicato del Caucho o con el mundo de los Moyano. Un malandra como Pablo Bebote Alvarez, jefe de la barra brava de Independiente acusó a Pablo Moyano de estar vinculado con el lavado de dinero y las entradas truchas y el vicepresidente del club Noray Nakis, y un ex guardaespaldas del gremio de camioneros están presos.
Parece que la justicia está empezando a moverse con la velocidad y la rigurosidad que se necesita. Veremos.
No quiero generalizar porque el que generaliza discrimina. No se puede decir que todos los gremialistas son ladrones porque sería injusto y eso no es cierto. Conozco muchos que son honrados y que defienden a los trabajadores con los mejores instrumentos posibles. Lo que pasa es que muchos se quedaron anclados en un pasado que ya no existe. Utilizan una metodología vetusta que les exige un gigantesco esfuerzo económico para movilizar trabajadores en micro y que luego no les da ningún resultado concreto.
Pero hay una mayoría de jerarcas sindicales que son corruptos y que se han eternizado en los cargos. No son compañeros. Son monarcas de sus gremios. Este es el corazón del problema. Está lleno de sindicalistas millonarios y de trabajadores pobres. Hay demasiados burócratas sindicales que se comportan corporativamente en defensa propia y de sus intereses económicos y que utilizan a los trabajadores como rehenes o carne de cañón.
Por eso tienen tan bajos niveles de representatividad. Están muy lejos de los problemas y la realidad de las personas a las que deben representar. Y muchos de ellos son patoteros y violentos además de robarse la plata de los afiliados.
Le doy otros dos ejemplos que son brutales. Juan José Zanola y la mafia de los medicamentos. El ex jefe de la Asociación Bancaria está preso por los negociados que hizo con la salud de sus afiliados. Tenía una organización delictiva en lugar de un sindicato.
José Pedraza y el asesinato del militante trotskista Mariano Ferreyra. El ferroviario también está detenido por su complicidad en semejante crimen. No olvidaré jamás a Cristina con la gorrita verde de la Unión Ferroviaria bailando al compás del bombo y al lado de Pedraza.
Pregunta final: ¿Alguien recuerda alguna
declaración de un gremialista de la GCT o la CTA que haya repudiado a estos delincuentes? ¿Hubo algún comunicado que dijera que no comparten la metodología ni la moral de estos personajes? Ninguna. Ni una sola palabra. Los muchachos sindicales cierran filas y se defienden entre ellos. No condenan la corrupción ni las patotas ni los enfrentamientos a balazos que hubo por cientos en el seno de la Unión Obrera de la Construcción o entre los mismos camioneros, por ejemplo.
Por eso le digo: no creo que todos sean patoteros y ladrones. Pero casi todos callan frente a esa realidad. Son cómplices por omisión. Apelan a la omertá.
Conflicto permanente, declaraciones agresivas y patotas y bloqueos y encima corrupción no son las mejores cartas que tienen. El sindicalismo está entre los sectores de mayor desprestigio de la sociedad. Son jerarcas y no compañeros de trabajo. Andan en autos de alta gama con vidrios polarizados y trajes italianos. Viven en mansiones y se hacen acompañar por matones y culatas que son de armas tomar y de trompadas y botellazos repartir. Hay un momento donde la realidad grita que algo nuevo está ocurriendo. Quien quiera oir que oiga. Hace falta una renovación. Nuevos dirigentes sindicales que no roben, que vivan austeramente con el sueldo de un trabajador y que defiendan los intereses de sus pares de la manera más inteligente y eficaz posible. En dos palabras. Basta de patotas. Basta de sindicalistas millonarios y trabajadores pobres. Basta de Balcedos.