Los senadores opositores no participaron de la sesión y anunciaron la presentación de un nuevo amparo ante la justicia. No quisieron ser cómplices de la aberración ilegal impulsada por Cristina.
El talento periodístico de Jorge Fernández Díaz definió este peligroso momento político. Habló del “carapintadismo institucional” de Cristina. Es una metáfora perfecta porque refleja que quien hoy es la presidenta de la Nación, se ha pintado la cara y se ha sublevado contra una orden de la Corte Suprema de Justicia. Se trata de una declaración de guerra contra la cúpula de otro poder republicano. Esa provocación generó mucho más que un conflicto de poderes. Produjo un choque de planetas. Empujó al estado de derecho a un abismo. En su desesperación y debilidad, Cristina resolvió huir hacia adelante y patear el tablero. Insistir con la designación del senador Claudio Martín Doñate en el Consejo de la Magistratura, es mantener la trampa con la que le intentó robar una silla al senador Luis Juez. Pero además, esos delirios golpistas confirman que se siente atrapada y sin salida porque se viene el peor árbol de Navidad de su vida. Estará cargado de luces negras de malas noticias y de una casi segura gravísima condena por ser la jefa de una asociación ilícita que saqueó al estado.
El prestigioso constitucionalista Daniel Sabsay lo dijo con toda contundencia: “no recuerdo antecedentes de un alzamiento semejante contra la Corte ni acá ni en el exterior”.
Le recuerdo que el fallo de la Corte fue terminante y utilizó palabras como “ardid, artificio, artimañas” para describir la maniobra ilegal de la vice presidenta.
El diario La Nación, en su editorial asegura que “desarticular una por una la sarta de mentiras y distracciones que el oficialismo pretende seguir instalando, es la única forma de arribar a la verdad”.
La reina Cristina parece emular al rey Sol, como se conocía a Luis XIV de Francia. Pasó a la historia porque en 1655, el representante de esa monarquía absoluta, en su discurso ante el Parlamento de Paris dijo: “El estado, soy yo”.
El problema para Cristina es que en una democracia republicana como la que estamos tratando de mejorar los argentinos no hay súbditos, hay ciudadanos. Tal vez ella tenga algunos bufones y cortesanos chupamedias pero, la división de poderes debe respetarse.
No hay súbditos pero, lamentablemente, hay clientes de los punteros y piqueteros. La doctora Elisa Carrió dijo que el kirchnerismo dejó que “los pobres, en lugar de ser clase media, sean esclavos”.
Joaquín Morales Solá recordó un trabajo del diputado Rodrigo de Loredo que dice que Cristina maneja a través de su guardia de hierro camporista el 70 % del presupuesto nacional. Los pibes para la liberación se convirtieron en los muchachotes que gerencian las cajas más suculentas del estado. Militancia rentada que ha tomado por asalto casi todos los ministerios. Si hay un futuro gobierno de la actual oposición, esos miles de empleados públicos, se dedicarán a conspirar y sabotear cualquier iniciativa y vivirán cómodos con los sueldos que le pagaremos todos.
No han podido concretar el sueño de instalar el chavismo santacruceño a nivel nacional. Pero están dispuesto a arrastrar a todo el sistema y a romper todo si la jefa es condenada a prisión.
Cristina está más autoritaria e irracional que nunca porque sabe que se le viene la noche del veredicto en la causa Vialidad. Esto ocurrirá inexorablemente, más temprano que tarde.
El fiscal Diego Luciani rechazó con dureza los planteos de los abogados defensores. Respondió los pedidos de nulidad asegurando que “quieren instalar un clima de ilegalidad”. No hubo réplicas para no alargar los tiempos y porque, según plantearon, sus alegatos tienen una solidez que se sostiene por sí mismos y por eso “no tienen nada que contestar”.
Seguramente el fallo será apelado y deberá superar dos instancias para quedar firme. Primero la Cámara de Casación Penal y luego la Corte Suprema de Justicia. Los tiempos procesales indican que Cristina, en las próximas elecciones, estará en libertad y en condiciones de ser candidata a presidenta si ella quiere.
Los nueve días de alegatos mostraron un tsunami de testimonios, pruebas documentales, comunicaciones telefónicas y testimonios de arrepentidos.
La cleptocracia instalada primero por Néstor y luego por Cristina y Máximo, quedó desnuda en su metodología perversa.
No podemos olvidar que la Constitución Nacional, en su artículo 36, iguala a los delitos de mega corrupción en el estado con los atentados al sistema democrático.
Ella había gritado a los cuatro vientos que “la historia ya la había absuelto”.
Eso, por ahora, es incomprobable. Sospecho que ni la historia ni el pueblo argentino la absolverá. Y que la justicia, que jamás violó ninguna de sus garantías, la condenará con todas las de la ley. Por más carapintadismo que lidere Cristina.