El pan dulce de la dignidad – 12 de diciembre 2019

Todos los años, casi como un rito, me gusta hablar sobre la cooperativa La Juanita con la excusa de su pan dulce, que es el más dulce de todos porque es el pan de la solidaridad y de la dignidad. Ayer recibí ese manjar y me acordé que debo difundir la obra de Silvia y Toty Flores. Ya vendieron más de 35 mil kilos. ¿Escuchó bien? En plena crisis lograron un record absoluto de vender más de 60 mil pan dulces. Y van por más porque todavía falta para Navidad. En la caja tienen la siguiente leyenda: “Cuando con otros, somos nosotros”.
Además, hay momentos en que uno se intoxica con el veneno que todos los días arrojan Evo Morales, un representante chavista de terror, Boudou o Lázaro Báez. Hay momentos en donde conviene abrir una ventana de aire fresco para confirmar que no todos los dirigentes o funcionarios son iguales. Que hay muchos que tienen sensibilidad, grandeza, buen trato y nos transmiten esperanza en lugar de diseminar bronca, corrupción y autoritarismo.
Este grupo heroico de compatriotas, se cayó cuando la Argentina se derrumbó, pero decidió levantarse con su propio esfuerzo, militando en la cultura del trabajo cooperativo. Hoy La Juanita es un faro de luz. Muchos creen que allí, solo se producen remeras, guardapolvos y los mejores pan dulces del mundo. Pero hay otro extraordinario impacto que salió de la cabeza innovadora y patriota de Juan José Campanella: los potreros digitales. Son centros de capacitación para jóvenes desde los 18 años, que en el 80 %, ya consiguieron trabajo en la actividad privada. Casi como jugando con las computadoras, aprenden programación, robótica, inglés y habilidades interpersonales para poder afrontar con éxito una entrevista con un empleador. Insisto, 8 de cada 10 muchachos y muchachas de los que estudiaron en esos potreros digitales de La Juanita, ya tuvieron su salida laboral. Son pibes que están orgullosos. Zafaron de la marginalidad, del clientelismo de muchos grupos piqueteros y entraron a una vida digna y pueden ejercer su libertad de elección en forma absoluta. Las empresas van a buscar ahí la mano de obra digital y los títulos que se otorgan tienen la certificación de la UTN y Google. Es una experiencia tan exitosa, que se está replicando en otros lugares.
Es una manera de afrontar y superar el analfabetismo tecnológico para integrarse a los nuevos trabajos que se vienen.
Es cierto que todas las manos todas, generan muchos de esos productos. Pero la edificación más grande que han levantado es la capacidad de juntarse y avanzar colectivamente.
Hoy tienen hasta un call center donde trabajan 54 personas que antes eran vendedores ambulantes o empleadas domésticas. Hay que verlas, felices, con aire acondicionado y frente a sus computadoras. O los servicios digitales que prestan a distintas empresas. Es emocionante. Repito: son libres. Dependen de su esfuerzo y de su capacidad. Se igualaron sus oportunidades. Eso es progresismo de verdad. Con problemas o peleítas como en todos lados, por supuesto. Pero con un objetivo de libertad absoluta que solo se consigue cuando todos se convierten en uno y uno se transforma en todos. En la Juanita nada se pierde, todo se transforma y se multiplica como los panes y los peces. Amanece que no es poco. Es el milagro de la dignidad.
Venga conmigo. Lo quiero invitar a un viaje a la esperanza. Vamos juntos al corazón pobre de La Matanza, a Gregorio de Laferrere. Allí donde se fabrica la dignidad. Allí donde no hay resentimientos y se combaten los prejuicios. Donde un grupo de argentinos admirables, levantaron con sus propias manos y con el sudor de su frente la cooperativa La Juanita. Tienen una energía renovable y perfumada porque su motor funciona a Flores. A Toty Flores, la génesis del fundador y a Silvia Flores, la utopía en marcha. El padre y la hija son el eje de una comunidad que resolvió pelearle a las injusticias con las mejores armas de la integración y la educación.
