Un año bisagra – 1 de enero 2019

Este 2019 que hoy comienza no va a ser cualquier año en la vida democrática de nuestra querida Argentina. Será una bisagra. Será un examen para todos los argentinos. Vamos a comprobar si los valores de la Republica como la ética y la justicia se han instalado definitivamente en nuestro ADN o apenas fueron aves de paso en nuestra preocupación. El 27 de octubre, 35 millones de argentinos vamos a elegir mucho más que un presidente. Vamos a elegir mucho más que 130 diputados y 24 senadores nacionales. Dentro de apenas 170 días vence el plazo para presentar la lista de los candidatos. El año va a estar lleno de comicios provinciales para elegir 22 de los 24 gobernadores y todavía no sabemos si se harán las PASO que están convocadas para el 11 de agosto.
Hay varias incógnitas que tenemos que resolver.
Primero: ¿Mauricio Macri termina su mandato en tiempo y forma? Todo indica que si. Que se va a convertir en el primer presidente no peronista en 90 años, desde Marcelo T de Alvear en entregar la banda presidencial. Esta minusvalía institucional demuestra la inmadurez de nuestra democracia. Da vergüenza ajena que solamente los gobiernos de un solo partido, el peronismo, haya culminado su mandato. El resto tuvo que huir antes, entregar el mando antes de tiempo. Muchas veces frente a la inoperancia propia y la mayoría, frente a la hostilidad sindical y política y los palos en la rueda destituyentes a las que lo sometió el peronismo en todas sus variantes.
Es probable que Macri logre esta hazaña republicana y entregue la banda el 10 de diciembre a otro presidente o a si mismo si es reelecto. Solo una corrida cambiaria de proporciones, un cisne negro o un estallido social pueden poner en cuestión esa situación.
La segunda gran incógnita es si Macri puede ganar o Cristina puede volver o hay tiempo y espacio para una nueva alternativa peronista. Otra cosa no se ve en el horizonte.
Todavía falta mucho, por supuesto para aventurar una respuesta. Pero según todas las encuestas serias y los indicios disponibles, hay dos situaciones que debemos seguir con lupa para ver cómo evolucionan.
Primero, la economía: Ya le comenté ayer que todos los indicadores económicos son muy malos para la Argentina productiva de consumo e igualitaria que muchos queremos ver. Con estas malas noticias, crece la cantidad de desilusionados con Macri y aumentan la posibilidad de que Cristina llegue al primer puesto. No porque quienes votaron a Macri ahora piensen en votar a Cristina. Eso es casi imposible. Hay sectores de clase media-media, cuentapropistas, plomeros, carpinteros, remiseros, profesionales jóvenes o pequeños comerciantes que suman alrededor de dos millones de personas y de votos. Son votantes de Macri en la segunda vuelta. Es decir que no son militantes de Macri ni votos cautivos. Votaron a Macri como una esperanza de cambio y para salir de la encerrona de Cristina y el peronismo que le chupaba las medias. En las encuestas le preguntan si están peor o mejor que antes en su trabajo y dicen que están peor. Golpeados por la caída de la actividad, la pérdida del poder adquisitivo del dinero y la insoportables presión fiscal y el aumento de tarifas. Son los desilusionados. La segunda pregunta es si esta vez votarían a Cristina: la inmensa mayoría responde que no. Que con Scioli y La Cámpora hubiéramos estado peor. Pero dudan cuando se les consulta si le van a dar otra oportunidad a Macri. Ese es el universo que Macri tiene que reconquistar si quiere ganar. Es un sector que necesita que bajen las tasas, que haya más crédito y que la rueda de la actividad se mueva de verdad.
En lo ético, en el lugar de Argentina en el mundo, en el combate contra los narcos y la inseguridad y en la obra pública, están de acuerdo. Es la mejor cara de Cambiemos. Pero el bolsillo les hace reclamos porque no llegan a fin de mes o se han tenido que achicar al máximo en sus gastos.
¿Podrá Macri seducir nuevamente a esos compatriotas heridos? ¿Logrará convencerlos que el cambio necesita de cuatro años más? Veremos. Los economistas más serios se han equivocado varias veces. Algunos dicen que en marzo y abril va a empezar a notarse una suave mejoría. Que la cosecha gruesa, la explosión de turismo interno, la exportación energética de Vaca Muerta van a ser los primeros motores en ponerse en marcha. También algunas economías regionales que pueden exportar frutas o carne. Ver para creer. Si eso ocurre, Macri aumenta sus posibilidades de quedarse en el poder acompañado de dos arietes fundamentales: María Eugenia Vidal que sigue siendo la dirigente con mayor imagen positiva y Horacio Rodríguez Larreta de gran gestión en la ciudad.
Por el contrario, si la Argentina productiva no despega y seguimos arrastrándonos en el barro del ajuste permanente y el aumento del desempleo y la pobreza, Macri corre el peligro de tener que entregarle la banda a Cristina, cosa que ella no se dignó a hacer en un gesto de altanería y capricho antidemocrático sin antecedentes.
El segundo tablero que hay que observar es el peronismo. Es diferente el análisis si van todos unidos detrás de la figura de Cristina. Eso casi garantiza el triunfo pese a que va a tener que hacer campaña sentada más tiempo en el banquillo de los acusados con varios juicios orales y 6 procesamientos que en la banca de senadora por la minoría que consiguió al perder con Esteban Bullrich.
Otra cosa es que haya una candidatura fuerte del justicialismo alternativo que está harto del autoritarismo verticalista y feudal de la ex presidenta. Creo firmemente que los gobernadores y los intendentes que tienen que pagar sueldos y gestionar sus distritos solo pueden parir una estrella taquillera electoral si rompen de verdad con Cristina y sus disvalores. Si salen públicamente a condenar a la corrupción estructural y a los funcionarios coruptos y si se ponen los pantalones largos con propuestas de futuro razonables es posible que se consolide Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey o la utopía de Roberto Lavagna. Deben evidenciar generosidad y desprendimiento y decir claramente que no quieren que Macri gane pero que tampoco están detrás de Cristina que fue la que fabricó la bomba de tiempo social de fragmentación que destruyó la Argentina y que Macri fracasó en su tarea de reparar gran parte de esos daños. Insisto con algo que le decía ayer. Hay una necesidad de gran parte de la población de recuperar la esperanza. La mayoría de los argentinos no quieren a Cristina pero a Macri lo tienen bajo observación. Hay un universo electoral inmenso que está huérfano de representación. Buscan un liderazgo democrático, republicano y eficiente que ataque de raíz los problemas de la indigencia, que termine con el hambre y la inseguridad y que nos coloque en una ruta internacional exportadora competitiva y con un alto nivel de consumo interno. Yo sé que no es fácil. Y que nada se puede construir de la noche a la mañana. Pero mucho depende de nosotros. Votar en defensa propia es votar lo menos malo. Eso es una salida de emergencia. Pero no es la salida luminosa que necesitamos para edificar una argentina más igualitaria y con más libertad para nuestros hijos.
Hay un tiempo de siembra para mejorar la cosecha. En ese tiempo estamos. Es el primer día del año, es el primer día de nuestro futuro.