Apostar a la educación – 15 de marzo 2019

La verdad es que no abundan las buenas noticias en el campo de la educación. Por eso creo que cuando aparecen, hay que darles visibilidad. Para que sirvan como ejemplo, para que funcionen como una luz que nos ayude a salir de las tinieblas.
Las pruebas “Aprender 2018” evaluaron a 570 mil alumnos de 20 mil escuelas y el desempeño en lengua mejoró sustancialmente. Pero en matemáticas, todavía se nota todo lo que nos falta.
Pero seguro, seguro que es una buena noticia que el profesor Martín Salvetti sea finalista del Global Teacher Prize. Es algo así como el premio Nobel de la educación. ¿Quién es el profesor Salvetti? ¿Qué hizo para tener semejante reconocimiento?
Salvetti dirige una radio en Temperley cuyo objetivo es reducir una de las peores enfermedades de la educación: la deserción. Los chicos que abandonan y se pierden la posibilidad de entrar al futuro y al progreso individual.
Este profesor comprometido y creativo trabaja en la Escuela Técnica Nro 5 de Temperley y la radio, junto a otras iniciativas logró el milagro y el abandono escolar bajó del 24% a 2 %.
Martín es uno de los diez maestros del mundo nominados para este premio a la excelencia que otorga la fundación Varkey. Es el único argentino de esa lista admirable. Dentro de diez días sabremos si será el ganador. Pero al estar entre los diez mejores, ya ganó. Su idea se verificó en la práctica y eso es un triunfo que merece el premio de los alumnos, de los padres, de sus colegas y de toda la comunidad educativa. En la competencia, que se hace en Dubai tiene que dar una clase magistral ante la presencia de Bill Gates, Nicolás Sarkozy y Tony Blair, entre otras figuras mundiales.
El proyecto de la radio para los estudiantes pegó muchísimo. Generó entusiasmo, pasión, curiosidad. Es lo mismo que nos genera la radio a nosotros, que somos trabajadores de este medio incomparable. El Negro Hugo Guerrero Martinheitz decía que la radio “Es el teatro de la mente”. Nadie puede resistirse porque es la imaginación al poder que sacude nuestras neuronas.
Arrancaron bien de abajo con un par de micrófonos y con lo mínimo indispensable para pasar música. Pero fueron creciendo, llegaron consolas, auriculares, la doble casettera tan deseada y Martin, el profe empezó a enseñarles periodismo y a armar programas de radio. Había que ver los recreos con los chicos asomando sus narices y sus ojitos a La Cinco. Así se llama la radio, la Cinco.
La escuela hoy tiene 1.400 alumnos y un orgullo grande como una antena de radio: solo desertan el 2 %, un porcentaje muy por debajo del promedio provincial. Seguro que no fue solo la radio la que logró ese salto de calidad. Pero la radio fue uno de los motores. Tuvieron varios premios que les permitieron mejorar su tecnología. Hoy la FM 88.5 transmite las 24 horas y durante el horario escolar están al aire los programas que hacen los alumnos.
Ariel está en cuarto año y se metió en la radio desde que ingresó al colegio. Hoy es operador y hace un programa donde hablan de animé, de películas, de you tuve y de todo lo que les interese. Los chicos dicen que la radio los mantiene unidos, activos, adentro de la escuela y no en la calle pensando y haciendo cualquiera. Hacen cosas productivas, se sienten útiles. Hacen pasar el estudio de las materias por informes para la radio y eso les hace aprender los temas mucho más que las clases tradicionales. Les ayuda a descubrir sus vocaciones.
Martin, el profe, va a competir y tiene esperanzas de ganar. Su proyecto es inclusivo, replicable e innovador. Alumnos de otras 24 escuelas visitan la radio para tratar de imitar la iniciativa. Compite por el Nobel de la docencia y la educación. Ojalá pueda dar la vuelta olímpica. Pero para nosotros, el profe Martín Salvetti, ya ganó.
