Banderazo, a 8 años del 8N – 6 de noviembre 2020

Este domingo se cumplen 8 años del histórico 8N del año 2012. Este domingo, una vez más, los indignados argentinos van a ocupar las calles y las plazas de la Argentina para producir un alarido masivo de protesta contra este cuarto gobierno kirchnerista o contra la tercera presidencia de Cristina como lo bautizó el colega Roberts.
Será un histórico banderazo que tiene historia. Porque abreva en los mismos valores y conceptos que hace 8 años, levantaron aquella erupción ciudadana. Ese volcán republicano y popular, hoy tiene casi las mismas consignas. Las marchas de este domingo tienen su ADN en aquella reacción y en otras manifestaciones donde la gente se levanta y enfrenta a los atropellos institucionales.
Los desconfiados lo pueden buscar en Google. Pero hace 8 años, escribí lo siguiente:
La cacerola es un grito. Es el emblema de la rebelión individual de los barrios. La cacerola es una forma de expresión autónoma que solo la maneja cada ciudadano cuando, donde y como quiere. Nadie es llevado. Nadie es obligado. El que sale a la calle a juntarse con sus vecinos y a protestar está ejerciendo sus derechos en plenitud. Sin miedos, en forma pacífica y en libertad. El ruido que produce un elemento tan cotidiano y familiar como una cacerola es una forma de levantar la voz para que el gobierno escuche. No son los partidos los que convocan. Ni los sindicatos ni los centros de estudiantes. Es la bronca acumulada y auto convocada. Son los indignados argentinos que saben que una persona que grita se escucha más que un millón que callan. Las redes sociales, como su nombre lo indica, son la forma más moderna y eficiente de comunicación comunitaria. Es la sociedad civil que actúa en red. Solo las unifica un reclamo. O varios, porque cada uno tiene su reclamo. A algunos les taladra el bolsillo la inflación y están hartos de las mentiras descaradas del oficialismo. Otros, los más desgarrados, perdieron algún familiar que fue asesinado por una inseguridad que el gobierno niega. Muchos saben, que más de dos períodos es monarquía y no quieren manosear ni violar la Constitución Nacional. Algunos se quejan del autoritarismo. De la prepotencia y del abuso de poder que significa la utilización del estado como si fuera propio y como forma de castigo al que piensa distinto. Muchos no soportan que se ataque la justicia como nunca antes en democracia, mientras los escándalos que involucran al vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, por ejemplo, se van enterrando en las arenas movedizas de los tribunales. Esas son cacerolas que quieren destapar la olla nauseabunda de la corrupción. Y eso es pelear por la honradez y la decencia, presupuesto básico del sistema republicano.
Conozco vecinos que jamás se interesaron por la política pero que se sintieron humillados durante el cacerolazo anterior porque el monopolio mediático estatal, que pagamos todos, ocultó y censuró una expresión tan genuina de la democracia participativa. No habían salido a la calle el 13 de setiembre. Pero ahora decidieron salir para que nadie más los trate como estúpidos. Hoy no se puede tapar el cielo con las manos. Internet, entre otras cosas, es un democratizador de la información. Hasta el muro de Berlín se cayó a pedazos cuando los del otro lado se enteraron de lo que pasaba. Hoy se puede ver en la computadora todo lo que pasa. No hay gobierno que pueda ocultar lo que realmente pasa. Y ese es el talón de Aquiles del cristinismo. Pueden insultar a los que participan. Los pueden acusar de golpistas de extrema derecha, de gorilas, de tilingos y de todo lo que se les ocurra. Pero no harán otra cosa que potenciar y multiplicar las columnas que marchan hacia el Obelisco. La presidenta y su gobierno tienen una gran dificultad para entender lo que no controlan. No entienden bien lo que pasa cuando no lo organizan ellos. Acusan a miles y miles de argentinos de cosas que no piensan. ¿Habrá entre la multitud algún facho que añore el terrorismo de estado? ¿Habrá algún tarado que ensucie la concentración con una bandera repudiable o con carteles cargados de odio contra Cristina? Es probable. Tal vez tres o cuatro energúmenos aprovechen la espontaneidad de la marcha y la ausencia de liderazgos para intentar malversar el contenido del grito de las cacerolas. Y si eso ocurre, allí estarán los para-periodistas K para mostrarlo en sus pantallas como si fuera lo esencial. Entre un océano de gente, siempre se puede colar algún salvaje. Pero el árbol no tiene que tapar el bosque. El 8N quedará en la historia como el día en que miles y miles de argentinos se hicieron escuchar.
