La grieta no cierra con corruptos y golpistas – 20 de septiembre 2022

¿Qué significa cerrar la grieta?
¿Evitar todo tipo de insultos y descalificaciones? ¿Buscar consensos mínimos y administrar con racionalidad y sin agresiones los disensos? En eso estoy de acuerdo. Ninguna familia, ninguna empresa o país puede crecer sin cohesión. Para desarrollar con inclusión y en forma igualitaria a la Argentina, necesitamos tirar todos para un mismo lado y no ventear la energía en peleas fraticidas.
En eso estoy de acuerdo.
Son necesarios los acuerdos de estado.
Pero no todos pueden participar de ese proceso de reparación de las heridas. La condición previa es que queden afuera los corruptos y los golpistas. El cierre de la grieta no puede hacerse sobre la base de la impunidad. No se puede hacer borrón y cuenta nueva sobre los que cometieron graves delitos. Eso sería
edificar la realidad sobre pilares de barro.
Eso sería un engaño para que una vez más no haya verdad, juicio, castigo ni condena para los ladrones de estado y los autoritarios que no respetan la ley ni la Constitución. ¿Se entiende? Le doy un ejemplo.
¿Se puede cerrar la grieta con quienes se hicieron ultra millonarios en la función pública como los Kirchner y los Báez?
Yo no quiero cerrar ninguna grieta con ellos. No hay nada que hablar con los integrantes del Cártel de los Pingüinos Millonarios. Los corruptos y golpistas no pueden tener un lugar en la mesa junto a los dirigentes honrados y los que proponen fortalecer una democracia republicana e inclusiva.
Cerrar la grieta con los ladrones de estado es igual a impunidad y a libertad para robar y enriquecerse ilícitamente. La señal sería nefasta para la sociedad. Si no hay premios ni castigos no hay país posible.
Con estos delincuentes no hay grieta que cerrar. Hay que cerrar bien las puertas del calabozo para que paguen por
sus delitos.
Son los responsables del robo del siglo. De la mayor corrupción de la historia democrática. Son culpables de crímenes de lesa indignidad.
Fue tanto el océano de dólares sucios que robaron que alcanzó para todos y todas. Todos robaron para ellos y para la corona. Yo con ellos no cierro la grieta. Cierro la puerta y me cuido los bolsillos.
Hablo de los funcionarios, amigos, socios y testaferros de Cristina y de Cristina también. No dejaron delito por cometer. No hay acuerdo posible. Solo que se sometan a la justicia. Eso es lo que corresponde. Nos separa un abismo de honradez y ética republicana.
Con Amado Boudou no quiero cerrar ninguna grieta. No tengo nada que hablar con semejante atorrante de estado. Con Julio de Vido y Milagro Sala, tampoco.
¿Hay que cerrar alguna grieta con delincuentes condenados y de esa calaña? Repito: cerrar bien la puerta del calabozo para que no se escapen.
¿Hay que cerrar alguna grieta con los magnates sindicales mafiosos? Los que bloquean y los que extorsionan.
Esa gente está fuera de la ley y la democracia los debe castigar con todo el peso de la ley. Es una grieta para siempre con estos tipos. Entre estos tipos y yo hay algo personal, diría Joan Manuel Serrat.
Con los fanáticos autoritarios e integrantes del Ministerio de la Venganza no quiero cerrar ninguna grieta. Hebe Bonafini, Tristán Bauer y Luis D’Elía, entre otros, se cansaron de insultar y amenazar a muchos jueces, fiscales, opositores y periodistas independientes.
Ayer nomás Dalbón intimidó a los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola y al dibujante Nik, en menos de 24 horas.
¿Hay diálogo posible con los que quieren cambiar la Constitución y la Corte Suprema para ponerlas al servicio de una camiseta partidaria pingüina y de la impunidad para Cristina y su banda? ¿Se puede dialogar con los que quieren censurar periodistas y someterlos a la esclavitud como intentaron hacerlo durante 12 años? ¿Se puede llegar a algún acuerdo con los que armaron el régimen de Santa Cruz y sueñan con convertirnos en Venezuela?