Como ganaron los chicos de la villa 31 con la instalación de la escuela pública más moderna de la ciudad. Esta es otra noticia extraordinaria que le comenté hace poco. Tiene el nombre de la libertad y la literatura, se llama Polo Educativo María Elena Walsh. Tiene 3 pisos, paneles solares, sillas ergonómicas y aulas interconectadas y adaptables a las necesidades. Aquí también el enemigo principal es el mismo que el profe Salvetti combate en Temperley: la deserción, ese cáncer que condena a los chicos a la calle y los deja inermes frente a todo tipo de flagelos como la droga y la delincuencia.
Hay salas de robótica y computación que seguramente enviarán alumnos a las salidas laborales y a la dignidad humana. Las pantallas son de última generación y los chicos están fascinados. Es la primera institución pública y de jornada completa dentro de la villa 31 donde también se está edificando la imponente sede del Ministerio de Educación de la Ciudad. Es una obra de 26 mil metros cuadrados y que es todo un símbolo del rumbo que le dan a la educación en la Ciudad.
Esta es la mejor manera de combatir la pobreza y la desigualdad. No hay nada más progresista que abrir escuelas en los lugares donde hay más necesidades básicas insatisfechas.
Estas dos experiencias, la de Temperley y la de la villa 31 son apenas dos granitos de arena pero son muestras de que se puede. Van en el rumbo correcto para afrontar tantos problemas que paso a enumerar:
1) La mitad de los chicos que empiezan el secundario no lo terminan. Y de los que van a la universidad solo se reciben 20 de cada 100.
2) Vamos a las encuestas y nos desayunamos que solamente para el 4% de los argentinos la educación es el principal tema de preocupación. Nuestra educación es pésima pero no nos importa.
Está muy mal que no nos demos cuenta que la falta de educación es la madre de todos los problemas, pero que además, se puede convertir en la madre de todas las soluciones.
Albert Einstein dijo: “Si la educación les parece cara, prueben con la ignorancia”. Los datos del fracaso educativo de la década aplazada dan vergüenza ajena y meten miedo sobre el tipo de sociedad que estamos construyendo o en realidad sobre la forma en que estamos destruyendo a la sociedad que nos dejaron nuestros padres.
No es ninguna novedad que nuestros mejores años fueron los mejores años de la educación argentina. Fuimos ejemplo en el mundo. Tenemos 5 premios Nobel, tres de ellos en ciencias y Brasil, por ejemplo, no tiene ninguno. Cuando los maestros y los profesores empezaron a perder prestigio social, o el respeto de los gobernantes, la Argentina se vino a pique. Hay que volver a poner de pie a los maestros para que se conviertan en pilares del país que viene. De un país donde un joven tenga más posibilidades de estar en clases o en el trabajo que robando o en la cárcel.
Ya en su época, Sarmiento decía que si no se educa a la gente por una razón de estricta justicia, por lo menos, se la debería educar por miedo. Es casi un teorema: lo que se malgasta en educación se multiplica en inseguridad. Un ex ministro dijo que mantener a un chico preso un año en un instituto es más caro que pagar los 13 años de escolaridad. Soy un convencido de que la educación es el instrumento más maravilloso que se conoce para combatir la indigencia, la marginalidad, la pobreza, la desocupación, la droga y el delito. No hay debate ni desafío más importante. Don José de San Martín decía que la educación era el ejército más poderoso para pelear por nuestra soberanía. Por eso estoy convencido que debe ser un tema de estado y no de partido. Para convertirlo en una epopeya nacional de todos los argentinos sin distinción de ningún tipo. Solo los mal nacidos pueden oponerse a que cada hermano que habita esta patria tenga la posibilidad de igualar sus oportunidades con los demás y educarse. Nuestro sueño colectivo debe ser el de iluminar tanta oscuridad. De convertirnos en predicadores de la civilización contra la barbarie. Necesitamos una revolución educativa con los docentes como abanderados y los padres como escolta. Y el aporte de la sociedad civil. Un rediseño absoluto del sistema. Hay mucho por hacer. Construir el mismo amor por la libertad que por la ley. Que sean dos caras de la misma moneda. La educación debe ser prioridad nacional. Todos los derechos a los más necesitados y todas las obligaciones también. Para sembrar ciudadanía y recoger una mejor democracia. Por la deserción cero. Más todavía, por la ignorancia cero. Es por nuestros hijos que es una forma diferente de nombrar a la patria que viene. Ese color blanco de los guardapolvos es el color de la esperanza.