Solidaridad, se dice Madre Teresa – 26 de agosto 2022

Hoy es el día de la solidaridad, uno de combustibles más potentes que tiene el ser humano por ser humano. Hoy en la Argentina, necesitamos más que nunca este sentimiento fraterno y bíblico de amar al prójimo como a uno mismo. Hoy estamos atravesando una época histórica muy dolorosa. Estamos desgarrados por los niveles de pobreza, de desocupación y de inflación que golpean en la vida cotidiana de todos.
Por momentos la Argentina se parece a los restos que quedan después de un terremoto. A algunos les paga más, a otros menos. Pero nadie puede estar ajeno del clima social general que es explosivo.
Hoy más que nunca, debemos honrar la vida y extender nuestra mano para ayudar en todo lo que podamos a quienes más sufren. Ser solidarios, es una condición humana esencial. Es hacer el bien sin mirar a quien.
Hoy es el día de la solidaridad en homenaje a la Santa Madre Teresa de la Solidaridad. Hoy cumpliría 112 años. Murió hace 25 años y sin embargo, la Madre Teresa y su obra monumental están más vivas que nunca.
El Papa Francisco la canonizó y la definió como “una luz que alumbra las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y su sufrimiento”.
La Madre Teresa de Calcuta ya es santa pero en realidad siempre lo fue. Siempre admiré esa vocación infinita por darlo todo sin pedir nada a cambio. Esa frase de darlo todo hasta que duela. Y si duele es una buena señal.
Una vez un periodista chicanero la toreó y le cuestionó su colosal tarea. ¿Cuántos pobres y leprosos puede usted salvar? Tal vez sean apenas 100 y los pobres y los leprosos son miles y miles. ¿De qué sirve su esfuerzo? ¿Vale la pena? La Madre Teresa lo miro profundo desde esos ojos profundos y le contestó con sabiduría: “Estos son mis 100, ¿Cuáles son los suyos?”.
Andaba en sandalias, con un plato de arroz como toda comida diaria y no descansaba nunca. Un día lo contó asi:
“En 1952 pudimos abrir el primer hogar del moribundo. A mí me ocurrió el primer caso, el de una mujer tirada en plena calle. Se la estaban comiendo las ratas y las hormigas. Yo la llevé al hospital, pero no podían hacer nada por ella. Tuvieron que aceptarla, porque yo dije que no me marchaba de allí, hasta que no se hiciesen cargo de ella. Después fui al ayuntamiento pidiendo que me diesen un lugar donde meter a tales desgraciados, porque ya en el mismo día, había encontrado a otros que también se morían en mitad de la calle. El administrador encargado de la salud pública me señaló el templo de Kali, abriéndome el «darmashalah», lugar donde en otros tiempos la gente descansaba tras haber rendido culto a la diosa. El edificio estaba vacío. Aquel señor, me preguntó si lo quería. Yo me sentí contenta de poseer esa casa por diversas razones, particularmente porque era un centro de culto y de devoción de los hindúes. En veinticuatro horas llevamos allí a nuestros enfermos y lisiados. Desde entonces (y hasta principios de la década de 1970) hemos recogido por las calles de Calcuta más de veinte mil personas, aunque cerca de la mitad, se murieron.
Uno de esos olvidados de la mano de Dios y del hombre, se arrastraba como podía para trasladarse, tomó la mano de la monja que lo cuidó durante toda la madrugada mientras volaba de fiebre. Al final le dijo una frase tremenda: “Toda la vida me trataron como un animal pero hoy de su mano, muero como un ángel”.
Muchos le decían a ella “El ángel de los pobres”. Había nacido en un hogar de clase media en Albania pero se quedó a vivir y a morir junto a los que más sufren en el universo de la pobreza extrema en La India. Fue soprano en el coro de la escuela, profesora de historia y geografía y maestra en el arte de acompañar y enseñarles a leer a los que no tenían nada de nada. Sabía que lo suyo era una gota en el mar pero comprendía que el mar sin esa gota no sería el mismo.
