Bonafini cosechó su siembra – 21 de noviembre 2022

La muerte de Hebe de Bonafini confirmó que ella se convirtió en uno de los símbolos máximos de la grieta que produjeron los Kirchner en la Argentina. La profanación de la lucha por los derechos humanos y su utilización oportunista por parte de Néstor y Cristina, le puso la camiseta del fanatismo a quien había empezado con su valiente lucha por la aparición con vida de los desaparecidos. Falleció a los 93 años en el hospital Italiano de La Plata y el gobierno nacional decretó 3 días de duelo.
En los últimos 100 días convocó dos veces a una pueblada contra la Corte Suprema de Justicia. Fueron dos zarpazos de extrema gravedad institucional.
Nadie se atrevió a llamar a una pueblada para evitar que Cristina sea condenada. Es una propuesta violenta y autoritaria que atenta contra el estado de derecho y la democracia. Ni Bonafini, ni Cristina ni sus referentes chavistas y castristas respetan la división de poderes. En Cuba y Venezuela, los tiranos son los dueños de la libertad y de la justicia. Pero Bonafini y Cristina deberían saber que en Argentina, por lo menos por ahora, vivimos en una República donde la justicia es un pilar independiente que hay que respetar religiosamente. Y si el tribunal que funciona en el juicio oral con todas las garantías, condena a la cárcel a Cristina, solo pueden apelar ese fallo. Pero de ninguna manera romper el orden institucional ni caer en un golpismo explícito al levantarse contra uno de los poderes del estado.
Al lado de Bonafini aplaudía como una foca Tristón Bauer, el ministro de propaganda y venganza. Su propuesta completa fue que no pueden permitir “que Cristina vaya presa o que sea condenada. Hay que hacer una pueblada que es lo único que la va a salvar y está en manos de nosotros. Una pueblada no es fácil, pero hay que ir armándola, hay que pensarla muy bien”.
¿Con quién pensaba armar, como ella dijo? ¿Con los piqueteros y los gremios? ¿Hubieran sido movilizaciones pacíficas o proponía que la gente vaya armada?
En su momento, Bonafini fue convocada por la justicia y se negó a comparecer y se atrincheró en el local de su agrupación. Se sentía por arriba de los ciudadanos comunes y que por lo tanto era intocable. De hecho, se salió con la suya y no fue a declarar.
Pero estas últimas provocaciones fueron en contra de la ley de defensa de la democracia. Y no fue un enojo del momento. Hace 100 días había dicho lo mismo. “El enemigo viene con todo y viene de la mano de los yankys y por eso es peligroso. Porque los yankys roban y matan en todos lados. Y los jueces son una manga de ladrones, la Corte Suprema es una basura, un tarro de mierda. No va a haber justicia posible si el pueblo no sale a la calle”.
Bonafini hablaba por boca de Cristina, y siempre redobló peligrosamente su apuesta destituyente. Ya en su momento llamó a tomar el palacio de los Tribunales. Nunca ni Cristina, ni Alberto ni Sergio Massa salieron a tomar distancia de sus dichos.
Pocas personas han planteado tantas barbaridades con palabras cargadas de pólvora. Extorsiona a la democracia. Comparó en su momento a Mauricio Macri con Adolf Hitler.
Sus palabras fueron un escupitajo a la justicia digno de alguien que no cree y nunca creyó en la democracia republicana y si apostó a los juicios musolinianos en la plaza pública y a agraviar a todo los que pensaran distinto.
No se sentía igual a todos ante la ley. Sentía que tiene coronita, que debía tener privilegios, que su condición de familiar de víctimas la transforma en una persona intocable. Y el asesinato o desaparición de un familiar te transforma en víctima de los genocidas. Pero no te transforma en un monumento a la ética. Y mucho menos ahora que se sabe que Hebe cometió o toleró por los menos dos delitos graves. La estafa de más de 200 millones de pesos en la Fundación Sueños Compartidos y en la universidad de las Madres. Manejaron dinero que según Sergio Schocklender se lo fumaron, entre otros, Julio de Vido, José López y Amado Boudou con la complacencia de Hebe y la jefatura de Néstor y Cristina.
Hebe insultó varias veces al Papa Francisco hasta que finalmente Bergoglio la recibió y puso la otra mejilla. Y después la lleno de rosarios, cartitas y afecto. Acaba de mandar una carta desde El Vaticano donde que quiere “estar cerca de todos los que lloran la partida de Hebe”. Bonafini se la pasó elogiando al General Milani y maltrató a la madre del soldado desparecido Agapito Ledo que era una madre de plaza de Mayo en La Rioja. Cocinó en la ESMA con otro malandra de estado, con condena firme y que debería volver a la cárcel como Amado Boudou. Celebró el atentado de los terroristas de estado de Bin Laden contra las Torres Gemelas que asesinaron 5 mil personas en un segundo, las acciones del narcoterrorismo de las FARC, o los homicidios de la ETA, los del tiro en la nuca como dice Serrat. Y así podría seguir la larga lista de actitudes estalinistas y agresivas. Pidió que probaran las pistolas Taser con la hija de Macri. Solo hay que preguntarle a Las Madres de Plaza de Mayo –Línea Fundadora porque tuvieron que hacer rancho aparte. Durante una discusión con Horacio Verbitsky, Bonafini cayó en un antisemitismo despreciable y lo acusó de ser “judío y además sirviente de los Estados Unidos y estar a sueldo de la Fundación Ford”. Después, Hebe insultó hasta a Adolfo Pérez Esquivel, el Premio Nóbel de la Paz, aunque ahora ambos juegan en el equipo de Cristina.Yo entiendo que tuvo que sufrir el más terrible dolor al que puede someterse a un ser humano: la desaparición de sus dos hijos. Soy consciente de que muchos, por mucho menos, enloquecerían. Pero la tragedia no puede ser un certificado de impunidad ni de inmunidad. El desgarro no da fueros. La impunidad es como la muerte. No hay ninguna buena. Bonafini cosechó su siembra. El amor del cristinismo chavista y el desprecio de los que defienden la democracia y la república. Hebe dividió taxativamente a la sociedad. De aquella lucha contra los asesinos de ayer, a la intolerancia y el dogmatismo blindado de hoy. Aquellos Sueños compartidos se transformaron en pesadillas. De aquella mujer golpeada por el golpe a esta mujer golpista.