Cristina y los cuadernos de su corrupción – 1 de agosto 2019

Hoy, hace exactamente un año, se desató un momento histórico para la lucha contra los ladrones de estado. Oscar Centeno, con sus muñecas esposadas confirmaba la veracidad de esos cuadernos que fueron letales para la banda delictiva de los Kirchner. Esa madrugada, fueron detenidos varios de los empresarios más importantes del país. Los corruptos entraron en pánico.
Hoy, hace exactamente un año, el chofer Oscar Centeno ingresaba en el programa de arrepentidos. Los resultados, hasta ahora, fueron abrumadores. Hoy hay 172 procesados, 71 de los cuales están confirmados por la Cámara Federal y listos para el juicio oral. Entre ellos hay 132 empresarios, 22 ex funcionarios y 14 testaferros. Lo más trascendente es que 31 arrepentidos contaron todo con lujo de detalles. Solo hay 7 detenidos: Julio de Vido, Roberto Baratta, Lázaro Báez, Cristóbal López, Fabián de Sousa, y Gerardo Ferreyra y Oscar Thomas que con tobillera electrónica gozan del beneficio de la prisión domiciliaria. Pero… Todos los caminos de la corrupción conducen a Cristina. Ningún gobierno democrático cometió tantos delitos por tanto dinero y por tanto tiempo. Las pruebas que hay en todos los expedientes son contundentes.
El fiscal Carlos Stornelli, con un trabajo riguroso de 678 páginas le solicitó al juez Claudio Bonadio que eleve el primer tramo a juicio oral y público. Ese texto voluminoso está repleto de medidas probatorias. Son 525 entre “oficios a organismos, informes de inteligencia, declaraciones testimoniales, pericias sobre computadoras o memorias telefónicas, allanamientos y lista de vuelos oficiales”, entre otras. Esto lo reveló Diego Cabot, el responsable del logro más importante de la historia argentina en la investigación periodística de la corrupción. Es insólito que en su negacionismo más fanático Cristina y su banda se refieran a este trabajo peyorativamente como “la causa de las fotocopias” y que traten de voltear la causa de cualquier manera.
En esta causa, el juez ya pidió a prisión preventiva para Cristina pero sus fueros como senadora por la minoría lo impidieron. Es que la acusación que pesa sobre Cristina es demoledora. La responsabilizan de ser la jefa de una asociación ilícita que durante 12 años recaudó fondos ilegales y coimas que aportaban contratistas del estado. A Cristina se la acusa concretamente, de haber cobrado coimas en 40 oportunidades por un monto superior a los 19 millones de dólares. Pero hay medio centenar de involucrados en esta monumental maniobra delictiva. Esta “el estado mayor de los retornos y las coimas”, y a cargo del engranaje financiero, Ernesto Clarens y Carlos Wagner, el coordinador de todos los empresarios que participaron de la estafa. Le recuerdo que varios de estos empresarios dicen que fueron obligados, extorsionados pero en muchos casos, ellos estaban felices de participar en esa cartelización nefasta. No estaban obligados a competir, ponían el precio que más le gustaba y le cargaban sobreprecios de hasta el 50% o más en algunos casos y de allí, salían las coimas, el retorno, o como usted las quiera llamar. ¿Se entiende? Los empresarios no pagaban las coimas de sus ganancias. De ninguna manera. La sacaban de los sobreprecios. Por lo tanto todos los argentinos pagamos esas malditas coimas.
Dice la presentación del fiscal Srtornelli que en muchos casos utilizaban ese dinero para cometer nuevos delitos: como blanquear el dinero y comprar casas lujosas, aviones, yates y demás insumos del campo popular.
La mayoría de los empresarios involucrados, son cómplices del kirchnerismo como los dueños de Electro Ingeniería. Gerardo Ferreyra está ahora en prisión domiciliaria con una tobillera con GPS. Le dieron ese privilegio porque aduce que está enfermo. Tanto Ferreyra como su socio, Osvaldo Acosta están acusados de pagar más de 12 millones y medio de dólares cada uno. ¿Escuchó bien? Solo Electro ingeniería pagó más de 25 millones de dólares de retornos.
El primo del presidente Macri, también está hasta las manos porque según el fiscal, pagó 1.600.000 dólares de retornos al estado K.