Era y es la imagen de la solidaridad, de la ayuda mutua y el aguante de los que más necesitan. Con esa túnica, un Siri blanco con vivos celestes, que son los colores de la Virgen María, esa mujer diminuta era capaz de mover montañas. En La India fue enterrada con todos los honores de estado y su féretro fue trasladado en el mismo carruaje que llevó los restos del Mahatma Ghandi y el Jawaharlal Nerhu. Es una bandera del voluntariado. Diseminó misericordia. Sembró esperanza.
Fundó 758 centros de “Las misioneras de la Caridad”, 7 de ellos en la Argentina con casi 6 mil religiosos trabajando en 139 países. Esa figura pequeña y arrugada fue un espejo gigante y enérgico para el mundo que piensa en sus semejantes y ofrecen todo, sin pedir nada a cambio.
Se llamaba Gonxha Agnes. Todo un presagio. Gonxha significa pequeña flor o capullo de rosa. A los 18 años ya se había alistado en la orden jesuita de las hermanas de Loreto.
Siempre se entregó de cuerpo y alma a los más vulnerables, a los más frágiles a los que habían perdido hasta la esperanza. Fue de una austeridad más que franciscana. Se había despojado de todo menos de esa túnica que la identificó en todo el planeta. Tenía una templanza que la hacía de acero para soportar las más grandes inequidades que padece el ser humano convertido en un trapo de piso.
Es la primera santa que fue Premio Nóbel de la Paz. Había sido beatificada por Juan Pablo II y el milagro que le permitió convertirse en santa es que supo curar a un brasileño que tenía varios tumores cerebrales. Se llamaba Marcilo Haddad Andrino y estuvo en la ceremonia de canonización en la Plaza San Pedro. No hubo médico ni científico que pudiera explicar ese milagro que hizo la Madre Teresa.
Tenía su carácter fuerte y momentos de humor e ironía. Y una ilimitada vocación de servicio. No quiso parar nunca. Ni siquiera en los últimos años después de haber superado la malaria y cuando tenía que movilizarse en silla de ruedas. Atendía a chicos con polio y los con las enfermedades más terribles. Acompañaba a los moribundos para abandonar la calle hasta el último suspiro. Se movía en un ambiente muy complicado, muchas veces carente de limpieza y con el único recurso de su mano tendida y su corazón abierto. Dejó conceptos para tallar en piedra: “La mayor pobreza es la falta de amor” y “Si no puedes dar de comer a 100 personas, da de comer a una. Por algo se empieza”.
Una vez dijo que su amor era gratuito y universal, carente de ideología. Si no se hablar el idioma del pobre o el enfermo, por lo menos se sonreír.
Decía seguir las enseñanzas de Jesús. Vestir al desnudo, alimentar al hambriento y darle casa al desamparado.
Todos los desposeídos del mundo tuvieron y seguirán teniendo a este ángel de la guarda de los pobres. Ahora es su Santa Madre. De Calcuta y de todo el planeta Tierra. Hoy cumpliría 112 años y vive eterna en el corazón de los humildes. Es el gran espejo de la solidaridad absoluta. De la entrega total. Eladia Blázquez nos dijo mucho cuando dijo “honrar la vida”.
¡No.
Permanecer y transcurrir
No es perdurar, no es existir
Ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
Tanta conciencia sin saber
Adormecida…
Merecer la vida no es callar y consentir
Tantas injusticias repetidas…
¡Es una virtud, es dignidad!
Y es la actitud de identidad ¡más definida!
Esa virtud de la dignidad y la solidaridad, es honrar la vida.

Alberto Fernández perdió la cabeza – 25 de agosto 2022

Alberto Fernández perdió la cabeza. O mejor dicho, se la comió Cristina. La jefa del jefe del estado, de tanto picotearle el cerebro, se lo vació de contenido. Alberto temía que ella lo convirtiera en un títere. Fue mucho peor, lo transformó en un espantapájaros, casi en un holograma que solo dice barbaridades. La peor de todas las que dijo anoche le costó una denuncia penal de la Coalición Cívica por instigación al suicidio y amenaza de asesinato mafioso al fiscal Diego Luciani. Fue la respuesta ante esa frase que quedará en la historia de la hijoputez: “Hasta acá, Nisman se suicidó; espero que Luciani no haga algo así”.