En pleno terremoto del sálvese quien pueda, los piqueteros del MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) de la Matanza hicieron un gesto revolucionario y pacífico: le dijeron no a los planes asistenciales y al clientelismo que los encarcela. Decidieron no rendirse jamás, no bajar los brazos pero no cambiar dignidad por votos. Cada uno se la arreglaba como podía para darle de comer a sus hijos y para subsistir. Los del MTD del Toty Flores eligieron otro camino más largo tal vez, mas sacrificado seguro, pero infinitamente más profundo y definitivo. El camino de los valores.
De la revalorización de los mejores sentimientos y comportamientos que tenemos los seres humanos. Decidieron actuar en defensa propia ayudándose, ayudando a los demás. Crecer como seres humanos y dejar de depender de los humores, los caprichos, el panquequismo y la arbitrariedad de los punteros políticos. Saltaron el abismo y se pusieron a reconstruir los lazos solidarios. Desde abajo, ladrillo por ladrillo, tomados de la mano, afrontando con alegría y coraje todas las dificultades. Y no pararon nunca de crecer.
Por algo el logotipo que los identifica en su orgullo es una mano tendida que florece. La tarea cotidiana que realizaron se convirtió en un espejo donde mirarse. En un imán que incita a integrarse y a participar.
Es el milagro de la dignidad. Por eso Martín Churba se empeñó en capacitarlos en el arte del diseño. Un talento sin igual, puesto al servicio de los que más necesitan. Por eso Maru Botana les reveló los secretos de sus mejores manjares y le enseño el oficio de amasar el mejor de los “pan dulces”, el de la solidaridad. Por eso Los Faerman, también ponen su granito de arena.
Por eso el maestro, Oscar Alvarado, antes de morir, les dejó lo mejor que tenía. Y solo estoy nombrando a algunos pero son cientos los que se sintieron convocados por la potencia que transforma gente con necesidades básicas insatisfechas en ciudadanos plenos. Solo hay que darse una vuelta por la cooperativa para sentirse contagiado por esa experiencia. Los cimientos son los valores. Nada se regala. Todo se logra por esfuerzo propio. Y así pasa con las serigrafías y esas remeras que exportaron a Italia con la consigna que en el pecho dice “La fibra de la dignidad”. O esos guardapolvos que se vendieron a Japón con diseño made in La Juanita y Churba. O ese jardín de infantes donde nacen los arcos iris que no cobra un centavo a nadie pero obliga a que los padres y las madres participen del proceso pedagógico de sus hijos. Potencian el aprendizaje. Le dan solidez a la familia.
Se plantan con su identidad en la tierra como las mejores raíces. Como ese árbol de eucaliptus que les dio sombra desde siempre y que ahora les da aliento y les abre los pulmones. Con esas ramas eternas que mezclan sus hojas para convertirse en techo de las mejores asambleas.
Por eso la más grande de las utopías que tenían se hizo realidad y nosotros pudimos acompañarlos en esa marcha contra la dependencia y la sumisión. Y así surgió después de grandes esfuerzos y manos callosas y espaldas partidas, la escuela primaria, “Crecer en Libertad”, que es un verdadero modelo de como la solidaridad puede transformarse en cemento. Ese edificio escolar se llenó de sol y sabiduría y un día nació el mayor de los tesoros que es la igualdad de oportunidades para todos.
Como es habitual, pidieron un crédito y lo pagaron en tiempo y forma a pulmón.
Hay más informaciones para este boletín de la utopía. La justicia recuperó un predio de 1.800 metros cuadrados en donde funcionaba un boliche llamado Mambo, en Isidro Casanova donde corría la droga, entre otros delitos. Ahora le entregaron esos terrenos a La Cooperativa La Juanita que ya está limpiando ese lugar para convertirlo en un templo del estudio, el trabajo y de la cultura.
Hoy que la economía solo trae malas noticias, hoy que la desocupación y la pobreza están creciendo, hoy que estamos transitando un túnel muy complicado hasta ver la luz de un país mejor, vale la pena multiplicar el ejemplo de La Juanita.
Los argentinos estamos hartos del roba pero hace. Eso tiene patas cortas como la mentira. Igual que el clientelismo que te deja cautivo del que te da un plan cuando quiere. Hay otra Argentina posible. Por eso es tiempo de levantar la bandera de La Juanita. Son hombres y mujeres que luchan toda la vida y por eso son imprescindibles. Ellos no roban pero hacen. Son lo mejor de una patria que viene.