Santiago Maldonado, a dos años – 2 de agosto 2019

Todavía me sigue asombrando el nivel de auto engaño de algunos grupos minoritarios. La violencia y el vandalismo de la Organización Anarquista, es peligrosa. Ayer, 20 personas vandalizaron el edificio del Cabildo con mensajes criminales: “Paredón a Bullrich”, por ejemplo. Y a eso hay que sumarle que un muñeco con una ropa similar a la de Gendarmería y con la foto de la ministra Patricia Bullrich, apareció colgando de un puente al más puro estilo narco. Otra pintada decía
“Guerra al estado y a los políticos”. Ya pusieron una bomba en el cementerio de la Recoleta y les explotó en la cara.
Ayer se cumplieron dos años de la muerte de Santiago Maldonado. Los grupos más radicalizados hicieron una módica marcha y La Cámpora envió como orador a uno de sus diputados preferidos: Horacio Pietragalla.
Otra pintada cometía un sincericidio: “Basta de democracia”.
Está claro que se trata de muy pocos agitadores, muy fanáticos y que cree más en su delirio que en la realidad. Por eso no quieren la democracia. Porque jamás podrían ganar una elección ni la simpatía de las mayorías. El sentido común rechaza a los lunáticos.
Pero que una organización como Amnistía Internacional se prenda en esa farsa es mucho más preocupante. Salvo que sigan actuando como títeres de Horacio Verbitsky que fue uno de los responsables de este invento vergonzoso.
Amnistía dice que “el estado tiene la obligación de esclarecer el hecho” y es lo que la justicia hizo. Cerró la causa porque está muy claro todo lo que pasó.
Lamentablemente desde que Hebe de Bonafini y Estela Carlotto se pusieron la camiseta de los Kirchner fueron muchas las manchas que ensuciaron la lucha por los derechos humanos. Las más graves fueron las siguientes:
El concubinato ideológico de Bonafini con un general como Milani, actualmente detenido por su participación en el terrorismo de estado y por enriquecimiento ilícito.
La sociedad para el delito que Hebe concretó con un parricida como Sergio Schocklender en esas pesadillas compartidas donde recibieron fortunas de dinero de Néstor y Cristina y una gran parte no se sabe dónde está.
El perdón que Carlotto le concedió a Alberto Rodríguez Saa por una carta que le envió a los criminales de lesa humanidad reclamando “un castigo ejemplar” para varios ex funcionarios democráticos porque “tenían relaciones con movimientos subversivos”. En aquel momento, pedirle eso al genocida de Emilio Eduardo Massera era una condena a muerte de los denunciados.
Pero Estela dijo que eso “era pasado”.
Acusar a Ernestina Herrera de Noble de que sus hijos eran de desaparecidos y que habían sido apropiados. Jamás pidió la mínima y humana disculpa.
Estas son solo algunas de las claudicaciones que Bonafini y Carlotto con el único objetivo de alegrar a Cristina y sus cómplices. Pero la más grave de todas tuvo que ver con el intento de fabricar un detenido desaparecido para que Cristina pudiera tener argumentos para decir “Macri basura/ vos sos la dictadura”. Eso superó todos los límites. Porque violaron algo sagrado como es la figura del detenido desaparecido. El jefe operativo, cuando no, fue el ex periodista Horacio Verbitsky que tituló en Página 12 : “Macri ya tiene su primer desaparecido”, más como una expresión de deseo de su fanatismo resentido que con rigurosidad informativa.
Toda esa farsa se desmoronó el 27 de noviembre de 2017. Fue cuando 55 peritos, entre los que estaban los de la familia, en forma unánime concluyeron por escrito y ante el juez Gustavo Lleral que Santiago Maldonado no había sido secuestrado ni golpeado, ni torturado, ni arrastrado ni plantado en el río Chubut. Que había muerto ahogado en esas aguas heladas. ¿Escuchó bien? No uno ni dos ni diez peritos. Fueron 55 los que llegaron a la misma conclusión.
