Cristina empuja el golpe institucional – 22 de diciembre 2022

Hay que estar alerta y con la guardia bien alta. Cristina y sus talibanes no se bancan la división de poderes. Siguen atacando con todas sus fuerzas y desde todos los costados, a la justicia en general y a la Corte Suprema en particular. La jefa del jefe del estado todavía no digirió y tal vez no lo procese nunca, que haya pasado a ser la vice presidenta condenada a 6 años de prisión por haber robado dineros del pueblo argentino. Y como si esto fuera poco, en los últimos tiempos, el cuarto gobierno kirchnerista viene recibiendo una batería de malas noticias y derrotas políticas.
La más potente de estos últimos días fue el fallo de la Corte a favor del gobierno de la Ciudad ante el robo descarado de los fondos coparticipables que perpetraron Alberto y Cristina para tapar los huecos de la ineficiencia de Kicillof.
Fue Cristina la que inició la batalla contra Larreta y la ciudad a la que despreció tratando de “opulenta” por estar llena de agapantos y hasta helechos iluminados.
Vale recordar que ambos viven en esta ciudad opulenta y en los barrios más elegantes y caros: Puerto Madero y la Recoleta. Fue Cristina y sus fanáticos lo que desataron una vieja y nefasta grieta entre porteños privilegiados y provincianos perjudicados. Siempre la división, siempre la confrontación. Siempre la búsqueda de enemigos y culpables en lugar de encontrar soluciones. Ese es el ADN del nacional populismo pingüino que abreva en la tiranía chavista.
La Corte puso las cosas en orden, pero Alberto habló de día aciago para el federalismo y volvió a utilizar la palabra “opulento”, como si el progreso fuera algo de derecha y hubiera que igualar todo para abajo.
El modelo que ellos pregonan es de mafias, marginalidad y clientelismo feroz. La Matanza es el ejemplo más doloroso. Solamente gobernó el peronismo desde 1983 y el desgarro de la pobreza extrema, la violencia, la falta de agua, cloacas y asfalto es demoledor. Ojalá La Matanza fuera opulenta. Porque eso significaría que millones de argentinos tendrían una vida digna. Pero el peronismo de todos los palos, desde el menemismo, hasta el cristinismo, no hizo otra cosa que multiplicar la miseria. No están contra la pobreza, están contra los pobres.
Alberto se reunió con 14 gobernadores para hacer un frente común y alzarse contra una decisión de la Corte. Eso solo ya es un desafío a la República y empujar a las instituciones al borde del abismo.
Un impresentable autoritario como el gobernador Jorge Capitanich, incitó al presidente para que no acate el fallo de la Corte y para que le inicie juicio político.
La respuesta no se hizo esperar. Anoche, Alejandro Fargosi rechazo el ataque a la justicia y marcó que se trata de delitos contra la democracia y el estado de derecho.
El diputado Mario Negri denunció que Cristina y sus cómplices quieren fomentar un estado pre anárquico y que el peronismo le declaró la guerra a la Constitución. Apelan al rio revuelto, ganancia de pescadores. Semejante actitud anti democrática habla de ellos y su desesperación por el inexorable camino hacia el ocaso que han emprendido.
Es que no paran de recibir malas noticias. Cristina, condenada como nunca se hubiera imaginado. Un pueblo que no salió a hacer kilombo. Todo lo contrario, casi no hubo grandes manifestaciones de apoyo a la abogada exitosa que nunca ganó un juicio pero lo perdió (al juicio) varias veces, sobre todo cuando renunció a cualquier candidatura.
Milagro Sala, la delincuente jujeña, también, con condena firme de la Corte a 13 años de prisión. Robó fondos públicos de los más pobres, se enriqueció, y fue violenta y maltratadora con mujeres y hasta con su histórica lugarteniente apodada “Shakira”.
La reacción frente a esto es y fue patética. En Jujuy nadie protestó por ese castigo merecido que pasó por 30 jueces y el máximo tribunal argentino. Y en la ciudad, piqueteros radicalizados y de poca convocatoria le exigen al presidente que la indulte cuando el mismo Alberto avisó que la Constitución se lo prohíbe. Otra vez lo empujan a violar la ley o desacatar los fallos. Golpismo puro. Y dos violentos históricos como Fernando Esteche, el fundador de Quebracho y admirador del fascismo iraní y el capo de la Tupac, le pegaron duro el presidente. Le dijeron desde que no le da el cuero porque es un un gobierno débil hasta que es un menemismo tardío que los cagó. Literal.
La Corte dispuso que los diputados nacionales juraran y asumieran en el Consejo de la Magistratura pese al papelón que Cristina le hizo hacer a Cecilia Moreau de retirar la lista que habían presentado.
