El fracaso del gobierno de los Fernández – 9 de septiembre 2020

El gobierno de los Fernández, frente a sus fracasos seriales, debe bajar su tono de soberbia, escuchar más y dejar de buscar culpables para poder encontrar soluciones. El presidente está tan confundido que provocó a los policías. Casi que los acusó de miserables. “Esto no se resuelve a los gritos, escondido en un patrullero y tocando la sirena”. En medio de una situación gravísima, tiró más nafta al fuego.
Uno de los líderes del reclamo le contestó: ““Nosotros nunca nos escondemos. Fue una declaración inoportuna que no suma, resta. La sangre derramada de nuestros compañeros no merece una declaración así del Presidente”.
Santiag Cafiero y Axel Kicillof también parecen comentaristas de la realidad. No asumen los conflictos. De inmediato acusan a otros. Y si prueban con gobernar con racionalidad y diálogo. ¿Y si prueban con humildad y sentido común? Siempre hay una mano negra. Siempre hay alguien que está conspirando y por supuesto es de derecha, macrista, periodista. Insisto. Bajen a la tierra de la realidad y dejen de volar por el aire del ideologismo. Gestión es lo que hace falta.
El fracaso del gobierno de los Fernández es estrepitoso. Se observa en todas las encuestas. Cristina y Alberto abrieron infinidad de peleas y no solucionaron ni uno solo de los graves problemas. Tal vez la única excepción, sea el acierto de haber acordado con los bonistas.
Lo más grave, es el atentado contra el orden constitucional al colonizar la justicia para lograr impunidad y venganza y el congelamiento al que sometieron al Congreso de la Nación. Justicia adicta y Parlamento bloqueado, son dos pasos claves hacia un chavismo que pone en riesgo el sistema republicano. Jorge Fernández Díaz escribió que “Alberto y Sergio Massa no lograron sosegar a Cristina y se convirtieron en sus sicarios a la carta”.
Es que Cristina es el motor que todo lo mueve. Pero Alberto no es su víctima, es su cómplice. Porque en lugar de resistir los embates de su jefa, se pliega a su patorerismo de estado. La doctora Elisa Carrió, lo dijo sin eufemismos: “Cristina quiere voltear a Alberto. Ella está encarcelada en el resentimiento y el odio”.
El colega Jorge Liotti, en La Nación, reveló que Cristina le ordenó a Alberto que emprenda una guerra popular prolongada contra Horacio Rodríguez Larreta. Lo ve como un presidenciable y lo quiere asimilar a un represor al igual que a Mauricio Macri. Pero lo más impactante de esa nota es que Cristina fue demoledora con gran parte del gabinete que considera mediocre y timorato. “Parece un gobierno de radicales”, le dijo Cristina con el fin de humillarlo y compararlo con Fernando de la Rúa.
Ojo con este tema. Hay que encender una luz de alerta roja en el tablero. Cristina erosiona la investidura presidencial y eso, implica un grave riesgo destituyente. De la Rúa, en el inconsciente colectivo, es un símbolo de desgobierno, de huída en helicóptero y de muerte por las calles en el 2001.
Axel Kicillof desgobierna el feudo donde reside gran parte del poder de Cristina y no puede controlar casi nada. Ni la pandemia, ni las usurpaciones de tierras, ni las exigencias policiales. Quieren estar de los dos lados del mostrador. Ser oficialismo y oposición al mismo tiempo y se neutralizan a sí mismos a la hora de administrar la crisis y resolver realidades muy complejas.
Muchos cristinistas, van contra Alberto y sus dirigentes más cercanos. Los esmerilan. No fue casual que la Oficina Anticorrupción, liderada por Félix Crous, un talibán de Cristina, le reclamara la lista de clientes a Alberto. Y mucho menos casual, fue que luego, filtraran al periodismo que el presidente se negó a dar esa información porque le había facturado a Cristóbal López.
Ya le dije que Cristina no soporta que los medios la traten como corrupta y que a Alberto lo presenten como alguien prudente y honesto. Horacio Verbitsky, en su portal de internet, que recibe casi 700 mil pesos de publicidad de Axel Kicillof, cuestionó la empresa offshore que Nicolás Trotta tiene en Miami desde 2014. Verbitsky aprovechó para meter cizaña y recordó una frase de Alberto que asegura que “nadie crea una empresa offshore con fines santos,… es porque quiere lavar dinero o eludir impuestos en la Argentina”.
Verbitsky también hostiga a Alberto en sus páginas porque no avanza contra Gerardo Morales para lograr la libertad de Milagro Sala y sus cómplices. Voceros del Instituto Patria como Oscar Parrilli comentaron que a Santiago Cafiero le dicen “Delivery boy”, a Marcela Losardo, “la socia” y se burlan de Gustávo Béliz por su “paradero desconocido”. Todos, son albertistas puros.
