Alberto contra el periodismo – 11 de julio 2019

¿Qué te pasa Alberto Fernández? ¿Estás nervioso? Eso era lo que le preguntaba con ironía Néstor Kirchner a Clarín. ¿Qué te pasa, Clarín, estás nervioso? Mientras se hacía el gracioso, cosa que nunca fue, Néstor Kirchner mandaba misiles de todo tipo contra Clarín, La Nación, Perfil, varios canales y radios y contra muchos periodistas independientes. Lo sufrí en carne propia así que los conozco de memoria. Néstor y Cristina siempre odiaron al periodismo porque le gusta controlar todo pero que nadie lo controlen a ellos.
Alberto Fernández se apoya en una mentira muy fácil de desmentir. El dice que nunca atacó al periodismo y que siempre lo defendió. A Marcelo Bonelli en esta radio el sábado le dijo que era tan así que los más gurkas del ladri progresismo lo acusaban de ser un hombre de Magnetto.
Ya le dije varias veces que Néstor Kirchner fue una máquina de atacar y perseguir al periodismo. Y que su jefe de gabinete fue el brazo ejecutor, frío e implacable. Lo hacía con mayor sigilo y en voz baja, pero era tan cruel como Néstor. A lo sumo hacían el jueguito el policía malo y el bueno. Néstor te destrozaba y después aparecía Alberto con algunos algodones y curitas. Un operativo de pinzas que siguió con Cristina.
En estas últimas horas montó en cólera y demostró su verdadera cara. No soporta preguntas, como no lo soportaba Néstor ni ahora Cristina. Siempre quiere que le tiren centros para que cabecee. Encima de fingir que es amigo de los periodistas y que los defendía durante el ataque de los K nos quiere dar cátedra de cómo se ejerce este trabajo. A Mercedes Ninci la mandaba a leer una nota, le decía que no eran serias sus preguntas. A Jonatan Viale le dijo que era ridículo lo que le preguntaba o que su inquietud era poco honesta. Le dijo que era un loco por preguntar si Cristina iba a manejar la economía cuando, todos sabemos que Cristina manejó, maneja y manejará absolutamente todo. Incluso la marioneta de Alberto.
En Córdoba se enfrentó con un colega de Telefé llamado Héctor Emanuele que, como todos, quería lograr una declaración para su medio. También lo maltrató, le dijo que así no se ejercía la profesión y después se subió al auto que le puso la gente del Movimiento Evita de Córdoba. Al final, mintió una vez más. Dijo que ya le había pedido disculpas a Emanuele quien luego negó que eso hubiera ocurrido. Señor candidato. Eso no se hace. No se miente tan brutalmente si se quiere ser presidente, se le podría decir.
En esta jornada nefasta para su relación con la prensa, Alberto volvió a decir que él no persiguió al periodismo. Le va a crecer la nariz como a Pinocho. Se cree sus propias mentiras.
Hace unos días, Carlos Pagni recordó con precisión de cirujano que fue Alberto el que llamó a Página 12 para que levantaran una nota del querido colega ya fallecido, Julio Nudler. En complicidad con Horacio Verbitsky, otro colaboracionista del kirchnerismo, censuraron a Nudler que era un prócer del periodismo. Esa nota y esta historia se puede leer en internet pero no en el sitio de Página 12. Al más puro estilo stalinista, la borraron de sus archivos. Nunca existió para ellos.
Fue Alberto el que le ordenó a Mona Moncalvillo que dejara sin trabajo a Pepe Eliaschev en Radio Nacional, sólo porque era independiente, corajudo y tenía una mirada crítica de los K.
Fue Alberto el que ofendió a Claudio Savoia porque había investigado a Romina Picolotti, secretaria de medio ambiente, pese a que el periodista de investigación tenía toda la razón.
Fue Alberto el comisario político que supervisaba, autorizaba o tachaba los informes de CQC según acaba de revelar uno de sus documentalistas, Ignacio Montes de Oca.
Fue Alberto el que llamaba a los dueños de los medios para que echaran o amordazaran a periodistas.
Fue Alberto el que estaba al lado de Néstor cuando humillaba a los cronistas que querían hacerle preguntas. El caso más famoso es el de Leonardo Míndez, en ese momento en Clarin, pero hay otros. A Míndez, adelante de los fanáticos que aplaudían le retrucó: “A vos te manda Magnetto, ya lo sé” y por supuesto no le contestó la consulta sobre su enriquecimiento ilícito colosal y a la velocidad de la luz. Fue Alberto el que estaba al lado de Néstor cuando hizo lo mismo a un movilero de radio Continental llamado Pablo Navarro.
Fue Alberto el jefe de gabinete cuando falleció Néstor y 300 energúmenos con caras tapadas y palos vinieron a la puerta de la radio a decir: “suene el bombo, suene el tamboril/ que Alfredo Leuco y Fernando Bravo / se tiene que morir”. Habían vandalizado la puerta de Continental con pintadas que decían “Magdalena gorila” y otros insultos a otros periodistas.