Un campeonato mundial extraordinario, con valores que representan todo lo contrario del kirchnerismo y con la movilización popular más grande de la historia que el gobierno no pudo contaminar, agregan sapos que el gobierno tuvo que tragar.
Lo dijo el diputado Negri y me parece un gran resumen como consigna para los ciudadanos republicanos, más alla de las banderías políticas: No pasarán. No pasarán los corruptos y patoteros de estado. No pasarán los golpistas institucionales. La sociedad no lo va a permitir. En forma pacífica y con millones de votos en las urnas. Será justicia.

La mejor selección, el peor gobierno – 21 de diciembre 2022

La diferencia fue abismal y quedó a la vista de todos. Son las dos caras de la moneda. La mejor selección y el peor gobierno. La mayor movilización popular de la historia y la más grave descomposición del oficialismo. La idolatría esperanzada por Messi, Di María, el Dibu y el rechazo absoluto por Alberto, Cristina, Wado de Pedro.
La planificación seria, humilde y respetuosa de un equipo que funciona liderado por Scaloni y la desorganización, la mala praxis de un grupo de funcionarios inútiles encabezados por el presidente decorativo de La Nación.
Pocas veces ser vio tan claramente el camino a la gloria de los futbolistas y el rumbo al fracaso del cuarto gobierno kirchnerista.
Joaquín Morales Solá lo sintetizó en el título de su columna: “La copa mundial, en un país sin estado”. Y subrayó que “Alberto Fernández se convirtió en el primer presidente argentino y el único en el mundo” al que los campeones del mundo de su país le negaron el saludo.
Fue patético el comportamiento del presidente. Anduvo mendigando una fotito por el amor de Dios y se quedó con las manos vacías. La palabra pordiosero viene de allí, de los que pedían limosnas “por el amor de dios”. Encima, quiso dar vuelta ese fracaso y dijo que los jugadores no fueron a la foto porque el no quiso mezclar la política con el fútbol. Tuvo la cara para decir que: “Me encanta estar haciendo escuela”. Es como la fábula del zorro y las uvas. No llegó a arrancar las uvas y de golpe, le dejaron de gustar las uvas. Es tragicómico.
Cristina, ya lo comenté ayer y lo repito, porque después de esto entró en un amargo silencio igual que su hijo.
Cristina, que no entiende nada de fútbol y supo elogiar los barras bravas del para avalancha, creyó encontrarle la vuelta a este desafío y le atribuyó a Messi un gesto maradoniano. Y concluyó que por decir “Que mirás Bobo, andá payá” se había ganado el corazón de la gente.
Pobre Cristina. Nada más alejado de Maradona que Messi. En la cancha, dos genios en la magia de la pelota. En la vida, son o fueron el día y la noche. Pero la cultura de buscar siempre un enemigo para confrontar, llevó a Cristina a imaginar un Messi pendenciero y agresivo que no es ni de casualidad. Messi tiene un millón de motivos por los que se transformó en el atleta más exitoso y conmovedor del universo. Y no precisamente por decir Bobo.
El papelón de Wado de Pedro se pareció muchísimo a una humillación. Quiso madrugar a Alberto y de madrugada, fue al pie de la escalerilla del avión. Quería la foto de La Cámpora con Messi. No lo pudo lograr. La gambeta de Messi fue espectacular. Dejó pagando al ministro que no funciona y que no se habla con el Presidente. Lo peor fue la explicación en off de uno de los integrantes de La Cámpora, la guardia de hierro de Cristina: “Fuimos a Ezeiza, porque Ezeiza es nuestra”.
Esa es la concepción que tienen de la política. Se apropian de todo y no se dan cuenta que tienen un contrato de alquiler en el poder que vence el año que viene. Y si la gente les vota en contra, tal vez haya otros inquilinos en la Casa Rosada. El sillón de Rivadavia no tiene propietarios. Es de todos los argentinos.
La fractura expuesta, la grieta, el abismo que hay en el “Frente de Todos están Peleados” explotó públicamente en mil pedazos. Luis D’Elía y su tuit demoledor: “Queda claro que La Cámpora operó con Chiqui Tapia este desaire al pueblo y al gobierno. Santiago Carreras fue le monje negro de Máximo y de Chiqui Tapia que primero cagó a camioneros y ahora al pueblo y a Alberto Fernández”.
Nadie se había atrevido a tanto. Nadie fue tan directo. Porque en ese rompecabezas del horror que es este gobierno de cero científicos, nadie trabaja en equipo. Se odian. Se pelean por los cargos, por las cajas y próximamente por la lapicera para llenar las listas de candidatos.