¿Y con los empresarios que se enriquecieron con el dinero del pueblo, las coimas y los sobreprecios que hacemos? Ni olvido ni perdón. Verdad, justicia y condena,
Le recuerdo que varios de estos empresarios dicen que fueron obligados, extorsionados, pero en muchos casos, ellos estaban felices de participar en esa cartelización nefasta. No estaban obligados a competir, ponían el precio que más le gustaba y le cargaban sobreprecios de hasta el 50% o más en algunos casos y de allí, salían las coimas, el retorno, o como usted las quiera llamar. ¿Se entiende? Los empresarios no pagaban las coimas de sus ganancias. De ninguna manera. La sacaban de los sobreprecios. Por lo tanto todos los argentinos pagamos esas malditas coimas.
La cantidad de información y documentación que aportaron los arrepentidos ante la justicia dejaron desnuda a Cristina. La tienen acorralada. Ya nadie puede dudar que fue la “jefa” que sucedió a Néstor, el jefe.
Está claro que cuando Néstor se murió, ella asumió la conducción política de su espacio pero también la gerencia administrativa de coimas, lavado y mega corrupción de estado.
La Argentina se debe reconstruir sobre la base del respeto a la Constitución, la división de poderes y la ética republicana. Hay lugar para todos en el diálogo institucional. Menos para los corruptos y golpistas. Con ellos no hay ninguna grieta que cerrar.

Fernández Meijide, el apellido de la dignidad – 19 de septiembre 2022

Como dice nuestra querida sección, seguro, seguro que todos los días hay una buena noticia. Este jueves 22, Graciela Fernández Meijide, será distinguida con la Orden de Comandante de la Legión de Honor de la República de Francia. Es el máximo rango de este reconocimiento establecido por Napoleón Bonaparte en 1802. La condecoración será por su lucha en defensa de los derechos humanos.
Ella es un ejemplo inspirador de 91 años y 7 meses. Su trayectoria es emblema de dignidad, de la ética de la responsabilidad ciudadana.
Ella fue presidenta de mesa en 1951 cuando las mujeres votaron por primera vez. Hija de padres radicales, ella votó por el socialista democrático Alfredo Palacios que juntó apenas 55 mil sufragios.
Tiene una energía asombrosa para combatir todo tipo de autoritarismo y para fortalecer todo tipo de avance republicano. Es la presidenta del Club Político Argentino que en su documento fundacional, lo dice todo:” nos convoca una viva estima por las ideas y por el debate público, por el pluralismo y la diversidad”.
En junio de 2017, la designaron ciudadana ilustre. Siempre militó a favor de la vida y la libertad. Era muy chiquita y andaba por las calles de Avellaneda recogiendo papeles metálicos de chocolates y atados de cigarrillos. Los hacía una pelota y los enviaban a los aliados para ayudarlos a derrotar a todos los fascismos. Su cerebro funciona a mil por hora como si fuera una adolescente. Es inteligente, lectora voraz, coqueta e incansable. Madame Graciela, la profesora de francés, vive en el barrio de Belgrano y tiene dos gatos que la acompañan.
Todos le dicen simplemente Graciela. Su historia personal es un poco la historia de esta Argentina con sus dolores y alaridos más profundos y sus alegrías más fugaces. Muchas veces las arrugas de su cara representaron un país cansado de vivir espasmódicamente, sin planificación y con un grado de infantilismo que asusta. En tiempos de cirugías estéticas por millones, de urnas llenas de botox y de siliconas mentirosas, sus ojeras son medallas que la vida le colgó por haber pasado por tantos túneles y por haber sufrido tanto. Ella viene del horror y no de la política. Fue su segundo nacimiento.