Alberto no dijo nunca una palabra de solidaridad por eso. Ni intentó investigar los acontecimientos para sancionar a los patoteros. Miró para otro lado. Tuvimos que salir custodiados por patrulleros como si fuéramos delincuentes y finalmente resultó que los delincuentes eran ellos.
Una vez me llamó a radio del Plata para insultarme por un comentario y terminamos a los gritos donde menos bonito nos dijimos de todo. Yo no permito que nadie me insulte. No soy Parrilli.
Todo el sistema de ataque a la libertad de prensa lo lideró Néstor Kirchner y Alberto fue su jefe de gabinete. En octubre del 2006 denuncié con una nota en la tapa de La Nación que ese era el momento de menor libertad de prensa en la Argentina desde 1983. Eso fue, insisto, en el 2006 y Alberto recién renunció en el 2008. En aquella nota de la que siento orgullo profesional mencioné diez situaciones para argumentar lo que estaba ocurriendo. Pasó hace 13 años. Mi hijo se acuerda y Diego tenía 16 años. Jamás olvidará el contestador de mi casa de Caballito reproduciendo insultos y agresiones verbales de Néstor. Eran insoportables. Autoritarios al mango.
Quiero ser extremadamente riguroso. Es cierto que Alberto en algún momento intentó acercar posiciones con los dueños de algunos medios. Es verdad que Cristina luego profundizó esta metodología musoliniana del escrache y fogoneó juicios en la plaza de Mayo y escupitajos a las fotos de los periodistas que ellos llamaban “Enemigos del pueblo”. Es cierto que hasta Alberto Fernández luego sufrió y tuvo que tomar de la misma medicina. Le levantaron un programa con Longobardi. Lo espiaban y lo acusaban en “67 chorro”, como dice Lanata de ser empleado de YPF, de Clarin y de mil cosas más.
Eso es verdad. Alberto fue víctima de ese aparato nefasto y de las falanges K desde el estado nacional. Pero eso no quita el haya sido victimario hasta que renunció el 23 de julio del 2008.
En la nota del 2006 yo hablaba de libertad de prensa de baja intensidad. La más baja desde que habíamos enterrado a la dictadura militar. Después Cristina superó largamente a Néstor y perfeccionó los instrumentos de ataque y aumentó la cantidad de víctimas. Ella veía enemigos por todos lados. Incluso los que le hacían una pregunta. Por eso no quiso hacer conferencias de prensa. Pero hubo agresiones de hecho, palizas a periodistas en Quilmes, por ejemplo.
No es un dato menor que Morales Solá recibió amenazas al día siguiente de que el Presidente leyera en Casa de Gobierno una nota elogiosa hacia Videla que atribuyó falsamente al periodista. Alberto también fue el ejecutor de la política de látigo para los independientes y billetera para los amigos obsecuentes en el tema de la distribución millonaria de pauta publicitaria. Enseguida escalaron en esta arbitrariedad ilegal y apretaron a los anunciantes privados para que no apoyaran a los medios críticos y que pusieran publicidad en los periodistas dóciles y amanuenses. Eso se hizo por primera vez en Argentina. Invento de Néstor. Gestión de Alberto. Manejaron como premios y castigos para doblegar a los medios el tema de la prórroga de las licencias para radio y televisión y el otorgamiento de algunos permisos nuevos. Parece una mueca del destino pero en esa nota del 2006 yo denunciaba que habían dejado afuera de canal 7 a Víctor Hugo Morales por sus críticas a Néstor. Después, ya es historia conocida, el panqueque se dio vuelta en uno de las transfugueadas más notables de la historia del periodismo. Con Alberto como jefe de gabinete de Néstor comenzaron las operaciones de los servicios de inteligencia contra distintas personas: la de Enrique Olivera la ideó y comandó directamente Alberto el que se dice amigo de los periodistas. También con el desprecio y maltrato que existía desde el Gobierno hacia las entidades que representan a las empresas o a los periodistas. Hablo de ADEPA, SIP, Fopea y tantas otras, que sólo han recibido ofensas o negativas ante los pedidos de entrevistarse con el Presidente para dialogar civilizada y democráticamente sobre los temas en común. El Talmud dice que la fe (y el periodismo, agrego yo) debe servir para acomodar a los incómodos y para incomodar a los cómodos. Debe ser fiscal del poder y abogado del hombre común. Debe respetar más la verdad que la ideología.
Desde que Néstor llegó a la presidencia se desató una cacería de noticias y opiniones. El jefe de gabinete fue Alberto Fernández que ahora dice que fue amigo y defensor de los periodistas. Con amigos así, los periodistas no necesitamos enemigos. Gracias Alberto, no nos defiendas más.