Aníbal tampoco tuvo pelos en la lengua para bombardear al Chiqui al que definió como “un cachivache de pacotilla” y dijo que le importaba “un carajo” los tuits del presidente de la AFA.
Incluso sugirió que a Tapia no se le entendía nada de lo que decía por una mezcla letal de cansancio y alcohol.
Después aseguró que Sergio Berni no organizó nada aunque se lo vió marketinero como siempre, colgado de una ambulancia que acompañaba al micro de la selección.
Le recuerdo que Tapia es pariente de Hugo Moyano. Que Berni es el ministro de Axel Kicillof que es el hijo putativo de Cristina. Que D’Elía es un albertista de la última hora y que Máximo en su silencio y falta de conducción, se parece cada vez más a un dirigente a punto de jubilarse y tirar la toalla.
Ese es el gobierno que tenemos. Con un Alberto Fernández que como arquero que es en los picados, mete adentro las pelotas que van afuera.
Estos son los kirchneristas que se llenan la boca hablando del estado presente. Y demuestran una incapacidad colosal para solucionar hasta el más mínimo problema. Y como si esto fuera poco, son los que instalaron la cultura nefasta de colocarse siempre del lado de los delincuentes. De los marginales, fieritas que rompieron todo en el Obelisco o se tiraron del puente al micro albiceleste. De los corruptos de estado que se robaron todo. Por eso, quieren instalar a Milagro Sala como una santa y un delirante Mempo Giardinelli la propone para el premio Nobel de la Paz.
Para ellos todos los participantes de la cleptocracia de Cristina son perseguidos políticos por el imperialismo, el partido judicial y los medios hegemónicos de la derecha. Niegan el evidente enriquecimiento ilícito del Cartel de los Pinguinos Millonarios. Incluso en Rio Turbio, acaban de designar como huésped de honor a Nelson Periotti, el capo de Vialidad de entonces que también, igual que Cristina, su jefa, fue condenado a 6 años de prisión. Este dogmatismo del kirchnerismo, cuesta abajo en su rodada, también defiende delincuentes internacionales como el golpista peruano Pedro Castillo, o el dictador venezolano, Nicolás Maduro o el tirano nicaragüense, Daniel Ortega. No son capaces de tener el mínimo sentido humanitario y protestar contra los crímenes de los fascistas iraníes que están a punto de ejecutar a un futbolista que cometió el pecado de pedir libertad para las mujeres.
Los pueblos productivos, sanos, familieros y amantes de la paz y el progreso nombran ciudadanos ilustres a pibes geniales como Julián Alvarez en Calchín, entre otros. Los corruptos codiciosos de poder y dinero ajeno, nombran ciudadano ilustre, o huésped de honor a un ladrón en Santa Cruz. Esa es la verdadera grieta. La mejor selección que representan los luminosos valores de los argentinos. Y el peor gobierno que por suerte se irá el año que viene. De nosotros depende.

El gobierno perdió hasta el olfato – 20 de diciembre 2022

Es tan grande la derrota cultural de este cuarto gobierno kirchnerista que acaba de evidenciar que perdió hasta el olfato popular. Frente a la vuelta olímpica más grande del mundo, por tierra y por aire, Alberto y Cristina quedaron atontados, sin saber bien que decir ni dónde ponerse. La reacción ciudadana ante la victoria deportiva más importante de todos los tiempos, produjo una concentración multitudinaria jamás vista en la historia, de alrededor de 5 millones de personas, que se repitió en casi todas las ciudades y los pueblitos de la Argentina.
Pueblo por millones, cantando sincero y genuino, movilizado con los colores de la patria, sin colectivos ni planes ni choripanes. Un grupo de muchachos conducidos por un líder productivo, responsable, respetado y respetuoso y nada tóxico, sacó a las calles familias enteras que sueñan con la esperanza de construir un país a imagen y semejanza del equipo de Lionel Scaloni.
Alberto, Cristina y Wado de Pedro quedaron en offside, un fuera de juego producto de su ideologitis. La inflamación de la ideología no les permite disfrutar de semejante fiesta popular porque no pueden ver nada si no es a través del ojo de la cerradura de sus dogmas jurásicos.
Guillermo Oliveto, hoy lo dice en forma más elegante, con terminología sociológica: «Hay arraigos ideológicos tan extremos que clausuran no solo la razón, sino también la emoción”.
Brillante definición. Los cristinistas viven en una coraza que los aleja del verdadero sentimiento de la gente. Pierden sensibilidad para interpretar los humores sociales y eso es letal en la vida política. Esa capacidad de subirse a los vientos de la historia fue una destreza del peronismo que el kirchnerismo también destruyó. Como escribió Mariel Di Lenarda: “Todo lo que tocan lo rompen o lo corrompen”. Esa voracidad por apropiarse de todo, esa angurria y codicia sin límites los empuja al abismo de su ocaso.