Eso es fuego amigo. Por eso Carrió dice que Cristina lo quiere voltear.
Alejandro Borensztein, coincidió con el análisis de Carrió pero fue más irónico y sin eufemismos: “Doña Cristina Hotesur de los Sauces, lo lleva al presidente a patadas en el orto”. Creo que quedó claro.
Hoy más que nunca hay una gran responsabilidad en manos de la Corte Suprema de Justicia. Cristina tiene todos sus cañones apuntados contra los jueces Pablo Bertuzzi, Leopoldo Bruglia, Germán Castelli y el jefe de los fiscales, Eduardo Casal. Todos son profesionales no contaminados partidariamente y sin ningún tipo de mácula ética, que hicieron su trabajo con corrección. Pero Cristina sigue su lema setentista de “Ni olvido ni perdón”. Si la Corte mira para otro lado se convertirá en cómplice de un hecho escandaloso contra la división de poderes. Cristina se encargó de desmantelar, diezmar o neutralizar todos los organismos de control. Ella es la única que puede controlar y no permite que nadie la controle a ella. Autoritarismo en estado puro.
Carrió definió a Casal como “un héroe” que soporta la violencia institucional a la que está siendo sometido y reclamó a la sociedad responder con “una resistencia pacífica” y como última opción llamó a la “desobediencia civil no violenta porque nosotros no somos golpistas”.
Como si el covid 19 le hubiera anulado el olfato político, el gobierno se pega todos los días un par de tiros en los pies. Hay un problema de origen que no tiene solución. El pacto entre Cristina y Alberto es de cumplimiento imposible. Cristina le dio el sillón de Rivadavia pero le pide tener el prontuario limpio de causas y si es posible un monumento de reconocimiento. La estatua, tal vez Alberto la construya. Pero no hay forma de que Cristina zafe de los ocho juicios orales que tiene en marcha. Están cargados de pruebas documentales y testimonios de arrepentidos de su propio espacio. Es imposible borrar semejante enriquecimiento ilícito sin romper los pilares del régimen democrático. Alberto le quiere pagar a Cristina. Quiere cumplir con su parte del pacto, pero no sabe cómo hacer.
Alberto Fernández desnuda profundas divisiones, puertas adentro del gobierno. La coalición, como puede verse, fue muy funcional para ganar las elecciones, pero un verdadero desastre a la hora de gobernar.
La policía se amotinó, entre otras cosas, porque siente que muchas veces, los presos y los delincuentes tienen más derechos que los encargados de velar por la seguridad de todos. Los salieri de Zaffaroni no se privan de nada. Víctor Hortel, el capo del Vatayon Militante que sacaba presos de las cárceles para ir a los actos kirchneristas y que fue abogado de Lázaro Báez, acaba de ser conchabado por el gobierno nacional por la albertista Victoria Tolosa Paz, esposa de Pepe Albistur, el que le presta el departamento a Alberto Fernández en Puerto Madero.
Tampoco resuelven ni condenan con firmeza y convicción política las tomas. Ni las gigantescas, como las de Guernica o La Plata, ni las pequeñas como las de Tigre donde 8 familias paralizaron al tren perjudicando a miles de trabajadores. En muchos casos aparecen miembros del gobierno fogoneando y organizando las usurpaciones. El propio Sergio Berni acusó al Movimiento Evita que tiene varios funcionarios en el gobierno.
Discuten lo obvio y no se ponen de acuerdo. Se preguntan si las ocupaciones de terrenos son delitos o no y si hay que solucionarlo?
Pierden el tiempo y el país comienza a ser una sumatoria de usurpaciones.
La señal es terrible. Tiran demasiado de una soga que puede ahorcar al propio gobierno en las urnas. Los que usurpan, en su mayoría votan al peronismo. Y los que viven en la zona y están aterrados, son obreros que con un gran esfuerzo construyeron sus humildes casitas. Muchos de ellos, también votan históricamente al peronismo. Es una pelea dentro de un electorado peronista.
En la Patagonia, los ataques, además son muy violentos y con delirio ideológico que prende fuego a cabañas y destruye elementos de trabajo.
Los más agresivos, son los que tienen como comandante a Facundo Jones Huala, preso en Chile. ¿Saben quién fue hasta hace poco la abogada de Jones Huala? La ministra Elizabeth Gómez Alcorta, que milita con Juan Grabois el que justifica todas las usurpaciones y fomenta una reforma agraria que fracasó incluso en Cuba.
Pero más allá de lo ideológico, los Fernández, no solucionan los problemas concretos y cotidianos de la gente. No volvieron mejores. No es un gobierno de científicos. Es un gobierno de ineficientes. Y allí radica su principal fracaso.