El primero fue un 27 de febrero de 1931 en Avellaneda. Pero el segundo fue hace 44 años, en una madrugada desgarradora que no olvidará jamás. Cinco civiles armados que llegaron en tres autos secuestraron a su hijo Pablo que estaba en el quinto año del secundario y nunca había militado en política ni tenía actividad gremial. Pablito Fernández Meijide tenía 17 años y no apareció nunca más. Le repito… Pablito Fernández Meijide no apareció nunca más. En su casa quedó una mochila que todavía tenía tierra de Bariloche, una bolsa de dormir, una pecera refulgente de peces de colores, una máquina de fotos que adoraba, un perro pastor ovejero que aullaba presintiendo todo y un tremendo agujero negro que se instaló en el corazón de la familia para siempre. A partir de ese momento lo buscaron las 24 horas del día por cielo y tierra. Por las noches, Graciela le hablaba a la oscuridad y creía que Pablito la escuchaba. Entonces se abrazaba a la almohada y le decía:” Pablo, Pablito, esto va a pasar, vos sos joven y esto va a pasar. Pablito, viví, aguanta, mantenete con vida, aguanta”.
Le hablaba a una foto en la mesita de luz, a esa misma foto que después convirtió en pancarta y llevó a todas las movilizaciones para pedir aparición con vida y castigo a los culpables. Porque resultaba indispensable.
En ese momento parió a la dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. Hace muchos años que conozco a Graciela Fernández Meijide. Allá lejos y hace tiempo, cerca de 40 años, yo integré desde el último escalón de importancia ese organismo multipartidario y multisectorial desde donde ella se hizo conocida en todo el país.
Hoy prefiere ser muy prudente al hablar de ese desgarro del alma. Dice que los duelos no se terminan nunca. Que apenas se tramitan de la mejor manera que uno puede. Ella supo y pudo encontrar el equilibrio necesario para mantener viva la llama de la memoria de Pablo sin quemarse en el fuego del odio, el resentimiento y la venganza. Fue una activa integrante de la Conadep donde se dedicó a recibir las denuncias de los campos de concentración, los delitos de lesa humanidad y el terrorismo de estado. Fue figura fundacional del Frepaso junto a Chacho Alvarez
Finalmente Graciela nació por tercera vez en 1995 cuando un millón de personas la votaron para que sea senadora. Por sus agallas y por su sentido de la solidaridad. Apenas dos años y medio después, en 1997, fueron más de tres millones y medio de compatriotas que la tocaron con la varita mágica y republicana de las urnas. Y así pudo derrotar al fantasma de Menem y al aparato de Duhalde.
Graciela nació tres veces. Fue diputada, senadora, Constituyente de la reforma del 94, ministra y presidenta de la Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy sabemos que es Doctora Honoris Causa y que siempre fue una ilustre ciudadana. Eso es mucho para cualquiera. Su madre la dio a luz en el corazón de una Avellaneda obrera y pujante, después amaneció en la noche de la dictadura y, finalmente en la democracia de las urnas donde habla la voz del pueblo.
Graciela en sus orígenes se asoció políticamente con Carlos Auyero, un demócrata-cristiano íntegro de transparencia a toda prueba y gran capacidad intelectual.
Graciela siempre apuesta al consenso, a debatir con honestidad intelectual y la cabeza abierta y es difícil que se le escape alguna agresión verbal. Publicó varios libros pero los más significativos fueron las críticas y autocríticas de la violencia política de los 70. Uno se llamó “Eran humanos, no héroes” y el otro fue un extraordinario diálogo reconciliador con el ex dirigente montonero Héctor Leis.
Hebe de Bonafini en su momento la trató de “rata” a Graciela y eso me dolió en el alma. ¿Cuál es el límite?
Esa misma palabra electoral inapelable de los votos le gritó “No va más” a Graciela y le bajó el pulgar en dos momentos terribles. Primero perdió la interna con De la Rúa y después la gobernación con Carlos Ruckauf.