Y como si esto fuera poco, el testigo E, como se conoció a Lucas Naiman Pilquiman, mintió diciendo que se lo había llevado la gendarmería. En realidad el cometió el delito de falso testimonio y el de abandono de persona porque estaba al lado de Santiago Maldonado cuando se ahogó. Hoy el Pilquiman está borrado y no aparece por ningún lado. Huyó para no tener que rendir cuentas ante la justicia.
Algo parecido pasó con Matías Santana, el violento y mentiroso lugarteniente de Facundo Jones Huala. En su momento dijo que había visto con unos binoculares y subido a un caballo como un camión de la gendarmería se llevaba a Santiago a los golpes. Jamás se encontró el largavistas y después quedó claro que era una mentira para que unos inescrupulosos abogados kirchneristas enviaran una queja a la comisión Interamericana de Derechos Humanos. El papelón y la vergüenza ajena lograron status internacional. Santana tiene varias causas abiertas por invasión de propiedad privada, agresión a las fuerzas de seguridad y cortes de ruta. Un caradura que debería estar preso.
Horacio Verbitsky como comandante del CELS al que redujo a la servidumbre ideológica, con Bonafini, Carlotto y otros organismos menores, cometieron el peor de los delitos de lesa indignidad. Intentaron tirarle un desaparecido al presidente Macri. Una mentira grande como la Patagonia que repitieron muchos para periodistas y artistas, desesperados porque la realidad coincidiera con sus expresiones de deseo.
Agitar el mapuchismo anti sistema es peligroso. Los habitantes de la Patagonia en su mayoría les tienen miedo pero repudian sus acciones violentas. Muchas veces destruyen infraestructura que mejora la calidad de vida de los más pobres y en otras ocasiones, espantan al turismo que es la principal fuente de ingresos y de trabajo por aquellos pagos.
Era tan grande su necesidad de hacer coincidir sus deseos con la realidad que solo faltó que dijeran que lo habían secuestrado en un Falcon verde sin chapa.
Hoy se puede ver la filmación de aquel momento y es patético ver a Cristina, la ex presidenta, que en su sobreactuación, hasta llevó una foto de Maldonado a una misa del obispo Fernando Maletti donde fue increpada por la hoy fallecida madre de una víctima del siniestro de Estación Once. “Asesina”, le gritó la madre de Tatiana Pontiroli.
Maletti, obispo de Merlo suele acompañar a los piqueteros Cayetanos que se referencian en Juan Grabois y el Papa Francisco a las reuniones con el gobierno.
La negación de la militancia K fue tan grande que aún hoy siguen hablando de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado como si hubiera sido asesinado en una mesa de tortura en un campo de concentración clandestino o en la ESMA.
Es tan grande su necesidad de que la historia se repita que intentaron convertir al joven artesano en una suerte de Che Guevara de estos tiempos, llevando su imagen barbada y sus ojos tristes a afiches, banderas y ahora a una película que cierra un capítulo nefasto: la apropiación de la figura de Santiago Maldonado. Hoy Maldonado quiere ser elevado a la categoría de mártir kirchnerista cuando se trataba de un artesano tatuador anarquista que murió ahogado en un río e insisto abandonado en forma oportunista por los que usurpan también la cultura mapuche.
Y, encima, el intento de consagración de la mentira con la película. “El camino de Santiago”, se llama y fue dirigida por Tristán Bauer. El guión es de Florencia Kirchner y Omar Quiroga (que le supo escribir los textos a Diego Capussotto). La voz en off es de Darío Grandinetti y la música de León Gieco. La producción, entre otros es de Osvaldo Papaleo quien supo ser el secretario de prensa de Isabel Perón y amigo de José López Rega, (a) “El brujo”, el fundador y ejecutor de la Triple A, un grupo parapolicial que asesinó a mansalva a militantes de la izquierda y de los derechos humanos entre otros.
Es muy cruel que se utilice en forma tan burda la muerte accidental, dolorosa como toda muerte, pero falsamente heroica de Santiago Maldonado.
No hubo secuestro, ni desaparición ni tortura ni asesinato. Pero ellos redoblaron la apuesta. Su principal enemigo suele ser la realidad. Ojalá un día lo comprendan y respeten a los verdaderos secuestrados, desaparecidos y asesinados en las catacumbas del terrorismo de estado. Ojalá.