Derrota judicial para Cristina y Alberto – 30 de noviembre 2020

Acaba de sonar un tiro para el lado de la justicia. Especialmente Cristina, pero también Alberto, las dos máximas autoridades argentinas, han recibido un revés de la Cámara de Casación que mantiene vivita y coleando la causa de corrupción de estado más grave de la historia democrática. Varios ex funcionarios de Cristina y ella misma venían insistiendo con varios planteos para que se declarara inconstitucional la ley del arrepentido, o del imputado colaborador. ¿Qué decían? Que los testimonios que se les tomaron a 31 testigos arrepentidos no eran válidos porque no había constancia audiovisual. ¿Qué pretendían? Que se anularan esas valiosas declaraciones y que el juicio contra Cristina se cayera como un piano. Era la búsqueda de la impunidad para un sistema de recolección de coimas y de sobre precios que enriqueció en forma colosal al matrimonio Kirchner y a sus principales ministros y colaboradores. Es la causa popularmente conocida como la de “Los cuadernos de las coimas” que reveló el prestigioso colega Diego Cabot y que llevaron adelante el juez Claudio Bonadío y los fiscales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo.
¿Qué pasó finalmente? La sala I de la Cámara de Casación por dos votos contra uno, resolvió que esas declaraciones tan útiles, son absolutamente válidas. Están asentadas en actas por escrito, en forma tradicional y llevan la firma, de los arrepentidos y de sus abogados, certificando la legalidad de los procedimientos. Más seguro, imposible. Las apelaciones fueron manotazos de ahogado de los cristinistas millonarios. Era una forma de presionar al tribunal para que favoreciera a Cristina, El único voto para la exitosa abogada que nunca ganó un juicio pero lo perdió varias veces, fue de la doctora Ana María Figueroa, conocida militante que tiene la camiseta de Cristina puesta. Los dos votos restantes, a cargo de los doctores Daniel Petrone y Diego Barroetaveña, no aceptaron los argumentos de los acusados y apoyaron las decisiones del fiscal de Casación, Raúl Plee y de la fiscal Fabiana León.
El fallo es un trago muy amargo para Cristina. Pero también para el presidente Alberto Fernández que cometió la torpeza y la falta de ética de opinar sobre una causa en curso. Alberto violó la división de poderes cuando quiso direccionar la decisión de los jueces. Dijo en una entrevista que los testimonios de los arrepentidos fueron instrumentos para perseguir y extorsionar a opositores y para comprar y vender esas declaraciones. Una vergüenza. Una injerencia que no corresponde que ahora es un verdadero papelón (uno más y van…) del jefe de estado y de su jefa política. No pudieron torcer la voluntad de dos magistrados independientes y eso que lo intentaron públicamente.
Es una gran noticia para los que creemos en la independencia de los poderes. Porque si el fallo hubiera dinamitado los testimonios, la señal hubiera sido demoledora para aquellos que todavía quieren y sueñan con que los delincuentes paguen por lo que hicieron. Es simple: en toda sociedad democrática y republicana debe haber juicio, castigo y condena a los que violan la ley. No debe haber coronita ni privilegios para nadie. Ni siquiera para la reina y su príncipe heredero. La monarquía no es un sistema que hayamos adoptado los argentinos. Por lo menos por ahora.
¿Esto hace que Cristina y sus secuaces vayan a la cárcel en un corto plazo? De ninguna manera. Falta mucho todavía en el juicio. Pero permite que el juicio siga y que los arrepentidos no se sientan traicionados y no teman por su vida. Además, este fue uno y solo uno de los mecanismos que Cristina puso en marcha para lograr sus objetivos de impunidad y venganza. Hay varios avances cristinistas que siguen en pié y con mejor pronóstico. Por eso la ciudadanía, los opositores y el periodismo independiente no deben bajar la guardia y mantenerse alertas.
Hay que quebrar la omertá de los mafiosos. La ley del silencio del código de honor siciliano que prohíbe informar sobre actividades delictivas. Todos saben que esa actitud de ortiva o de buchón entre los malandras nacionales se castiga con la muerte. El que canta, no cuenta más el cuento.
