Zaffaroni, impunidad para CFK – 11 de junio 2019

Está funcionando a toda máquina el operativo “Impunidad para Cristina y libertad a los ladrones”. El estado mayor de esa vergüenza nacional tiene una comandante y tres generales. La ex presidenta es la que ordena y los tres subordinados que ejecutan son el Papa Francisco, Eugenio Zaffaroni y Alberto Fernández. Suena insólito pero, lamentablemente es absolutamente cierto. Cada pieza de este rompecabezas aporta lo suyo para lograr que Cristina vuelva al poder sin que ningún juez la moleste y para borrar de un plumazo todas las causas de mega corrupción de estado que están en marcha.
Trabajan a paso redoblado por un 11 de diciembre con multitudes en las calles celebrando el triunfo del pueblo, reclamando venganza y cárcel para los magistrados, los políticos y los periodistas traidores. Para ser mucho más claro. El Plan es poner a Cristina en el lugar de Macri, a Bonadío en el lugar de Lázaro Báez, a Pichetto en lugar de Cristóbal y a Lanata en el lugar del general Milani.
¿Se entiende? Buscan los votos que les permitan ganar con contundencia en la primera vuelta y avanzan con los mecanismos para que sea Cristina la que juzgue a los que la juzgan ahora y para que los millonarios que le robaron al pueblo salgan en libertad como héroes de la resistencia popular.
Los argentinos republicanos deben encender todas las luces rojas de alerta en el tablero de la democracia.
Todos los días se descubre un movimiento nuevo de esta maniobra repugnante que tiene algunos componentes secretos.
La última novedad fue el sincericidio de Eugenio Raúl Zaffaroni, una pieza clave de la estrategia. Confesó ante una radio que también es parte del proyecto, que impulsará “una ley de revisión extraordinaria para liberar a los presos políticos”. De tan claro fue provocador. Llamar “presos políticos” a los delincuentes comunes, cómplices y testaferros del kirchnerismo es, entre otras cosas, profanar la memoria de los verdaderos presos políticos que fueron encarcelados por las dictaduras por defender con honradez la ley y la libertad.
Pero eso no es novedad. En esto, fue coherente con su trayectoria. El presuntamente prestigioso doctor Zaffaroni, ex integrante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ya tuvo relaciones carnales con dos dictaduras y jamás se le escuchó una sola crítica a su compañero de militancia cristinista, el general Cesar Milani que hoy está preso por violaciones a los derechos humanos durante el terrorismo de estado y por enriquecimiento ilícito.
Zaffaroni defiende la narco dictadura chavista de Nicolás Maduro y pide que se acabe lo antes posible el gobierno democrático de Mauricio Macri. No me extraña su golpismo. El que lo hizo una vez, lo puede hacer de nuevo.
Si se me permite, un par de preguntas al respecto a Zaffaroni:
– ¿Qué espera para renunciar como integrante de la Corte Interamericana de Derechos Humanos? Sus compañeros deberían saber que usted fue juez y juró por los estatutos de dos dictaduras a falta de una y que una de ellas fue el más feroz genocidio perpetrado por Videla y sus cómplices.
– ¿Es cierto que durante el terrorismo de estado usted, Zaffaroni, no le dio lugar a ninguno de los 120 habeas corpus sobre detenidos desaparecidos que pasaron por su despacho y que por el contrario redactó un manual militar en el que justificaba los golpe de estado y en el que discriminaba a los homosexuales para que no fueran parte del Ejército?
-¿ Podría confirmar si las Madres de Plaza de Mayo encabezadas por Hebe de Bonafini hace un tiempo lo definieron como «juez de la patria» porque milita para el kirchnerismo pero antes lo habían incluido en una lista de 437 jueces que colaboraron con la dictadura militar? No mienta, doctor. Mire que tenemos el recorte de aquella solicitada.
Pero volvamos al corazón del “Operativo Impunidad para Cristina y libertad a los ladrones”. Zaffaroni es el responsable de buscarle un disfraz más digerible o no tan grosero a semejante afrenta. Dijo que el indulto no le gusta, porque no anula el delito. Que la amnistía tampoco, porque debe ser general y estos son casos particulares. Aquí tiene razón: es una ley a medida de los autores del robo del siglo, de la asociación ilícita liderada por Cristina que se dedicó a saquear al estado como nunca antes había ocurrido en democracia. Son casos especiales: las confesiones de los arrepentidos y todas las pruebas documentales confirman el lavado de dinero sucio de las coimas y el colosal enriquecimiento de todos los que rodearon a Néstor y Cristina.
Por eso Zaffaroni, en su incontinencia oral, propone una ley de revisión extraordinaria que sea aprobada por el Congreso y luego ratificada por una Corte Suprema con sus miembros ampliados con militantes, tal como propuso en su momento el intendente de San Antonio de Areco, Francisco “Paco” Durañona, la propia Cristina y el escriba Mempo Giardinelli.
