Carrió bombardea a Macri – 16 de octubre 2018

Es un tema tan delicado que voy a tratar de describir los hechos sin hacer juicio de valor. Sin cargar las tintas. Es que el horno no está para bollos. Ni para bromas. Cambiemos, como coalición de gobierno, está pasando por el momento de mayor debilidad desde que llegó al poder. La relación entre el presidente Macri y una de sus principales aliadas, Elisa Carrió, está al borde del precipicio. En consecuencia, el jefe del estado, desnuda con impudicia una fragilidad política peligrosa e inquietante. Macri está entre la espada y la pared. Y sin embargo, Elisa Carrió lo sigue bombardeando con munición gruesa.
Ya le dijo de todo. Que le había perdido la confianza, por ejemplo.
Lo condicionó como nadie. Le dio un plazo de seis meses para que elija entre Daniel Angelici y ella.
Lo presionó como pocos. Aseguró que si no hace lo que ella quiere, se cae el gobierno.
Elisa Carrió erosionó la investidura presidencial como nunca antes. Pasó todos los límites y Cristina, La Cámpora y los presos de la mega corrupción de estado aplauden con esperanza.
No hay demasiados antecedentes en la historia de lo que ha ocurrido hoy: una de las principales figuras de Cambiemos le inició juicio político a un ministro de Cambiemos. Cuesta entenderlo. Cuesta explicarlo. La principal socia de Macri en términos simbólicos, inició el proceso para destituir a un ministro designado y ratificado por el presidente. Esto es mucho más grave que una calentura o un enojo. Puede ocurrir, es muy probable, que ese proyecto de juicio político sea rechazado por la inmensa mayoría de los legisladores de Cambiemos y que solamente lo voten, el puñado de diputados que responden a Carrió. En lugar de aislar a Cristina, la jugada dejaría aislada a Elisa Carrió. Una jugada autodestructiva imperdonable que puede generar un cachetazo al narcisismo de Carrió y que eso la obligue a disparar más misiles todavía. Macri, Carrió y el radicalismo deberían saber que están bailando sobre el Titanic. Que se están peleando en medio de una tormenta económica perfecta que necesita respuestas urgentes de la sociedad. El espectáculo es patético. Pornográfico, diría yo. Están cayendo en las encuestas y dividen a sus simpatizantes y a sus propios votantes entre los que dicen “Lilita tiene razón” y los que argumentan que “A Macri no se lo puede herir tan profundamente”.
Ella dice que con Macri está en un divorcio tan transitorio como necesario. Están jugando con fuego. Amenazó con una posible ruptura en seis meses. Es decir, seis meses antes de las elecciones, tal vez las más trascendentes de la historia.
La mayoría de los integrantes de Cambiemos insiste en que estos temas deben tratarse puertas adentro. Dicen que es muy confuso para la sociedad asistir a estos dimes y diretes. Paula Oliveto, la semana pasada en TN, me dijo que por el contrario: “el debate debe hacerse de cara a la gente para demostrar que no somos iguales que el kirchnerismo que no discutía y acataba todo con verticalismo”.
Carrió siente que tiene el suficiente poder como para voltear al presidente si no hace lo que ella le dice.
Acá hay un agujero negro y un tema que casi no tiene retorno.
Carrió está convencida de que Angelici es un operador en las sombras de la justicia y que Macri lo utiliza para salvar a familiares, como Angelo Calcaterra, a su padre Franco y a empresarios amigos.
Ya sabemos que Carrió no se detiene cuando está convencida de algo: fue contra el presidente de la Corte Suprema nada menos y logró su primer objetivo. Ricardo Lorenzetti ya no es la máxima autoridad del cuerpo. Pero Carrió no se conforma: lo quiere afuera de la Corte. Si pudo con Lorenzetti es muy probable que también pueda con Garavano y Angelici.
El problema es que el costo político que le produce a Macri es muy alto. Justo en el peor momento de la economía, cuando el país está transitando un ajuste y una estanflación que liquida el salario, el empleo y la ilusión de mucha gente, Elisa Carrió le tira más nafta al fuego.
Ojo que no estoy cuestionando la justicia de sus reclamos. Creo que ella tiene razón en muchas cosas pero no en todas.
Yo también pienso que Garavano debe irse del gobierno. ¿O fue un operador de Menem y Cristina o fue un ingenuo político imperdonable? Pero un juicio político, me parece demasiado. Lo que cuestiono es la forma que Carrió tiene de hacerle llegar las críticas al presidente.
A esta altura es urgente la vuelta de la política que parece extinguida en Cambiemos. Es necesario que cuanto antes el presidente Macri arme una suerte de Consejo Asesor Político donde sus fuerzas aliadas tengan espacio para hacer sus críticas y expresar sus disidencias, aún las más duras. Se intentó varias veces pero no han podido lograr un espacio de reflexión puertas adentro, en forma reservada donde dirimir sus diferencias. Los trapitos sucios deberían lavarlos adentro y salir todos juntos a defender las mismas decisiones. Debilita gravemente al presidente Macri que sus aliados claves lo fustiguen por los medios. Y al presidente le vendría como anillo al dedo tener dirigentes por afuera del PRO que le cuenten el clima y la temperatura de la sociedad. El gobierno debe retomar la iniciativa política. Y para eso tiene que recurrir a los que más saben de eso.
El primer objetivo de un gobierno es defender a los que menos tienen, a los usuarios, a los más desprotegidos, al pueblo en general y a la clase media que lo votó con entusiasmo por el cambio y hoy está padeciendo importantes privaciones económicas.
Los cuentapropistas, los pequeños comerciantes e industriales, los profesionales jóvenes están muy enojados con un gobierno al que votaron pero que por momentos, se preocupa más por la rentabilidad de las empresas que por la subsistencia de millones de argentinos. La AFIP persigue en forma implacable a los pescados chicos que se están ahogando mientras el sistema financiero sigue ganando fortunas. Esa es la realidad que intendentes de Cambiemos y gobernadores están sintiendo en carne propia.
Y como no hay un lugar para debatir a fondo estos temas, muchos se ven obligados a decirlo públicamente para contener a sus propios votantes.
La mayoría de las veces, el huracán Lilita es un viento muy fuerte que limpia la mugre de la política y los gobiernos. Pero a veces, en su potencia arrasadora, se lleva puesto parte de la investidura presidencial y de la vocación de unidad de Cambiemos.
Elisa Carrió dice que la impunidad no es negociable. Se lo dice a Macri. Rogelio Frigerio contesta que el jefe de la lucha contra la impunidad y la corrupción es el presidente Macri.
¿Qué pasa? Los que no enfrentaron con coraje al kirchnerismo desplazan a los que sí lo hicieron.
La reflexión más conceptual de Carrió fue la siguiente: “Para que luchamos por la verdad y arriesgamos la vida. Nos da asco moral y nos aleja de estos personeros del gobierno y la justicia”.
Carrió citó a Martin Luther King cuando dijo: “Nunca tengas miedo de hacer lo correcto”. Estoy absolutamente de acuerdo con ese concepto valiente y cargado de ética. Pero en la vida política existe el sentido de oportunidad, el manejo de los tiempos y las formas para decir y hacer lo correcto.
Se puede tener toda la razón del mundo. Pero hay maneras de decirlo sin pegarse tiros en los pies. Todos los días Macri recibe la embestida golpista de los kirchneristas del club del helicóptero. Carrió y Cambiemos no debería darle pasto a las fieras. Y mucho menos tirarse tiros en los pies. O tirarles a la cabeza de su propio electorado. Eso es suicida.