Pruebas al canto.
Alberto decretó un feriado nacional insólito, hasta ofensivo con el interior del país y con los que necesitan tener la vida mínimamente organizada. Jubilados, para cobrar sus magros haberes; comerciantes para ver si en estos días navideños venden algo para pagar los impuestos asfixiantes, estudiantes que rendían sus exámenes, pacientes que tenían una intervención quirúrgica o una quimioterapia programada. Alberto dudó como siempre, fue y vino, no supo que hacer y al final metió la pata, como siempre. Y le hizo perder a la Argentina 800 millones de dólares de un saque.
El que la tuvo más clara fue el senador Esteban Bullrich. Con un breve tuit, dijo todo respecto de que no entendieron ni el ejemplo ni el mensaje de la selección.
O el planteo de Rodolfo Suárez, el gobernador de Mendoza que no se sumó al feriado y dijo “la demagogia transforma la virtud en decadencia”
Cristina, que no entiende nada de fútbol y supo elogiar los barras bravas del para avalancha, creyó encontrarle la vuelta a este desafío y le atribuyó a Messi un gesto maradoniano. Y concluyó que por decir “Que mirás Bobo, andá payá” se había ganado el corazón de la gente.
Pobre Cristina. Nada más alejado de Maradona que Messi. En la cancha, dos genios en la magia de la pelota. En la vida, son o fueron el día y la noche. Pero la cultura de buscar siempre un enemigo para confrontar, llevó a Cristina a imaginar un Messi pendenciero y agresivo que no es ni de casualidad. Messi tiene un millón de motivos por los que se transformó en el atleta más exitoso y conmovedor del universo. Y no precisamente por decir Bobo.
Los muchachotes de La Cámpora, la guardia de hierro de Cristina, entraron en un silencio atronador, empezando por su comandante, Máximo Kirchner, otro que se subió al para avalancha y que tiene menos calle que Venecia. El que dio el mal paso fue Wado de Pedro, que trabaja y finge de moderado y aspirante a estadista. Fue a la madrugada a Ezeiza, para sacarse una foto con Messi, que bajaba del avión con sus compañeros y la gambeta del capitán fue demoledora. Movió la cintura y dejó a Wado, desairado como si fuera un defensor de Francia.
Vergüenza ajena por ver a dirigentes poderosos mendigando una fotito por el amor de Dios. Lo mismo le pasó a Alberto.
Insisto como mi teoría. El militantismo los convierte en aparatos movilizadores y en robots que no pueden registrar lo que pasa en la sociedad real. No pueden entender como la selección, no quiere saber nada con la política y mucho menos con estos políticos.
¿O se creen que el silencio de Messi respecto de los respiradores que donó significa que se olvidó del tema? Pusieron reparos burocráticos y no valoraron el gesto del rosarino en plena pandemia. Nadie sabe que pasó ni dónde están esos respiradores.
¿O no se acuerdan que el Kun Agüero, líder espiritual de este grupo, fue irónico y muy crítico con el impuesto al patrimonio?
¿A quién creen que el Dibu Martínez responsabilizó cuando habló de la mala situación económica de la Argentina?
Varios periodistas kirchneristas, de chupamedias o más papistas que el Papa, también cayeron en el ridículo.
El más famoso fue Cherquis Bialo que hizo el papelón más grave de su carrera. Anunció que Macri no quería que Argentina saliera campeón y que iba a hacer todo lo posible para frustrar ese sueño argentino
Pero anoche, alguien que prácticamente solo trabajó en medios K, un muchacho que no tiene la trayectoria de Cherquis, llevó lo ideológico y las categorías marxistas al éxtasis. Nicolás Fiorentino, dijo en la mal llamada TV Pública que los jugadores que no querían ir a darle la mano a Alberto eran “desclasados”.
Varios de esa calaña dijeron que los futbolistas eran millonarios y que vivían en Europa y que, por eso, no tenían compromiso patriótico. Como si la patria fuera solo de los kirchneristas. Fiorentino se comportó como un lumpen del para-periodismo militante que Jorge Fernández Díaz definió como “un salame con contrato”.
Cristina no quería que Messi saludara a Alberto. Alberto quería una foto con Messi. La mayoría de los argentinos querían una foto con Messi y les importaba un pepino si se sacaba o no una foto con cualquier político.
Todos los oficialistas creen que si gobiernan los K, el ciudadano no politizado u opositor, quiere que pierda la Argentina. Otra vez el prejuicio del cuadro político que vive en un tupper. Muchachos, la vida es más compleja que un panfleto. La voracidad por apropiarse de los ajeno, le hizo perder hasta el olfato político al gobierno.