Los que primero intentaron voltear las declaraciones de los arrepentidos y después liquidar la causa fueron Gerardo Ferreyra, Juan Lascurain y Julio de Vido. Todos estuvieron involucrados en el plan sistemático de corrupción de estado más grande de la historia democrática. La metodología era muy sencilla y fue escrita en sus cuadernos, dia por día, hora por hora, por Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, el recaudador en jefe. El gerente de sobreprecios y coimas era Julio de Vido y su mano derecha José López. Durante casi una década, con Néstor y Cristina como jefes de esa asociación ilícita, robaron montañas de dinero sucio. Los empresarios proveedores de las obras públicas le ponían altos sobre precios a sus contratos y ese dinero luego, en forma de coima, se lo entregaban a Baratta que pasaba a buscarlo con bolsos, mochilas y valijas que desbordaban de billetes. Ese dinero robado el pueblo iba a parar al departamento donde ahora sigue viviendo Cristina en plena Recoleta. Lo recibían los secretarios privados que murieron millonarios con fortunas inexplicables: Daniel Muñoz y Fabián Gutiérrez. Uno de los funcionarios de mayor confianza de los Kirchner, el que fue el jefe de la embajada paralela en Venezuela, Claudio Uberti confesó que una noche vio bolsos con aproximadamente 70 millones de dólares en el dormitorio del matrimonio. José López denunció que los 9 millones de dólares que llevó de madrugada a falso monasterio se lo había entregado un secretario de Cristina. Y se quebró en llanto al expresar su temor de que lo maten. “Cristina es muy vengativa”, dijo entre sollozos.
Eran de tanta magnitud los montos robados que eran trasladados a Río Gallegos en el avión presidencial, dato corroborado por el piloto. La policía jamás revisaba esos bolsos que iban a parar a la casa de María Ostoic, la madre de Néstor. Casi todos los empresarios vinculados a la obra pública pagaron coimas. Muy pocos se negaron a ser cómplices de semejante estafa. Con la excusa de que si no cometían esos delitos, tenían que cerrar las empresas y dejar muchos desocupados, fueron alegres partícipes de esas trampas de estado. Se sabe que para las coimas, igual que para bailar el tango, hacen falta dos. Y le recuerdo que las coimas no la ponían de su bolsillo. No la sacaban de su ganancia. Eran productos de los sobre precios. Por eso muchos de los empresarios estaban tan interesados en que se cayera la causa como la familia Kirchner y sus secuaces.
Cristina, que está procesada en esta causa que está enviada a juicio oral, dijo que todo esto era “cinematográfico”. Puede ser. Una película de terror. Un policial negro y repugnante que no admite que no admite ningún tipo de diálogo ni negociación. Lo único que puede poner nuevamente de pie la confianza social en la democracia es que no haya borrón y cuenta nueva como sugieren algunos. Ni indulto ni amnistía. Insisto con el tema. Solo la verdad, el juicio, el castigo y la condena podrán convertirse en los cimientos de un nuevo país con más libertades y honradez, con más igualdad y menos pobreza.
Todos los caminos de la corrupción conducen a Cristina. Ningún gobierno democrático cometió tantos delitos por tanto dinero y por tanto tiempo. Las pruebas que hay en todos los expedientes son contundentes. Y sobre todo en la causa que debería ser conocida como la de “Los cuadernos de Cristina”.
El fiscal Carlos Stornelli, hizo un trabajo riguroso de 678 páginas que está repleto de medidas probatorias. Son 525 entre “oficios a organismos, informes de inteligencia, declaraciones testimoniales, pericias sobre computadoras o memorias telefónicas, allanamientos y lista de vuelos oficiales”, entre otras.
En esta causa, el juez Bonadío supo pedir prisión preventiva para Cristina en su momento, pero sus fueros como senadora por la minoría lo impidieron.
A Cristina se la acusa concretamente, de haber cobrado coimas en 40 oportunidades por un monto superior a los 19 millones de dólares.
Dice la presentación del fiscal Stornelli que en muchos casos utilizaban ese dinero para cometer nuevos delitos: como blanquear el dinero y comprar casas lujosas, aviones, yates y demás insumos del campo popular.
Esto es solo la punta del iceberg. La estafa de los pingüinos buitres al pueblo pobre de la patria tiene dimensiones atómicas.
Laura Alonso, ex titular de la Oficina Anticorrupción, dijo que los K, están en Olimpo junto a los mayores cleptócratas del mundo. Al lado del matrimonio dictatorial de Filipinas, Ferdinando e Imelda Marcos.
Suena insólito que gente que se dice tan antimperialista haya comprado muchas propiedades en Estados Unidos. Especialmente dos en el emblemático Plaza Hotel de New York, en la Quinta Avenida. Un solo departamento costó 13 millones de dólares y es de un lujo digno de un jeque patagónico. En ese lugar estuvieron los Rolling Stones, Los Beatles y celebridades como Truman Capote.
La fábrica de dinero ilegal que lideró Cristina le está generando mucha angustia y preocupación. Apostó fuerte a voltear la causa de los cuadernos pero hoy, dos jueces que le dijeron que no. Cristina y Alberto acaban de sufrir una fuerte derrota judicial. ¿Será Justicia?