Balance negativo: el peor gobierno – 31 de diciembre 2021

El último día del año suele ser ideal para el balance. Para el gobierno nacional de los Fernández, es un balance claramente negativo. Por algo perdieron las elecciones por dos millones de votos de diferencia y dejaron 5 millones de votos en el camino desde que asumieron.
El terremoto social y político que produjo la vacunación ilegal y clandestina, en su momento lo confirmó. Este, es el peor gobierno desde el retorno de la democracia. Es cierto que todavía tienen 2 años por delante. Y que pueden mejorar. Pero también pueden empeorar porque el gabinete está lleno de mediocres y no de científicos. Y porque el pacto espurio que firmó Alberto con Cristina es de imposible cumplimiento y eso genera batallas internas feroces a cada rato. Cristina le ofreció el sillón de Rivadavia a cambio de su impunidad y la de su familia. Pero eso no se puede hacer sin romper el régimen democrático. Por eso Alberto va y viene todo el tiempo. Por eso se contradice a la velocidad de la luz.
El ex presidente Mauricio Macri lo definió con contundencia: “el gobierno es un ejército de demolición”. Aseguró que no pudieron solucionar ninguno de los problemas que dejó Juntos por el Cambio y que, por el contrario, han dinamitado mucho de los avances positivos. Hoy abandonamos el mundo desarrollado y democrático y nos hermanamos con los peores países, los que más violan los derechos humanos. Hoy en lugar de hacer más competitiva y eficiente a Aerolíneas Argentinas, se castiga a su competencia. Le fijan precios máximos a las empresas Low Cost y perjudican a los sectores medios que antes podían viajar. Hoy en lugar de democratizar los gremios y hacerlos más transparentes se apoya a los más patoteros y extorsivos como los Moyano o el Pata Medina. Hoy en lugar de bajar impuestos como se hizo con el Pacto Fiscal anterior, se impulsan hasta el extremo la asfixia impositiva y la voracidad sin límites de un estado ineficiente que no sabe hacer otra cosa que meterle la mano en el bolsillo a los ciudadanos productivos que trabajan.
Hoy, en lugar de pacificar los ánimos y fomentar que vengan a invertir, se sigue discriminando y sembrando odio al decir que los ricos se contagian más el virus y que los empresarios son chupasangres.
Hoy que la inseguridad y los narcos crecen hasta contagiar de pánico a la inmensa mayoría de los ciudadanos, siguen mirando con simpatía a los delincuentes de todo tipo. Porque hoy que hay un reclamo de juicio, castigo y condena a Cristina, su familia y todos los integrantes del Cartel de los Pinguinos millonarios, avanza la impunidad para todos y todas.
Hoy que la cantidad de muertos es aterradora y supera los 117 mil, siguen perdiendo el tiempo con pavadas, tienen 22 millones de vacunas en la heladera y no las aplican por vagos e incapaces.
Avanzan contra la justicia en general y la Corte en particular. Con agresiones verbales del grupo de tareas sucias jurídicas que comanda Eugenio Zaffaroni y con el copamiento de juzgados y fiscalías.
El ministro Martín Guzmán se arrodilla ante el Fondo para ver si firman un acuerdo mientras la diputada Fernanda Vallejos dice que es el FMI el que debe indemnizar a la Argentina.
Se podría hablar horas de este gobierno incapaz, soberbio y prepotente. Las mentiras se suman y se hace una bola de nieve imparable.
Uno de los datos más desgarradores es que nunca se fueron tantos jóvenes y tantas familias de la Argentina. Este país que se hizo grande con los inmigrantes, ahora expulsa a sus hijos por falta de oportunidades, de futuro y de sentido común.
Quedaron desnudos ante la opinión pública como ladrones de las vacunas que eran para los más viejos y los más vulnerables. Y demostraron un nivel de insensibilidad social comparable solamente con las tiranías más reaccionarias.
La festichola vip en Olivos por el cumpleaños de Fabiola y el dedito levantado de Alberto diciendo que se había terminado el tiempo de los vivos y amenazando con severos castigos. Todos los caminos conducen al fracaso electoral que les puso un límite en el senado y en diputados. Si la oposición se conduce con inteligencia y no como esto últimos días, podrá convertirse en un dique de contención frente a cualquier salto al vacío o locura chavista.
Hasta Carlos Zannini se vacunó y malversó descaradamente en un documento público, porque dijo que era personal de salud.
Se robaron todo durante más de 12 años, pero esta vez cruzaron todos los límites morales porque se robaron lo único que puede garantizar a los más vulnerables que no se mueran, o que por lo menos le puedan pelear al virus de la muerte.
Tal vez quien con mayor profundidad analizó el mamarracho del gobierno fue el columnista Luciano Román, en La Nación. Habló de que este robo de vacunas fue “la fase superior de la corrupción”. Y el hit en las redes sociales, por paliza, fue la definición que hizo Alejandro Borensztein: “Queda el gusto amargo de la decepción por el Perro Verbitsky. No se merecía este final. Ver a un alto jefe Montonero como él, que se cansó de mandar a asesinar gente, salteándose la cola de las vacunas porque le tiene miedo a un virus, es un papelón. Semejante criminal mendigando un antiviral. Se nos cayó un ídolo”.
Los Fernández no paran de profanar valores con los que se llenan la boca. Vinieron a distribuir la riqueza y la distribuyeron entre ellos. Vinieron a vacunar a todas y todos y se vacunaron entre ellos. Dicen la Patria es el otro pero es una mentira grande como la Patagonia: la patria son ellos. Eso es lo que creen y aquí está la explicación de todos los males y daños que le causaron a la Argentina.
Cristina está convencida de que ella tiene superioridad moral. Por eso tanta altanería y soberbia. Por eso ella dice “A mí ya me absolvió la historia”. Como solo ellos son la patria, no se sienten inquilinos por cuatro años de la Casa Rosada. Se sienten propietarios. Dueños del poder, dueños de la Argentina y dueños del destino de millones de tontos que somos casi todos los argentinos. Por eso se manejan con tanta impunidad. Por eso se llevan todo por delante. Porque se auto perciben propietarios del país.
Por eso digo que es el peor gobierno. Peor, incluso que el de Fernando de la Rúa que fue un desastre. Porque De la Rúa tuvo impericia en la gestión, pero no sembró la cultura de la avivada, la trampa y el combate a la meritocracia. Los Fernández y su “ineptocracia”, están trabajando para quedarse toda la vida en el poder. Es la única manera de que Cristina no vaya presa. Es la única posibilidad de que Máximo, Lázaro, Boudou o Milagro Sala sean declarados inocentes y eviten la prisión. Cristina eterna fue mucho más que un blooper de Diana Conti. Ella se siente eterna y por encima de todos. Y Alberto se convirtió en el peor presidente porque solo pronuncia dos palabras con sinceridad: “Si, Cristina”.