La verdad es que hasta acá, la justicia sigue investigando el caso del fiscal Alberto Nisman como un asesinato hecho y derecho. Un magnicidio que tuvo como único motivo las denuncias que iba a exponer unas horas después en el Congreso contra Cristina por el encubrimiento a los iraníes que volaron la AMIA. Fue de una extrema gravedad institucional lo que dijo el presidente decorativo de la Nación. Porque a los efectos legales y burocráticos sigue siendo el primer mandatario. “Fue un claro mensaje mafioso”, dijo el diputado Maximiliano Ferraro. Lo mismo ocurre con sus críticas feroces a la justicia y a los fiscales. En la violación a cielo abierto de la división de poderes. Es la injerencia ilegal de un poder sobre el otro. Es un ataque a la República. Por eso varios diputados opositores ya iniciaron el proceso de juicio político.
Nadie lo registró demasiado todavía. Pero Alberto, también es el presidente del Partido Justicialista. Es todo un símbolo. Porque tanto él como el peronismo, fueron reducidos a la servidumbre por Cristina. Todos se arrodillaron ante el altar de Cristina para chuparle las medias y nadie se atrevió a hacerle la más mínima crítica pero ahora, la cosa es mucho más peligrosa. Ahora, directamente se han convertido en cómplices de la cleptocracia y de la corrupción de estado más grave de la historia democrática. No hubo una sola voz del peronismo que se levantara para criticar ese discurso falaz de que Cristina es una santa revolucionaria y que la persiguen los poderosos.
Anoche Alberto repitió que Cristina “es una mujer honesta, que no participó en nada de lo que se la acusa y que fue condenada mediáticamente”. Un pusilánime absoluto. Un cobarde, según el diccionario. Nadie definió mejor la situación que la editorial dibujada de Nik.
La estatua que representa la justicia tiene el rostro totalmente cubierto con un pañuelo. Y una persona comenta: “Antes se vendaba los ojos, pero después de la frase de Alberto Fernández, se tapa la cara de vergüenza…” Y Gaturro exhibe una pancarta que dice: “Todos somos Luciani”.
Pero esta decadencia intelectual y moral de Fernández no es ningún chiste. Se asoció a Cristina para empujar al país a un abismo institucional. Degradaron al fiscal que según él, dijo “un sinfín de disparates jurídicos” y fogonearon marchas, cortes de rutas y actitudes violentas y patoteras para intimidar a los jueces que tienen que resolver si condenan a Cristina a 12 años de prisión por ser la jefa de una asociación ilícita que saqueó al estado, tal como propusieron los fiscales.
El salvaje juez Ramos Padilla fue por el mismo camino cuando dijo que le pongan un psicólogo al fiscal Luciani para que no se suicide. Y Cristina demostró que su desesperación no tiene límites cuando se metió con las familias de los magistrados y hasta con el cuñado fallecido de Luciani al exhumar un aviso fúnebre publicado por Pepín Rodríguez Simón, un operador macrista repudiablemente prófugo.
Alberto apeló a la sarasa y las mentiras seriales para despegar a Cristina de los negociados sucios y corruptos con Lázaro Báez: “Son cuestiones éticas y no penales”. Eso dijo. Pero la verdad es que son estafas inexplicables desde la honestidad. ¿Cómo hizo toda la familia Kirchner, casi todos sus ministros y funcionarios y hasta sus secretarios privados para transformarse en millonarios en tan poco tiempo? Ni Luis D’Elia defendió eso cuando habló de los 60 millones de dólares de Daniel Muñoz y de la cadena hotelera K en Santa Cruz.
Ni Alberto ni Cristina ni Sergio Massa salieron a cruzar o a rechazar el llamado a un golpe de estado contra uno de sus poderes, por parte de D’Elia. No debería ser gratis convocar por los medios a cortar la ruta 3 y 20 rutas más hasta que renuncie la Corte Suprema de Justicia. Eso es un levantamiento carapintada de los piqueteros, un acto sedicioso, como definió Morales Solá. Una violación de la ley de defensa de la democracia.
Además, Alberto fue el crítico más feroz que tuvo Cristina. Cuando estaba enfrentado con su actual vice, fue despiadado en sus ataques.