Muchos de ellos todavía no saben a quién votar. Todavía no saben bien lo que quieren. Pero están haciendo su experiencia y ya saben bien lo que no quieren. No quieren una cacerolacracia porque saben que el único que gobierna es el que gana las elecciones. Pero tampoco quieren una democradura en donde el que gana se siente dueño de todo y va por todo. Hay que escuchar el grito de las cacerolas y no silenciarlo ni mirar para otro lado.
Perdón por la falta de humildad y la auto referencia. Pero acabo de leer nuevamente mi columna de hace 8 años, sobre el 8N.
Este domingo pasará algo parecido pero mucho más fuerte. Habrá una marea humana que fue aprendiendo y que ya tiene una importante experiencia. Fueron perfeccionando sus aspectos organizativos, y se armaron varios grupos como Banquemos, Republicanos, Campo más Ciudad, Club de los Gorilas, Acción Conjunta, La rebelión de los Manos, entre otros.
Hoy nunca falta la presencia permanente de los colores de la bandera en todos los rincones de la patria, la exigencia con sus carteles y pancartas. No piden nada del otro mundo. Piden racionalidad democrática, respeto por el otro, división de poderes, más República y menos Cristinato. Piden que los opositores no bajen las banderas y les pongan límites a los jefes de los fiscales que quieren entronizar Cristina y Alberto. No a Rafecas y a ningún otro fanático militante al servicio de la impunidad y la venganza. Es un grito para despertar a la Corte Suprema que parece dormirse en fallos que siembran desilusión y que no levantan una verdadera trinchera contra los antidemocráticos. Se exige una Corte que esté a la altura de la historia y no que se transformen en los cortesanos de Cristina. Piden a gritos que no renuncien los jueces condenados a plazo fijo como Bertuzzi, Bruglia y Castelli. Como siempre el gobierno los va a descalificar. Serán ricos, gorilas, oligarcas, terraplanistas, anti vacunas y otros calificativos mentirosos. La única verdad será la realidad de una expresión de profundo rechazo a varias políticas del gobierno. Por ejemplo:
La hecatombe económica que sembró el país de desocupados, pobres, indigentes y empresas quebradas o que huyen del país.
El fracaso sanitario con una cuarentena eterna que no evitó más de un millón 200 mil contagiados, más de 32 mil muertos y que nos dejó entre los diez países del mundo con mayor cantidad de fallecidos por millón de habitantes.
La criminal inseguridad que está multiplicando asesinatos de laburantes, de policías e incluso de delincuentes en linchamientos y ajusticiamientos por mano propia que nos coloca en un infierno de atomización social. Son micro estallidos sociales. Son advertencias, alarmas callejeras.
El gobierno no ve esto o no lo quiere ver. El gobierno no quiere escuchar y se tapa los oídos. Por eso los banderazos van a mostrar en toda su dimensión los graves problemas de nuestra bendita Argentina y van a gritar más fuerte y más cerca de la Casa Rosada para que Alberto escuche a otras personas, además de Cristina.
Esta vez la convocatoria en esta ciudad es para ir desde el Obelisco a la Plaza de Mayo. Pero hay otras novedades. La presencia de una parte del escudo argentino en la proclama. Las manos de la fraternidad entre nuestros hermanos sostienen la pica que es símbolo de autoridad, mando, dignidad y soberanía. Sostiene el gorro frigio que es un emblema de la libertad, la igualdad y el sacrificio.
Dicen los que saben que la Argentina duele. Pero no nos queda otra que insistir, persistir y nunca desistir. Entre todos los afiches y videos llamando a las marchas para este domingo, hubo uno que conmovió hasta las lágrimas a mucha gente. Se viralizó con emoción y coraje. Es una señora ciudadana muy simple que se llama Marta Dilon. Es una trabajadora, es decoradora de ambientes y se gana la vida con dignidad y esfuerzo. Su voz fue la voz de millones. Nos interpela y nos anuncia que … Argentina se levanta… Que no hay recompensa sin esfuerzo, que robar está mal, que la ley es para todos, que el respeto es importante, que no puede haber paz si no existe justicia, que no todo se vende, que no todo se compra. Y termina de conmovernos cuando dice que “nadie se va a rendir. Que no nos vamos a entregar”. Conmueve y contagia. Porque dice una verdad tan grande como la patria. Nadie se rinde. Nadie, se entrega.