Divididos por el cargo – 2 de noviembre 2022

La principal coalición opositora debe encender un alerta roja en su tablero de comando. Las peleas y misiles verbales han superado un límite y los ruidos indican que Juntos por el Cambio está crujiendo con algún riesgo de fractura. Sería una catástrofe para los ciudadanos republicanos que ansían cerrar para siempre el ciclo del nacional populismo corrupto y chavista del kirchnerismo.
Elijo que esta opinión sea conceptual y general, dirigida a todos, sin hacer nombres propios. Intenta ser un llamado de atención, Algo así como decir: abran los ojos y sepan que si continúan por ese camino, al final, hay un precipicio.
El resultado peligroso es que muchos posibles votantes de Juntos comienzan a dudar de la capacidad y solidez de la coalición para gobernar y producir las profundas transformaciones que necesita la Argentina. Si esto ocurriera, el riesgo de una nueva desilusión sería muy grave. Dilapidaría la confianza (tal vez para siempre) de un sector mayoritario que exige la refundación de un país, serio, capitalista, profundamente democrático y republicano.
La principal tarea es derrotar en las urnas a los que enterraron a la Argentina en el barril sin fondo del atraso.
La gran fortaleza de Juntos por el Cambio no son sus individualidades, pese a que tiene varias promesas presidenciales. Por lo tanto, la unidad de la coalición debe blindarse para pegar un salto de calidad institucional y de representatividad.
Acá se verifica ese lugar común que suele atribuirse a Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados distintos”.
Sería suicida insistir en la misma forma de construcción o de destrucción. Una cosa es debatir con libertad y responsabilidad y otra, muy distinta es rugir como fieras enfrentadas.
El mundo indica que la democracia de grandes coaliciones llegó para quedarse. Esos acuerdos no pueden ser meras roscas partidarias. Deben ganar en organización, en representatividad con la elección de autoridades, en despliegue territorial con conducciones provinciales y en propuestas concretas y detalladas con un gabinete en las sombras.
En definitiva: prepararse para ganar y, sobre todo, para gobernar y terminar con la decadencia de un peronismo que solo busca impunidad para Cristina y eternizarse en el poder con un pobrismo chavizante.
Juntos por el Cambio debe fortalecerse para dejar de ser un “Rejunte por el Cargo”. O peor aún, “Divididos por el Cargo” Eso implica mucho trabajo y responsabilidad y postergar los delirios individualistas de candidaturas presidenciales para que, en su momento, sean definidas por la PASO.
Los socios fundadores de este instrumento, es decir Macri, Carrió y Sanz deberían auto convocarse junto a los presidentes de los partidos, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Maximiliano Ferraro y Miguel Pichetto y frenar esta locura. Deberían acordar diez puntos clave de funcionamiento respetuoso y comprometerse a cumplirlos. Barajar y dar de nuevo en el funcionamiento institucional de la coalición. Y sobre todo, empezar a difundir las soluciones concretas que proponen para los dramas que más angustian a los argentinos.
Eso tal vez les haga recuperar la mística de una epopeya republicana.
Esto implica un gigantesco esfuerzo de edificación democrática. Una hoja de ruta hacia el futuro que tenga como parada refundacional al 2023.
Un reglamento que tenga respuestas para todas las dificultades que se presentan en una alianza tan diversa y plural. Hay muchos ejemplos de Frentes o Coaliciones que ya tienen resuelto de antemano lo que hay que hacer cuando un diputado falta a una sesión clave sin tener autorización, o cuando un legislador se pasa a la bancada del adversario en dos minutos, o el tipo de requisitos mínimos que debe exigirse a un nuevo partido para que se incorpore.
Más leyes internas de convivencia y menos amiguismo y subjetividad.
Esos proyectos deben explicarse con minuciosidad y no con sarasa generalista. No sirve hablar de reforma impositiva o laboral. Hay que explicar con lujo de detalles como lo harán.
Esta actividad homérica podría convertirse en un mensaje claro hacia la sociedad. Que la coalición es para siempre, que tienen planes y no solo figurones y que obtienen su representatividad del voto popular.
Hacer política es generar organización y tener capacidad de movilización ante situaciones graves. No es suficiente calentar una banca en el Congreso ni ser valiente y creativo en Twitter.
La oposición debe espantar ese fantasma del “son todos iguales”. Con sus errores y papelones, Juntos por el Cambio es el artefacto político masivo más novedoso que hace tres elecciones que supera el 40% de los votos, que tuvo el primer presidente no peronista en 90 años en entregar el poder en tiempo y forma y que le produjo la peor derrota electoral de la historia al peronismo unido. Todo eso suma y lo consolida como el mejor instrumento para la clase media y los sectores productivos no kirchneristas. Pero falta mucho. Hay tiempo, si no se pierde el tiempo.
Uno de los errores más graves de la política es almorzarse la cena. El manejo de los tiempos convierte en estadistas a los dirigentes. La construcción de un barco resistente que tenga el rumbo claro es lo permanente e imprescindible. En el 2023 habrá tiempo para ver quién puede ser el mejor timonel.