Con Pichetto, Cambiemos, cambió – 12 de junio 2019

Cambiemos cambió con la elección de Miguel Ángel Pichetto como vice de Macri. La decisión que alteró todo el escenario electoral tiene infinidad de lecturas y consecuencias.
La más importante es que esa fórmula tiene muchas más chances de ganar la elección y derrotar al chavismo K de Cristina y su banda. Y eso no tiene precio. Macri recuperó la iniciativa política, demostró que no es un caprichoso que se niega a ver la realidad y que no es un gorila antiperonista como muchos quisieron hacerlo aparecer.
Cambiemos cambió y recibió el apoyo entusiasta y explícito de todas sus figuras más importantes. Los padrinos de Pichetto fueron Ernesto Sanz y Gerardo Morales y los respaldos fundamentales los de Rogelio Frigerio, Emilio Monzó, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Pero la gran noticia fue que Elisa Carrió no se opuso. Macri temblaba ante esa posibilidad. Pero Carrió entendió que era un paso clave para aumentar las chances de una victoria en las urnas y destacó las mayores virtudes de Pichetto: no es corrupto (de hecho no tiene ninguna acusación en la justicia después de 17 años de presidir el bloque de senadores) y no fue golpista nunca, ni siquiera durante el gobierno de Fernando de la Rúa.
Cambiemos cambió de libreto y de liderazgo estratégico. Jaime Durán Barba y su delegado Marcos Peña estuvieron sosteniendo lo contrario durante años. Le hicieron perder mucho tiempo a Macri y con su sectarismo del purismo amarillo expulsaron del gobierno a más de 30 cuadros políticos de primer nivel y de todos los matices ideológicos: de Alfonso Prat Gay a Carlos Melconian, pasando por Federico Sturzenegger y Luis Caputo. De Mario Quintana hasta Emilio Monzó pasando por Isela Constantini. La lista es larga. Casi dos gabinetes se cargó Marcos y su tozudez de ir contra la construcción política tradicional que fue lo que finalmente hizo Macri ayer.
Emilio Monzó fue enviado a la Siberia por proponer una y otra vez esto que Macri recién decidió frente al abismo. Gerardo Morales, horas antes, dijo que con el duranbarbismo podían perder en primera vuelta. Más vale tarde que nunca.
Cambiemos cambió y todavía puede seguir cambiando más. Hay muchos peronistas líderes territoriales poco conocidos que tienen intenciones de acompañar a Pichetto al que respetan y valoran por su lealtad y ánimo constructivo. Y aquí hay que repetir algo brillante que escribió Andrés Malamud: Cristina, con la designación de Alberto consiguió el apoyo abierto de muchos gobernadores peronistas. Macri, con la designación de Pichetto, consiguió el apoyo encubierto de varios gobernadores peronistas”. Es absolutamente cierto. Ayer hablé con dos de esos gobernadores que ya ganaron sus elecciones en sus provincias. Ellos hacían la siguiente reflexión: ¿Para qué vamos a apoyar a Cristina si ella nos extorsionaba y nos maltrataba con el pago de los fondos coparticipables? Macri cumplió siempre con ese dinero que es de las provincias y nos permitió tener superávit en muchos distritos. Y hacer obras. Ni siquiera le quieren permitir a Cristina que ella arme la lista de diputados nacionales. Y le han perdido respeto a Alberto porque se dieron cuenta que no decide absolutamente nada, que es solamente un vocero de Cristina, un che pibe, “un corre ve y dile”. ¿Esto qué significa en términos prácticos? Que muchos gobernadores no van a mover un dedo para apoyar a Cristina aunque públicamente no lo van a confesar y que muchos, empezando por Córdoba y Juan Schiaretti van a ir con boleta corta. Esto significa que los cordobeses van a poder votar a los diputados nacionales que propone Schiaretti y elegir la fórmula presidencial que más les guste. Eso erosiona mucho las posibilidades de Cristina y favorece a Macri. Y no es solo Córdoba la que va a hacer esa jugada. Hay otras provincias.
Cambiemos cambió. Santiago Kovadloff, como es su costumbre, lo analizó con filosofía y vuelo poético: “Pichetto es la primera expresión de abrirse al porvenir. Pichetto consolida la idea republicana de Macri y Alberto Fernández atenúa las intenciones totalitarias de Cristina”.