Esto es solo la punta del iceberg. La estafa de los pingüinos buitres al pueblo pobre de la patria tiene dimensiones colosales. Y en muchos casos, está probado que ese dinero sucio e ilegal iba a tres lugares básicamente: a la quinta de Olivos, al departamento de Juncal y Uruguay y a la casa de María Ostoic, la madre de Néstor. Se sintieron tan impunes que dejaron los dedos pegados por todos lados.
La cantidad de información y documentación que aportaron los arrepentidos ante la justicia dejaron desnuda a Cristina. La tienen acorralada. Ya nadie puede dudar que fue la “jefa” que sucedió a Néstor, el jefe.
Está claro que cuando Néstor se murió, ella asumió la conducción política de su espacio pero también la gerencia administrativa de coimas, lavado y mega corrupción de estado.
Los Kirchner batieron todos los records de bulimia por el poder y por el dinero y produjeron los 12 años de mayor corrupción de la historia argentina y, probablemente, del mundo. Laura Alonso, que conduce la Oficina Anticorrupción, dice que están en Olimpo junto a los mayores cleptócratas del mundo. Al lado del matrimonio dictatorial de Filipinas, Ferdinando e Imelda Marcos.
Cada vez que un arrepentido del entorno más cercano habla, aparece con más claridad el mecanismo de relojería del sistema de recolección de coimas. Hay revelaciones asombrosas. Hoy se están buscando alrededor de 500 millones de dólares. Y una parte importante se va a poder recuperar. La compra de propiedades y negocios de alta gama en Estados Unidos no los muestra muy antiimperialistas que digamos. Mucho menos cuando de las dos propiedades que compraron en el emblemático Plaza Hotel de New York, en la Quinta Avenida hay una que costó 13 millones de dólares y es de un lujo digno de un jeque patagónico. En ese lugar estuvieron los Rolling Stones, Los Beatles y celebridades como Truman Capote. Pero lo que hace temblar a Cristina y su banda es que hay dos fiscales norteamericanos investigando a fondo toda esta operación escandalosa. Para equilibrar y potenciar su empatía con las revoluciones chavista y castrista, no se privaron de comprar un loft de pesca en Cuba. Seremos como el Che, les faltó decir.
El contador arrepentido que sabe todo, Víctor Manzanares vomitó que Los Sauces era la inmobiliaria con solamente dos clientes, Lázaro y Cristobal y que Hotesur dueña del Hotel Alto Calafate con habitaciones vacías ficticiamente llenas, eran para recibir los retornos de la obra pública y lavar dinero.
También se hicieron muchas inversiones de los dólares robados al pueblo en empresas farmacéuticas, de insumos hospitalarios, de transporte y Ricardo Barreiro, otro secretario que pasó de jardinero a millonario, fue otro gran testaferro.
Hay algunos caraduras y fanáticos K que todavía dicen que se trata de mentiras y de una persecución política a Cristina.
Dicen que la causa, poco menos, la inventó la CIA y Clarín. Pero la causa en realidad, debería llamarse “De los arrepentidos”. Los cuadernos de Oscar Centeno fueron la guía turística que llevó a descubrir a los funcionarios más ladrones, a los empresarios más cómplices y a los jueces más venales. Ahora las pruebas demoledoras e irrefutables son los testimonios de tanta gente de confianza de los Kirchner que se juega la vida y dice la verdad.
¿Alguien puede creer que la CIA o Macri pueden convencer a estos personajes de que cuenten toda la verdad y nada más que la verdad? Son colaboradores y cómplices que tienen años de historia junto al matrimonio K. Estamos hablando de Víctor Manzanares, de Carolina Pochetti, la viuda de Daniel Muñoz, el secretario privado y de mayor confianza de Néstor, de Claudio Uberti, Juan Manuel Campillo, y Ernesto Clarens. Todos apuntan al matrimonio de magnates patagónicos. Hasta José López los mandó al frente y dijo que tenía miedo a Cristina por lo vengativa que era. Pochetti dijo que Muñoz le decía “la loca” a Cristina.
A la exitosa abogada ya no la pueden defender porque las pruebas y testimonios son abrumadores. Pasaron entonces a la fase dos: extorsionar e injuriar con falsedades absolutas y algunas muy burdas a jueces, fiscales y periodistas independientes.
En los cuadernos de Cristina está escrito que ella quedó atrapada y sin salida entre la posibilidad de volver al poder por la urnas, o ir a la cárcel por la verdad y la justicia. Del pueblo argentino depende.