Ella que se había cansado de subir la cuesta ganando una elección tras otra, perdió dos comicios seguidos y su carisma empezó a deteriorarse. Mantuvo las manos limpias y el corazón caliente pero dejó de ser el gran fenómeno político argentino, la mujer que más alto había llegado hasta ese momento con el voto popular, desde el renacimiento de la democracia.
Por aquellos días, era como la heredera de Alicia Moreau de Justo. Pero con mucho apoyo popular.
Sus más cercanos le dicen Nenuca. Ella aguantó a pie firme todos los ataques. La acusaron de las peores cosas. Le dijeron abortista, Alfonsín con polleras, pituca de Barrio Norte que solo conoce a los pobres por televisión.
Algunos la insultaron como autoritaria, ineficiente y hasta la acusaron de ama de casa. Suena insólito, incomprensible, pero es la verdad histórica.
Todavía se mantiene firme y valiente en el debate nacional con mucho que perder y sin nada que ganar. Esta viuda de un arquitecto llamado Enrique que la acompañó en todas ya se ganó el respeto y la admiración de una inmensa porción de los argentinos.
Es que Graciela no se rinde. Pero ya está absolutamente amortizada desde el día que perdió lo más importante que puede perder un ser humano: a su hijo. Pudo aferrarse con más fuerza a otros afectos como los de sus hijos, Alejandra, Martín y Celia. Y ahora sus nietos, Camila y Diego.
Lo demás es historia que anda caminando para que cada argentino la juzgue como quiera. Su siembra pacífica y de consensos institucionales, es de un gran valor pese a que por momentos parecen ganar los que siembran cizaña y autoritarismo.
Graciela no se vende. Combate con firmeza todo tipo de autoritarismos y oscuridades. Su hijo Pablo la ilumina siempre y es su motor. Su combustible, nunca fue el odio. Y siempre jugó en la vereda del sol porque comprendió que los problemas de la democracia se arreglan con más democracia. En el escenario de la política sana se la nombra como Graciela. Su apellido es la dignidad.

Macri jamás se juntará con Cristina – 16 de septiembre 2022

Oscar Parrilitudo, como lo llama Cristina, tiene la cara de piedra. No descartó una reunión de su jefa con el ex presidente Macri. Y mintió descaradamente cuando dijo que “ella siempre estuvo dispuesta al diálogo, nunca puso límites para nada”. ¿Hasta cuándo nos van a tratar de estúpidos? ¿Se creen que no tenemos memoria?
Ayer se lo dije y hoy lo repito con más
contundencia. No hay ninguna posibilidad de que el ex presidente Mauricio Macri mantenga un encuentro con la ex presidenta Cristina. Son intentos infantiles y voluntaristas de inexpertos de La Cámpora, como los que hizo Andrés “El Cuervo” Larroque. Son globos de ensayo que se pinchan en el aire. Larroque, lugarteniente de Máximo Kirchner en la guardia de hierro de Cristina, no tiene volumen político para interpretar lo que está pasando.
Cristina está desesperada por la condena que se viene en la causa Vialidad y por su desplome en todas las encuestas. Trata de utilizar políticamente el repudiable y nefasto intento de asesinarla. Habla de diálogo y de Jesucristo. Utiliza palabra suaves que antes no utilizó jamás. Y sus lenguaraces como Larroque tienen el estómago suficiente para ser verdugos en sus declaraciones y de golpe, pegar un volantazo y sugerir que puede haber un diálogo de Cristina con Macri. Igual que Parrilli.
Están tan confundidos que van para el norte y para el sur al mismo tiempo. Chocan la calesita. Tratan de vincular a Macri con todo tipo de delitos e incluso con el atentado fallido, pero, simultáneamente, se respaldan en la cúpula eclesiástica para llamar a un diálogo civilizado y democrático. ¿En qué quedamos? ¿Macri basura vos sos la dictadura o hay que conversar con los que piensan distinto como Carlos Melconian, como dijo Cristina?