Pichetto es un peronista de centro en lo político, algo así como la tercera posición entre yankys y marxistas, tiene una mirada más a la izquierda de Macri en el tema de los derechos individuales y apoya la despenalización del aborto y más a la derecha en su postura de mano firme contra los delincuentes nacionales o extranjeros y contra los narcos. Pichetto se define como capitalista moderno, con apertura al mundo civilizado, en contra de Venezuela y el chavismo setentista irresponsable de los K y plantea que el 27 de octubre no se va a elegir un presidente, se va a optar por un sistema: la democracia o el autoritarismo del nacional populismo.
Cambiemos cambió hasta el nombre. Es toda una señal. Se llamará Juntos por el Cambio o algunos arriesgan Cambio Federal para abrir sus puertas a dirigentes de varios partidos pero sobre todo a peronistas que fueron fumigados por Cristina. Y también, esta nueva construcción abrirá sus ventanas a nuevas ideas que van a fortalecer el pluralismo y el debate político. El presidente se mostró entusiasmado como pocas veces. Dijo que con 100 dirigentes como Pichetto se puede construir una nueva Argentina. Federico Pinedo dio en la tecla al decir que esto tira por la ventana esa vieja idea de que esta era una pelea entre peronistas y antiperonistas. Por el contrario es una pelea del sistema democrático contra los nostálgicos ladri progresistas que quieren eliminar el Poder Judicial para darle impunidad a Cristina y liberar a todos los ladrones de estado, tal como anticiparon Zaffaroni, Giardinelli, Durañona y la propia ex presidenta.
Los dirigentes de Cambiemos que cuestionan más duramente al peronismo tardaron un poco en digerir la noticia. El diputado Fernando Iglesias lo expresó con un tuit: “No tengo problemas en compartir un espacio político con peronistas. Lo hago desde 2007 y lo sigo haciendo. (se refiere a Ritondo, Santilli y Rodríguez Larreta, entre otros). Tampoco estoy de acuerdo con la designación de Pichetto, pero es una decisión del Presidente, que respeto y yo, soy un simple diputado, no el dueño de Cambiemos. Y si la fórmula Macri-Pichetto sirve para ganarle a la banda de fascistas impresentables que tenemos en frente y para avanzar con los cambios profundos que el país necesita, bienvenida sea. Voy a votarla y a apoyarla, desde luego”.
Ayer Cristina dijo en Santiago del Estero que la plata para pagar las deudas no la van a poner ni los cartoneros de Grabois ni los camioneros de Moyano. Ella debería devolver todo lo que se robaron los pingüinos buitres de Santa Cruz
Pero Grabois y Moyano, son dos nombres de un alto nivel de desprestigio social, son música para los oídos de Macri cada vez que los K los nombran. Grabois, de bajísimo nivel de representatividad y peleado con Emilio Pérsico dijo que Macri es un coimero y que con Pichetto son tal para cual: fachos, garcas y arrastrados. ¿Qué dirá el santo padre que vive en Roma que le están degollando a su paloma?, cantaban los Quilapayún en los 70. Encima Axel Kicillof se reunió con el clan Moyano. Una foto piantavotos absoluta. Don Hugo Corleone quiere colocar a su hijo Pablo (a) “el Salvaje” en la lista de diputados. Cristina duda pero al más entusiasmado es Macri.
De todos modos, se equivocan en el gobierno si caen en una euforia exagerada. Ni tienen la elección ganada ni los problemas económicos resueltos. Todo lo contrario. Todavía no han ganado nada. Solo es el primer paso de un proyecto de unidad nacional racional, democrático, pluralista que defienda los derechos humanos y la libertad de prensa”, tal como lo planteó el presidente en su comunicado oficial. Macri dice allí que quieren combatir el delito dentro de la ley y sin falsos garantismos.
Pichetto tiene una voz política potente y no tiene prejuicios en tomar posiciones fuertes. Tal vez sea la cuota de firmeza y mayor autoridad que Macri estaba necesitando. Veremos. Veremos cuanto cambió Cambiemos.