Durante una entrevista que le hizo nuestro colega Eduardo Van del Kooy, en TN, a principios de 2015, solo Alberto, se atrevió a decir que todo lo que dijo e hizo Cristina fue “cínicamente delirante”. Comentó que ella estaba alegre y simpática, después de la muerte del fiscal Nisman”.
Según la Real Academia Española. “cínica” es una persona que actúa con falsedad o desvergüenza descarada y es impúdica y procaz”. Algunos de sus sinónimos son: insolente, caradura, falso e hipócrita. El término delirante se refiere a una fantasía disparatada o a alguna postura enloquecedora.
Insisto: esto no lo digo yo. Lo dijo Alberto. Pero por tuit ya había traspasado la línea del buen gusto, cuando escribió que su gobierno era psicótico y ella también actúa como una psicópata.
Otra vez el diccionario que encuentra estos sinónimos de psicópata: neurótica, desequilibrada, lunática, demente y loca.
Insisto con la aclaración: esto no lo estoy diciendo yo, un humilde cronista. Esto lo dijo el actual presidente de la Nación.
¿Fuerte no? Agresiones de alto calibre.
Hace menos de 6 años, Alberto dijo que “nadie cree en la Argentina que Nisman se haya suicidado. Y “que la primera que no lo cree, es Cristina.
El archivo dice la verdad. Ni Alberto decía que Nisman se suicidó o que Cristina era honesta. Alberto perdió la cabeza. Y la dignidad.

Zaffaroni quiere hacer zafar a Cristina – 24 de agosto 2022

Sin que se le cayera la cara de vergüenza, el ex juez Eugenio Zaffaroni propuso el indulto presidencial para hacer zafar a Cristina de una condena por corrupción de estado. Zaffaroni, es el jefe del “operativo impunidad”. El autor intelectual de todas las trampas y chicanas para eludir a la justicia. Hoy directamente recomendó que el presidente Alberto Fernández apele al indulto porque es la “única herramienta disponible para preservar la democracia”.
El defensor y amigo íntimo de Amado Boudou, aseguró que quieren proscribir a Cristina y reclamó a los militantes K que “no se tomen medidas de violencia física porque eso solo conduce a la muerte de los más vulnerables”.
Con su fanatismo negacionista, Zaffaroni ignoró los respaldos de la asociación de fiscales y de magistrados a los que llevan adelante el juicio oral y dijo que “45 millones de argentinos vivimos en libertad condicional”.
Con la misma falacia de la persecución política que esgrime Cristina, Zaffaroni fustigó a los fiscales y jueces que “protagonizaron el juicio oral con final sabido más vergonzoso que se haya visto. Tienen la sentencia condenatoria escrita y guardada”.
Hay un fuerte debate entre los especialistas respecto de si es posible otorgar el indulto a alguien que, por ahora, no tiene condena. Tal vez por eso Zaffaroni lo propone para el caso de que Cristina sea condenada. Pero hay otros más salvajes todavía que dicen que el indulto debe ser ahora mismo para evitar el sufrimiento y el escarnio de la jefa. Y exhiben jurisprudencia. Fue, en 1989, cuando Carlos Menem indultó a criminales guerrilleros y a terroristas de estado.
En aquel momento, la Corte respaldó semejante mamarracho.
El prestigioso constitucionalista, Daniel Sabsay dijo que esto “es un disparate” porque no puede haber indulto sin pena. ¿Qué sería, un indulto preventivo?, se preguntó.
Al revés de lo que dijo hoy, hace unos meses, Zaffaroni planteó que el indulto no le gustaba, porque no anulaba el delito.
Políticamente, sería la máxima humillación a la que se puede someter a Alberto y a Cristina. Alberto, por obligarlo a apelar a un resabio monárquico que lo convertiría en cómplice de la cleptocracia y a Cristina porque su nombre quedaría asociado de por vida a ese instrumento nefasto. Y algo más. ¿Qué pasará con las otras causas, como los cuadernos de las coimas K, que parecen tener el mismo destino de condena que la de Vialidad? ¿Cuántas veces propone Zaffaroni que indulten a Cristina?