Larroque como símbolo de ese desconcierto, en declaraciones radiales, no descartó un encuentro entre ambos ex presidentes pero para disimular un poco, puso dos condiciones absolutamente subjetivas y absurdas: “que el diálogo sea sincero y no superficial” y que “no sea un foto para tranquilizar conciencias”. ¿De qué habla? ¿Quién juzga si esas condiciones se cumplen? ¿Máximo dirá si el diálogo es sincero y profundo? ¿Quién dirime si es solo una foto para tranquilizar conciencias? ¿Luis D’Elía que llamó a fusilar a Macri en plaza de Mayo o Hebe de Bonafinin que dijo que hay que probar las pistolas Taser con la hija de Macri? Son tan débiles en su formación política que no entienden lo que está pasando. Mauricio Macri jamás se va a sentar a dialogar con Cristina de ningún tema. Ni ebrio ni dormido. Primero porque es consciente que todos los días le están haciendo operaciones para dejarlo pegado a cualquier delito y para fracturar Juntos por el Cambio. Segundo porque sería el final de su carrera política. Cristina y Macri representan el día y la noche en la política. Como dicen sus allegados, “Macri cometió errores y Cristina cometió delitos”. Por eso no hay nada que hablar. Cristina tiene que respetar los fallos de la justicia y la división de poderes. No hay arreglo posible en eso. La democracia se fortalece si todos los que cometen delitos reciben el castigo correspondiente con todas las garantías legales. No hay pacto de impunidad posible. No hay amnistía para todos y todas que pueda funcionar.
En realidad, Cristina tampoco quiere hablar con Macri al que desprecia. Así quedó demostrado cuando ni siquiera tuvo el mínimo gesto democrático de entregarle la banda y el bastón de mando. Lo miró con asco y buscó mil excusas para evitar un acto simbólico que siempre se hizo desde el retorno de la democracia.
Lo que Cristina quiere, lo único que quiere, es zafar de ser condenada por mega corrupta. No teme ir a la cárcel porque por edad, sabe que va a tener una prisión domiciliaria. Pero se encoleriza cuando imagina que en su biografía de Wikipedia va a decir que fue la primera mujer electa y reelecta presidenta pero que, simultáneamente, fue la primera jefa de estado condenada por ladrona y jefa de una asociación ilícita destina a saquear al estado. Esa mancha no se la saca nadie.
Macri tampoco quiere ver a Cristina porque sabe que ella pretende darle el abrazo del oso. O de la osa, mejor dicho. Lo quiere dejar asociado a esta hecatombe económica y al peor gobierno de la historia democrática que decorativamente encabeza Alberto Fernández. Por más sanata que hagan Larroque y Parrilli, no existe ni la más mínima posibilidad que ese delirio de laboratorio se concrete.
El kirchnerismo está tan confundido, cuesta abajo en su rodada, que es capaz de mostrar a Sergio Massa abrazado al Fondo Monetario y a Máximo renunciando a la presidencia del bloque porque no quiso votar el acuerdo con ese organismo. Alberto mendiga una reunión con Joe Biden que no llega y Cristina se junta con los curas villeros que son los más radicalizados y anti norteamericanos de su espacio. No tienen rumbo y solamente dan pasos en falso. Están sobre arenas movedizas y por eso mientras más se mueven, más se entierran. Es el momento del ocaso y de la falta de racionalidad. No se puede acusar a medio mundo de gorilas, fachos, oligarcas y cómplices del ataque a Cristina y a la media hora, convocarlos a un diálogo democrático.
Ni siquiera exhiben sentido común.
Cada uno cosecha lo que siembra.
Cristina sembró vientos y ahora cosecha tempestades. Que no cuente con Macri para apagar el fuego. De nada vale que corra, el incendio va con ella.