Por eso Cristina somete a los gobernadores y les impone la lista de diputados y senadores. Necesita mayoría en el Congreso, para garantizar su blindaje de impunidad, gane o pierda la elección con Macri.
Lo de Zaffaroni no fue algo aislado o casual. Va en línea con la primera definición fuerte de Alberto Fernández que fue una verdadera prueba de amor que Cristina le pidió para ungirlo candidato a presidente. ¿Se acuerda? Mandó al frente con apellido y todo, a los magistrados que quiere enviar a la horca o “cortarle las bolas”, como dijo con humor Alejandro Borensztein. Dijo textualmente que: «Algún día Ercolini, Bonadio, Irurzun, Hornos y Gemignani van a tener que explicar las barrabasadas que escribieron para cumplir con el poder de turno».
En síntesis, lo mismo que propuso Zaffaroni y por eso, de inmediato provocó un duro comunicado de rechazo por parte de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional.
Ya le dije que este operativo conducido por Cristina tiene un tridente que lo ejecuta. Ya vimos el rol de Zaffaroni y Alberto. Ahora podemos observar el papel que, triste y lamentablemente, viene jugando el Papa Francisco.
Las fotos conmovieron a todo el mundo. La sonrisa de oreja a oreja y la calidez del abrazo entre el Papa y Zaffaroni fue la culminación de un congreso de jueces en el Vaticano.
Esto produjo una gran indignación que corrió como reguero de pólvora en las parroquias argentinas. No tanto por lo político, como ya ocurrió con los casos de Hebe de Bonafini, Milagro Sala, el Caballo Suárez y Pablo Moyano, entre otros adoradores de Cristina que están presos o tienen que dar explicaciones a la justicia.
Esta vez el escándalo fue moral.
Lo podemos recordar por medio de otras preguntas a Zaffaroni que no le hicieron ni el Papa Francisco ni monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, el monje negro detrás del trono de Pedro.
-¿Zaffaroni recuerda fallos suyos denigrantes de la condición humana y decididamente inmorales y humillantes para las víctimas? Ese fallo debería enseñarse en las facultades de derecho como un ejemplo de agresión a la dignidad de las mujeres, pese a que muchas mujeres militantes contra la violencia de género, jamás dijeron una palabra de esto, tal vez para proteger a un compañero cristinista.
Hablo del fallo Tiraboschi donde usted minimizó la violación de una nenita porque fue realizada con la luz apagada y porque no fue penetración sino sexo oral al que fue obligada la chiquita. Usted impuso una pena por abuso deshonesto y sostuvo que no correspondía aplicar la pena máxima porque, entre otras razones, la víctima, una niña de ocho años, había sido abusada con la luz apagada y, en palabras de la sentencia, “el único hecho imputable se consumó a oscuras, lo que reduce aún más el contenido traumático de la desfavorable vivencia de la menor”. ¿Escuchó bien? Zaffaroni llamó “desfavorable vivencia dela menor” a la penetración que un degenerado, hijo de puta le hizo por su boca.
-Doctor Zaffaroni. ¿No tiene ninguna responsabilidad además de haber pagado la multa correspondiente por haber alquilado sus departamentos para que en 5 de ellos se ejerciera la prostitución? ¿No cree que sus excusas fueron poco creíbles cuando señaló que fue su amigo íntimo el que administraba esos departamentos y que usted no conocía a los inquilinos?
Cristina sufrió su procesamiento número 13, con 7 pedidos de prisión preventiva, uno de ellos confirmado por la Corte Suprema y que no pueden efectivizarse por la protección de sus fueros parlamentarios.
El Papa y Zaffaroni hicieron lo que hicieron y dijeron lo que dijeron. ¿Qué actitud tomó Cristina, casi en forma simultánea? Para defenderse, publicó en las redes el video del Papa en el que, en castellano, culpabiliza a una parte de la justicia y al periodismo de atacar a los políticos populares utilizando causas judiciales. Cristina se ocultó detrás de las sotanas del Sumo Pontífice. A mucha gente le resultó incomprensible el discurso de Francisco escrito puntillosamente casi como un traje a medida de las necesidades de Cristina. Muchos dicen que es parte del operativo Impunidad que recibe aportes conceptuales de Sánchez Sorondo y Eduardo Valdés que además es el autor del operativo “Puff” que intentó voltear al fiscal Carlos Stornelli y al juez Bonadío con el mismo objetivo de Zaffaroni: liberar a lo que ellos llaman presos políticos.
Cristina dijo que las palabras papales eran “imperdibles”. El Papa dijo lo mismo que ella: que hay una persecución política.
Colaboran con financiamiento Lázaro, Cristóbal y algunos empresarios procesados en la causa de los cuadernos. Con su pluma y su verba, Horacio Verbitsky y Víctor Hugo Morales. Y con su fuerza de choque patotera y extorsiva el clan Moyano.
La gran pregunta sobre el operativo Impunidad para Cristina y libertad a los ladrones es: ¿Todos unidos triunfarán?