En abril de este año, destaqué
el comunicado de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas, ADEPA que repudió enfáticamente lo que llamó “un nuevo intento de asociar a los medios de comunicación con los diarios de Hitler y Stalin”. Zaffaroni había vomitado estas palabras en una radio kirchnerista producto de lo que considera “una concentración de medios que genera una realidad única”.
Habla de “nuevo intento” porque ya lo había hecho un año antes.
Adolf Hitler, el culpable del Holocausto, aparece muy seguido en la boca sucia de Eugenio Zaffaroni. Aquella vez, fue como un regalo tenebroso para el día del periodista. Comparó a nuestro oficio con “un partido único, como el de Hitler”. Una amenaza repugnante.
Zaffaroni, por el contrario, cosechó un repudio generalizado encabezado por la representación política de la comunidad judía argentina y la entidad que agrupa a todas las entidades periodísticas. Fue acusado de “banalizar el holocausto” y de estigmatizar el ejercicio del periodismo en libertad y con independencia.
Esa fue la última vez que Zaffaroni apeló a Hitler como argumento.
Pero la primera vez fue contra Néstor Kirchner. Suena raro, pero es rigurosamente cierto. Se pueden consultar los archivos de la época. Fue en 1998 y en Santa Cruz. Había sido invitado por el Frepaso para ayudar en la lucha contra la reelección eterna que Kirchner quería instalar y logró instalar en la gobernación. Zaffaroni apeló a “la Constitución de la República de Weimar “y a “Hitler”.
En abril del 2016 y con el objetivo de ayudar a Cristina en una de las causas que todavía tiene en la justicia, Zafaroni dijo que “la figura delictiva de administración fraudulenta fue copiada del Código Penal de la Alemania de Hitler”.
En enero del 2011, en un reportaje de Tiempo Argentino, Zaffaroni aseguró que “Macri es detestable pero puede ganar votos. Si hasta Hitler ganó muchos votos. Muchos genocidas, ganan votos”.
Zaffaroni es una de las personas que más daño le hizo a nuestro país en los últimos años. Tuvo relaciones carnales con dos dictaduras.
Hoy defiende la narco dictadura chavista de Nicolás Maduro y a la Cuba de los Castro. Durante el terrorismo de estado no le dio lugar a ninguno de los 120 habeas corpus sobre detenidos desaparecidos que pasaron por su despacho y que por el contrario redactó un manual militar en el que justificaba los golpes de estado y en el que discriminaba a los homosexuales para que no fueran parte del Ejército.
Las Madres de Plaza de Mayo encabezadas por Hebe de Bonafini hace unos años lo definieron como «juez de la patria» porque milita para el kirchnerismo pero antes lo habían incluido en una lista de 437 jueces que colaboraron con la dictadura militar. No mienta, doctor. Mire que tenemos el recorte de aquella solicitada.
Hay fallos suyos denigrantes de la condición humana y decididamente inmorales y humillantes para las víctimas. Ese fallo debería enseñarse en las facultades de derecho como un ejemplo de agresión a la dignidad de las mujeres, pese a que muchas mujeres militantes contra la violencia, jamás dijeron una palabra de esto, tal vez para proteger a un compañero cristinista.
Hablo del fallo Tiraboschi donde minimizó la violación de una nenita porque fue realizada con la luz apagada y porque no fue penetración sino sexo oral al que fue obligada la chiquita.
Zaffaroni impuso una pena por abuso deshonesto y sostuvo que no correspondía aplicar la pena máxima porque, entre otras razones, la víctima, una niña de ocho años, había sido abusada con la luz apagada y, en palabras de la sentencia, “el único hecho imputable se consumó a oscuras, lo que reduce aún más el contenido traumático de la desfavorable vivencia de la menor”. ¿Escuchó bien? Zaffaroni llamó “desfavorable vivencia de la menor” a la penetración que un degenerado hijo de puta le hizo por su boca.
Solo pagó una multa por haber alquilado sus departamentos para que en 5 de ellos se ejerciera la prostitución.
Y como si todo esto fuera poco, ahora Zaffaroni propone hacer zafar a Cristina con un indulto. ¿No será mucho?